Mi pacto con él fue de vida y de paz, las cuales cosas yo le di para que me temiera; y tuvo temor de mí, y delante de mi nombre estuvo humillado. La ley de verdad estuvo en su boca, e iniquidad no fue hallada en sus labios; en paz y en justicia anduvo conmigo, y a muchos hizo apartar de la iniquidad.
Malaquías 2:5-6
Dios describe por medio de Malaquías cómo fue el pacto que tuvo con Leví y cuál su finalidad y, a continuación, describe con qué actitud y qué acciones tomaron los Levitas al respecto.
Leví tuvo, de Dios, un pacto de vida y de paz para que él le temiera, y así fue.
Este pacto con Leví no vino a raíz de la bendición de su padre Jacob en su lecho de muerte, por cuanto en ese momento de él se dijo que sus armas eran armas de iniquidad, las de él y las de Simeón, su hermano.
Pero por cuanto la tribu de Leví fue la única que se posicionó a favor de Dios, al lado de Moisés, en el desierto, Dios la consagró poniéndolos al servicio del tabernáculo, delegando el sacerdocio a los hijos de Aarón.
Formóse entonces el pacto para con Leví, el cual escuchó, y tuvo temor. Y lo obedeció, tal que se humilló delante de Dios, se mantuvo en Su ley y proclamaba la verdad.
Estando la verdad en su boca no pudieron hallarse palabras de injusticia que pronunciaran sus labios.
Se dice también de Leví que anduvo en paz y en justicia con Dios.
Su obediencia y disposición de corazón en glorificar el nombre de Dios tenían por fruto el rescate y la santificación de muchos que se habían extraviado de la verdad para hacer lo malo.
Este pasaje recuerda mucho a la bienaventuranza del hombre fiel y justo descrito en el Salmo 1, el cual hace referencia a nuestro Señor Jesucristo, y dice así:
"Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos,Ni estuvo en camino de pecadores, ni en silla de escarnecedores se ha sentado; Sino que en la ley de Jehová está su delicia, y en su ley medita de día y de noche. Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas, que da su fruto en su tiempo, y su hoja no cae; y todo lo que hace, prosperará."
Salmos 1:1-3
Aunque en su actitud vinieron a dar ejemplo del tipo y del carácter de Cristo, los Levitas no eran perfectos, y entre ellos hubieron excepciones, como Nadab y Abiú, dos hijos de Aarón que, llevados por sus pasiones, ofrecieron fuego extraño delante de Dios.
Pero ahora tenemos a Jesús, el Mesías prometido y el hombre perfecto y sin tacha descrito en el Salmo 1 y tipificado por Leví en su obediencia y consagración a Dios.
Y es Cristo el cumplimiento del pacto de vida y de paz de Dios con Leví, la heredad a la cual aspiraban por cuanto así Dios estableció, "por lo cual Leví no tuvo parte ni heredad con sus hermanos; Jehová es su heredad, como Jehová tu Dios le dijo". (Deuteronomio 10:9b)
Y establecido también con Leví el pacto de paz en sacerdocio perpetuo, viene el Señor Jesucristo en cumplimiento, no sólo a Leví, sino a todo aquel que en Él cree, que viene a ser heredero de la vida eterna en Él.
Y he aquí las características del que tiene a Cristo por heredad: temor de Dios, humildad, permanencia en la verdad, que es Cristo, y en Sus mandamientos, de limpias palabras y andando en paz y en justicia con Dios.
También hay una última característica que, no por última ha de ser la menos importante, que dice así: "A muchos hizo apartar de la iniquidad".
Esta acción puede darse de dos maneras: durante la obra evangelística verbal o testimonial, o en rescate al creyente extraviado en pecados o falsas doctrinas.
Y aunque solemos incidir mucho en la gran comisión:
"Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado."
Marcos 16:15-16
Debemos confesar que el esfuerzo por recuperar a aquellos hermanos extraviados suele brillar por su ausencia.
Porque debemos reconocer que para paliar nuestra conciencia por juzgar a quienes se apartan, tendemos a citar a Juan, para insinuar que no eran cristianos y zafarnos de procurar su restauración:
"Salieron de nosotros, pero no eran de nosotros; porque si hubiesen sido de nosotros, habrían permanecido con nosotros; pero salieron para que se manifestase que no todos son de nosotros.
1 Juan 2:19
Pero no hemos sido llamados a condenar ni a juzgar la apariencia, porque, ¿qué creyente hay tan perfecto que nunca peque y que no haya experimentado el desánimo o alguna crisis de identidad a falta de una buena cimentación de su fe en el conocimiento de la Palabra?
Pues si, al igual que los Levitas, los creyentes nos mantenemos en la palabra de verdad, en Cristo Jesús, y en paz y en justicia andamos con Dios, la misma Palabra nos ha de empujar a enderezar los pasos de quien tropieza y a restaurarlo por medio de ella.
Tengamos en cuenta que Dios ha expandido el pacto de vida y de paz a toda la humanidad para el disfrute de quien por la fe en Cristo recibe la vida.
Y del modo en que nos pudimos beneficiar en su día e igual que nos gustaría recibir apoyo anímico y espiritual en nuestro día malo, meditemos estas palabras de Santiago:
"Hermanos, si alguno de entre vosotros se ha extraviado de la verdad, y alguno le hace volver, sepa que el que haga volver al pecador del error de su camino, salvará de muerte un alma, y cubrirá multitud de pecados."
Santiago 5:19-20
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