"Luego les dijo: Id, comed grosuras, y bebed vino dulce, y enviad porciones a los que no tienen nada preparado; porque día santo es a nuestro Señor; no os entristezcáis, porque el gozo de Jehová es vuestra fuerza."
Nehemías 8:10
Después de que Nehemías, Esdras y los levitas apaciguaran a la contristada audiencia, y en conclusión de la lectura, procedieron a facilitar una serie de instrucciones muy específicas en base a la aplicación de la palabra recibida.
La ley dada a Moisés en el Sinaí venía a constituir el estilo de vida de un pueblo consagrado a Dios, de manera que éste, en obediencia a los mandamientos, llegara a marcar la diferencia con el resto de las naciones, mostrando un cada vez más marcado carácter divino.
Todas las instrucciones plasmadas en la ley eran bien concretas. Aún así, para poder acercarse al estándar de santidad exigido por Dios según Él es Santo, deberían obedecer ni más ni menos que a seiscientos trece mandamientos que conformaban la ley.
Las instrucciones que dieron Esdras y compañía al pueblo, detrás de la lectura, constituían el principio de la aplicación de todo lo que habían estado escuchando durante el transcurso de la mañana.
Nunca jamás hubo un hombre capaz de cumplir con toda la ley, excepto el Señor Jesucristo. Pues Él, siendo el Hijo de Dios y pudiendo no tener que pasar por ello, se sometió como hombre a todo mandamiento y a toda la voluntad de Dios Padre, para llegar a ser sacrificado sin mácula como el sacrificio del perfecto pago por la redención del hombre.
A Jesús en una ocasión le preguntaron cuál era el mandamiento más importante de toda la ley. El Señor, en respuesta, resumió todos los mandamientos, concretándolos en dos instrucciones esenciales que, de aplicarlas, constituían el cumplimiento de toda la ley:
"Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas."
Mateo 22:37-40
Dios es muy claro en Su palabra, donde revela claramente cuál es Su voluntad y qué requisitos son necesarios para cumplir con su estándar de santidad.
Pero el orgullo del hombre es tal que, por más simple que llegue a ser el mandato, le es imposible cumplir por sí mismo con estas condiciones.
Fue necesario, pues, que el mismo Dios en la persona del Hijo adquiriera naturaleza humana para asumir, en humildad y mansedumbre, todos y cada uno de los mandamientos para que nosotros, por la fe en Cristo, seamos hechos beneficiarios de Su justicia delante del Padre.
"porque el fin de la ley es Cristo, para justicia a todo aquel que cree."
Romanos 10:4
Dios es amor, y para todo aquel que en Él cree, el amor es la ley.
Del modo en que toda la exposición de Esdras trajo consigo una concreta aplicación para que fuera puesta por obra por el pueblo, es necesario que toda enseñanza Bíblica contenga una aplicación específica que ofrecer al oyente, la cual pueda llevarse a cabo por lo concreto de su instrucción.
Nosotros los creyentes, seamos maestros o aprendices, hemos recibido una muy concreta instrucción a aplicar por cada uno de nosotros, en testimonio de nuestra identidad en Cristo:
"Porque toda la ley en esta sola palabra se cumple: Amarás a tu prójimo como a ti mismo."
Gálatas 5:14
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