viernes, 23 de julio de 2021

MEDIADOR ENTRE DIOS Y EL PUEBLO, Deut. 5:23-27

MEDIADOR ENTRE DIOS Y EL PUEBLO, Deuteronomio 5:23-27.

Y aconteció que cuando vosotros oísteis la voz de en medio de las tinieblas, y visteis al monte que ardía en fuego, vinisteis a mí, todos los príncipes de vuestras tribus, y vuestros ancianos, y dijisteis: He aquí Jehová nuestro Dios nos ha mostrado su gloria y su grandeza, y hemos oído su voz de en medio del fuego; hoy hemos visto que Jehová habla al hombre, y éste aún vive. Ahora, pues, ¿por qué vamos a morir? Porque este gran fuego nos consumirá; si oyéremos otra vez la voz de Jehová nuestro Dios, moriremos. Porque ¿qué es el hombre, para que oiga la voz del Dios viviente que habla de en medio del fuego, como nosotros la oímos, y aún viva? Acércate tú, y oye todas las cosas que dijere Jehová nuestro Dios; y tú nos dirás todo lo que Jehová nuestro Dios te dijere, y nosotros oiremos y haremos.
Deuteronomio 5:23-27

REFLEXIÓN:

Esto le sucede al hombre cuando se le ofrece algo tan beneficioso que no lo quiere creer, pensando que algo malo debe haber detrás del ofrecimiento. Pues el pueblo se estaba beneficiando de un trato exclusivo y privilegiado con respecto al resto de la humanidad, pero ellos pensaron mal sobre las intención de Dios con mostrarse ante ellos por medio del fuego en el monte y temieron morir si se volvía a repetir la experiencia de escuchar la voz de Dios de entre las llamas.

Decidieron, pues, designarle a Moisés la tarea de mediación entre Dios y ellos, vaya a ser que el hombre muera, no les cayera a ellos la suerte.

APLICACIÓN:

Hay dos cosas que nos cuesta mucho hacer al ser humano: reconocer la verdad y enfrentarnos a ella. Así que en salvaguarda de esto que tan poco nos gusta hacer, nos montamos una pseudo verdad, una realidad alternativa acorde a nuestra moralidad contaminada por el pecado, que mantenga tranquilas las conciencias de los hombres.

Pero cuando el evangelio se expone en la sociedad, una luz se muestra en medio del tenebroso escenario del pecado, y las conciencias son golpeadas y llamadas al acercamiento a Dios, por medio del Señor Jesucristo, en arrepentimiento y aceptación del perdón a través de Su perfecto sacrificio en la cruz y del beneplácito de la vida eterna en Su resurrección de entre los muertos.

Asi que Dios nos provee del Perfecto Mediador por el cual acercarnos a Él, no por medio de hombre sino por medio de Sí mismo en la persona del Hijo.

Porque esto es bueno y agradable delante de Dios nuestro Salvador, el cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad. Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre, el cual se dio a sí mismo en rescate por todos, de lo cual se dio testimonio a su debido tiempo.
1 Timoteo 2:3-6

Pero esta verdad es tan sumamente buena que al hombre le cuesta creerla y decide añadirle complicaciones según entiende, en su razonamiento humano, que debería darse la labor de redención de sus pecados, por medio de penitencias, ceremonias o rituales hechos a su medida, que le evita tener que presentarse directamente ante la presencia de Dios con el corazón humillado y le permite continuar con su pecaminosa forma de vivir.

ACCIÓN:

Leyendo el pasaje y la reflexión extraída de este, me pregunto si estoy dirigiéndome a Dios directamente a través del Señor Jesucristo, único mediador entre Dios y los hombres, o si me he ideado otros tipos de mediación ya sean objetos o personas vivas o muertas, para paliar mis males de conciencia y apaciguar mi alma mientras me mantengo en mis pecados.

Hoy es día de reconocer la verdad y de desechar toda esta incredulidad y desconfianza hacia Dios. Hoy es día de reconocer a Cristo como único medio de acercamiento a Dios y como única opción de hallar remisión de pecados y vida eterna.

Señor, Dios Todopoderoso, gracias por esta palabra que atraviesa mi conciencia y me confronta tanto, que reconozco que no hay nada que yo pueda hacer por mis propios medios para hallar justificación delante de Ti. Hoy me arrepiento de mi arrogancia al pensar que podía presentarme delante de Ti por medio de una imagen o de una persona pecadora igual que yo, por tal de continuar viviendo en mis pecados sin sentirme golpeado en mi conciencia. En este momento te pido perdón y acepto el regalo de vida eterna que me das a través de Jesús, Tu Hijo amado, a quien acepto desde ahora como Señor, Salvador y Dador de vida. Te pido también que Tu Santo Espíritu more en mí y me guíe e ilumine mi entendimiento de Tu palabra desde hoy y para siempre, para saber cómo andar en Tu perfecta voluntad. Gracias por darme la vida y por ofrecerme la oportunidad de tenerte por Padre. En el nombre de Tu Hijo, y mi Señor, Jesucristo.
Amén. 




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