Mas vosotros os habéis apartado del camino; habéis hecho tropezar a muchos en la ley; habéis corrompido el pacto de Leví, dice Jehová de los ejércitos. Por tanto, yo también os he hecho viles y bajos ante todo el pueblo, así como vosotros no habéis guardado mis caminos, y en la ley hacéis acepción de personas.
Malaquías 2:8-9
Lamentablemente esta era la característica del sacerdocio que se encontraba sirviendo en el templo en tiempos de Malaquías y durante los sucesivos cuatro siglos en que va a continuar habiendo esta práctica.
Fue grande el grado en que apostataron muchos en el sacerdocio, durante el tiempo de silencio de Dios para con el pueblo, en esa etapa. No porque Dios hubiese dejado en algún momento de ser Omnipresente u Omnisciente en todo lo concerniente a su pueblo. Sino que, precisamente como resultado de esta apostasía, estaban sufriendo un periodo muy duro de tribulación por parte del imperio Griego en el que Dios dejó de enviar profeta alguno. Total, no quisieron escuchar a Malaquías, tampoco iban a atender al que viniera detrás.
Debemos recordar que Malaquías no está profetizando a personas laicas sino a los mismos sacerdotes, los consagrados de Dios para servicio en el templo y para guardar y enseñar todo lo concerniente a la ley.
Porque para apartarse de un camino primeramente ha de haberse estado en él, pues uno no puede apartarse de donde nunca estuvo.
Suele ser confuso, porque tenemos tendencia a pensar que los apóstatas son personas no cristianas, quizá algo convencidos pero no convertidos de veras a Cristo.
Pero el mensajero está hablando con los consagrados de Dios, los sacerdotes, que eran ni más ni menos que la representación del pueblo a Dios y viceversa, por quienes el pueblo recibía consejo y aprendía sobre la ley de Moisés.
¿Podríamos sospechar con esto, si lo extrapolamos a nuestros tiempos, que el creyente puede perder la salvación? El texto no da lugar a tal sospecha, sino que Dios indica que los apartados sufrirán las consecuencias de su apostasía sin necesariamente perder su identidad, aunque esta acabe envilecida y humillada ante "todo el pueblo", los cuales podemos entender que son los que hayan permanecido fieles en el camino.
Entonces, ¿puede un apóstata salir del engaño y volverse de nuevo al camino de la Verdad? Pues precisamente éste es el efecto que Dios intenta provocar en sus sacerdotes mediante el mensajero, Malaquías, con todas estas confrontaciones tan directas hacia ellos.
Porque Dios no manda profeta si no es para que, por la palabra del profeta, pueda darse la corrección, antes que el castigo.
¿Puede haber castigo sin perder la salvación? Pues existe el Tribunal de Cristo, que es exclusivo para la iglesia de Jesucristo, en donde todos y cada uno de los creyentes tendrá que comparecer y donde saldrán a la luz todas sus obras, buenas o malas, acontecidas en sus andares como cristianos, durante su estancia en la tierra.
Pues si el siervo fiel obtendrá corona de recompensa, ¿qué puede obtener el siervo obstinado y desobediente, que nunca cumplió con su Señor?
Por cuanto el siervo desobediente pasará vergüenza ante su Señor, cuánta mayor será la vergüenza para quien, estando en posición de servicio en enseñanza y consejería del evangelio entre los cristianos, se hayan apartado a falsas doctrinas, y muchos se aparten por escuchar a éstos, antes que a Dios en Su palabra.
Entendemos que quien se aparta de la verdad es un apóstata.
La palabra "apostasía" significa eso en su idioma original, que es el griego, el cual es una palabra compuesta por "apo", que significa "fuera de" y "stasis" , que significa "colocarse" o "establecerse".
Para todo creyente este vocablo es muy duro, hasta el punto que no podemos asimilar que nadie que apostate, saliéndose de la sana doctrina, haya sido algún día un verdadero hijo de Dios, redimido por la sangre de Cristo.
Pero nos podríamos sorprender al ver que de la fidelidad a la apostasía se puede llegar muy fácilmente si uno simplemente deja de nutrirse de la palabra de Dios, de ser constante en la oración y de ocupar un tiempo de calidad para su devocional con Dios.
De hecho, es tan fácil que un cristiano apostate que sólo tiene que hacer una cosa para que esto ocurra: "nada".
Porque cierto es que todo creyente ha recibido el Espíritu Santo, que ha venido ha morar en él desde el primer momento de su confesión y reconocimiento de Cristo como Señor y Salvador. Pero también es cierto que cada creyente puede atender, o no, a lo que el Espíritu le enseña y por donde Él indica que ha de pasar.
De modo que, aunque el Espíritu Santo es Dios y tiene todo el poder sobre todas las cosas. Dios nos ha dado la libertad de decidir hacer o no lo correcto, por cuanto le plació darnos el libre albedrío.
Porque Dios no busca quien le ame por obligación o porque Él lo haya decretado así, sino que cada individuo sea capaz de decidir amarle o no, según su propia decisión.
Así que, después de tomada la mejor decisión de la vida, que es la aceptación de Jesús como Señor y Salvador nuestro, nos queda un serial de decisiones más que tomar, tantas como sucesos diarios nos acontecen durante nuestra estancia en la tierra.
Y sabemos que, los que hemos nacido de nuevo en Cristo, hemos adquirido la naturaleza de Dios, que es la vida eterna en Él, pero no hemos dejado de tener la naturaleza humana caída, mientras andamos en nuestro cuerpo de carne.
Sabemos con esto que, seguimos pecando, aunque ya no por voluntad propia, sino por nuestra imperfección humana y hasta que seamos llevados con el Señor y nuestros cuerpos sean glorificados.
Si pues, es el Espíritu Santo quien nos mantiene en Cristo, es nuestra carne por la que nos podemos desviar, tocante a nuestra pasada manera de vivir o a falsas doctrinas conforme a nuestras concupiscencias.
Y esto es lo que a algunos de nosotros (los de Cristo) nos pasará segun profetiza Pablo en su segunda carta a Timoteo, aunque en la anterior ya le dió aviso sobre el asunto:
"Te encarezco delante de Dios y del Señor Jesucristo, que juzgará a los vivos y a los muertos en su manifestación y en su reino, que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina. Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias, y apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas."
2 Timoteo 4:1-4
Porque la antesala de la apostasía es la ignorancia y la ignorancia es la falta de nutrición en la Palabra de Dios y la falta de disciplina y de práctica en la vida de la fe en Cristo, en comunión con Él.
Pues si no hacer nada nos puede llevar a un estado tal que el de los sacerdotes en tiempo de Malaquías, deberíamos preguntarnos qué estamos haciendo como hijos de Dios mientras pasamos los días en este mundo.
Una pequeña anotación de Santiago nos servirá para tenerla en cuenta en nuestro quehacer diario:
"y al que sabe hacer lo bueno, y no lo hace, le es pecado."
Santiago 4:17
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