Mirad, yo os he enseñado estatutos y decretos, como Jehová mi Dios me mandó, para que hagáis así en medio de la tierra en la cual entráis para tomar posesión de ella. Guardadlos, pues, y ponedlos por obra; porque esta es vuestra sabiduría y vuestra inteligencia ante los ojos de los pueblos, los cuales oirán todos estos estatutos, y dirán: Ciertamente pueblo sabio y entendido, nación grande es esta. Porque ¿qué nación grande hay que tenga dioses tan cercanos a ellos como lo está Jehová nuestro Dios en todo cuanto le pedimos? Y ¿qué nación grande hay que tenga estatutos y juicios justos como es toda esta ley que yo pongo hoy delante de vosotros?
Deuteronomio 4:5-8
REFLEXIÓN:
Moisés apela a la sabiduría del pueblo a través de la obediencia y el temor a Jehová, Quien es el Único que los puede librar y dirigir con toda sabiduría, alimentar en el desierto, proteger ante los enemigos y multiplicar bajo el subyugado más opresivo en el mundo antiguo.
Sólo de este modo se aseguran el acceso y el usufructo de la tierra que Dios les ha dispuesto, por decreto Divino, en Su soberanía y por Su perfecta voluntad.
APLICACIÓN:
Y como bien dijo David:
La ley de Jehová es perfecta, que convierte el alma;El testimonio de Jehová es fiel, que hace sabio al sencillo. Los mandamientos de Jehová son rectos, que alegran el corazón;El precepto de Jehová es puro, que alumbra los ojos.
Salmos 19:7-8
De igual modo que Moisés les insta a no añadir ni disminuir a la Ley, para guardar correctamente los mandamientos y para que a través de la obediencia, lleguen a ser bendecidos en posesión de la promesa, la iglesia también está instada a cumplir y a enseñar la Palabra de Dios rectamente, sin añadiduras o carencias, en defensa de la sana doctrina, el buen uso de la fe cristiana y para lo más importante, que es el ejercer correctamente el ministerio al que la iglesia ha sido llamada, como portadora de la luz de Cristo al mundo.
ACCIÓN:
En mis meditaciones, concuerdo con la confrontación de esta Palabra, la cual me lleva a al autoexamen y me pregunto: ¿Está mi corazón dispuesto a obedecer los mandamientos que el Señor ha puesto para que yo los cumpla, o de lo contrario, estoy dejando de lado el amor de Dios y la labor evangelística que me identifican con Cristo?
Y asimismo me cuestiono: ¿Estoy usando correctamente la Palabra de Dios o tratándola de adecuar en conveniencia a mi beneficio personal?
Una última reseña, para concluir el pensamiento, me puede ayudar a resolver y enderezar mi vida conforme al carácter de Cristo y evitar que los hermanos caigan en errores doctrinales a causa de una mala práxis en la exposición de mis reflexiones bíblicas:
Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad.
2 Timoteo 2:15
Señor, Dios Todopoderoso y Padre Amado, primeramente te doy las gracias por Tu perfecta Palabra que me instruye y endereza. Gracias porque a través de ella ensanchas mi conocimiento de Ti y en consecuencia mi corazón cada vez se va humillando más en sometimiento a Tu perfecta voluntad. Padre, reconozco que no estoy obedeciendo correctamente a tus mandamientos, sino que dejándome llevar por la voluntad de mi carne, desvirtúo el amor de Cristo con mis acciones y en consecuencia, mi labor del evangelio se hace infructuosa y débil. Perdóname y guárdame de caer en interpretaciones privadas, sino que sea expuesta Tu Palabra sin aditivos, la que me alimente y sirva de edificación a muchos. En el nombre de Jesús, te lo pido. Amén.
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