NO HAY TEMOR, Deuteronomio 7:17-19.
Si dijeres en tu corazón: Estas naciones son mucho más numerosas que yo; ¿cómo las podré exterminar? no tengas temor de ellas; acuérdate bien de lo que hizo Jehová tu Dios con Faraón y con todo Egipto; de las grandes pruebas que vieron tus ojos, y de las señales y milagros, y de la mano poderosa y el brazo extendido con que Jehová tu Dios te sacó; así hará Jehová tu Dios con todos los pueblos de cuya presencia tú temieres.
Deuteronomio 7:17-19
REFLEXIÓN:
Aunque ya se les ha informado que las naciones que Dios les va a entregar son mayores y más poderosas que Israel, es inevitable que a ellos les pueda surgir la duda y el temor, una vez se encuentren delante de cada una de ellas.
Así que este inciso va a sacarles de ese estado y a devolverlos a la seguridad que aporta saberse receptor exclusivo del favor del Todopoderoso Dios, el Creador de todas las cosas.
APLICACIÓN:
La vida del creyente es singular, ya que no se rige, como el resto del mundo, por las circunstancias físicas y terrenales. Aunque éstas les afecta de igual manera en el cuerpo, en el pensamiento se le ha dotado de la mente de Cristo, que conforme madura en el espíritu, va ocupando cada vez más espacio dentro suyo, hasta que llegue el día en que sea un vivo reflejo del Señor, en su cuerpo glorificado.
Mientras tanto, no podemos evitar que nos surjan dudas o temores, si experimentamos enfermedad, dolor o alguna situación que sugiera peligro para la integridad de nuestro cuerpo de carne, aún conociendo que nuestro beneficio y mayor anhelo es librarnos de él y hallarnos en la presencia del Señor.
Siendo sensatos, debemos reconocer que nos dejamos amedrentar más a menudo de lo que debiéramos, por cuestiones que atañen a lo físico y terrenal. Dios conoce nuestras debilidades y por ello ha dejado a nuestro alcance Su perfecta palabra que nos alienta en momentos de desánimo o incertidumbre, en la cual, Pablo resume su experiencia por tal de demostrar que la integridad espiritual no se ciñe a una vida de bienestar terrenal, sino más bien, se fortalece en las adversidades.
"De los judíos cinco veces he recibido cuarenta azotes menos uno. Tres veces he sido azotado con varas; una vez apedreado; tres veces he padecido naufragio; una noche y un día he estado como náufrago en alta mar; en caminos muchas veces; en peligros de ríos, peligros de ladrones, peligros de los de mi nación, peligros de los gentiles, peligros en la ciudad, peligros en el desierto, peligros en el mar, peligros entre falsos hermanos; en trabajo y fatiga, en muchos desvelos, en hambre y sed, en muchos ayunos, en frío y en desnudez; y además de otras cosas, lo que sobre mí se agolpa cada día, la preocupación por todas las iglesias. ¿Quién enferma, y yo no enfermo? ¿A quién se le hace tropezar, y yo no me indigno? Si es necesario gloriarse, me gloriaré en lo que es de mi debilidad."
2 Corintios 11:24-30
Y por si aún pudiéramos pensar que el favor de Dios no está de nuestro lado en medio de las dificultades, más claro lo deja Pablo en las siguientes letras:
"¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas? (...)
¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? (...)
Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro."
Romanos 8: 31-32, 35 y 37-39.
ACCIÓN:
Habiendo leído, me pregunto si hoy la enfermedad o los problemas van a debilitar mi estado de ánimo o si voy a asirme de la perfecta palabra de Dios para mantenerme firme en la fe, con los cimientos anclados y asegurados en mi roca que es Cristo.
Señor, Dios Todopoderoso y Padre Amado, gracias te doy por Tu perfecta Palabra que me alienta justo cuando más me hace falta, en medio de los achaques en la salud física, cuando mi fe se ve afectada por las dudas o por la tentación de buscar respuestas fuera de Ti, sabiendo en Quien y a qué nivel, deposité mi confianza desde el primer día que me rescataste de las tinieblas a Tu luz admirable en Cristo Jesús, mi Señor, y Tu Amado Hijo. Pues hoy te pido que aumentes mi fe y la fortalezcas por tal de continuar manteniendo esta plena confianza en que tienes control total sobre todas las cosas que me incumben, aceptando lo que haya de venir, sea bueno o malo, y por proceso o disciplina, a fin de continuar forjándome en el carácter de Cristo, para poder servir de ejemplo y testimonio a muchos para Tu gloria y honra. En el nombre de Jesús. Amén.
No hay comentarios:
Publicar un comentario