sábado, 19 de febrero de 2022

EL MENSAJERO DE YAHVÉ, Malaquías 1:1

EL MENSAJERO DE YAHVÉ, Malaquías 1:1

Profecía de la palabra de Jehová contra Israel, por medio de Malaquías.
Malaquías 1:1

Esta será la última oportunidad que tendrá Israel de corregir y volverse a la voluntad de Dios, por medio de un profeta, hasta que a los siglos venga Juan anunciando al Señor del Nuevo Pacto.

Entendemos a Malaquías como el nombre propio de un profeta enviado por Dios en tiempos inmediatamente posteriores al retorno post-exílico y restauración del templo en Jerusalén.

Lo cierto es que bien este nombre, Malaquías, se puede traducir del Hebreo como "enviado de Yahvé", aunque en el texto Hebreo más bien dijera "Malaquí" , que se traduciría como "mi mensajero", no como nombre propio, sino por su mera función de enviado a dar mensaje de Dios al pueblo.

Sea como fuere, es más práctico llamarle Malaquías, para familiarizarnos con él y con las circunstancias que le rodean.

Porque de él no sabemos nada más, en las Escrituras, que se trató del último profeta enviado a confrontar al pueblo antes del largo periodo de silencio entre él y la llegada de Juan el bautista.

Pues su andanza y menesteres se sitúan en tiempos de Nehemías, durante las últimas reformas en Jerusalén y la  restauración de la ley en el pueblo por parte de Esdras, tras la culminación del levantamiento de las murallas.

Porque poco tiempo se tardó este remanente en volver a sus rebeldes vidas, transgrediendo de continuo la ley, en una permanente provocación a Dios.

Tanto es el amor del Creador que, lejos de dejarlos a su suerte para que ellos mismos se autodestruyeran con sus malas decisiones, aún les hizo llegar a este mensajero, que les marcara la pauta de corrección de sus actos y les revelara grandes acontecimientos del final de los tiempos.

Y es que, aunque el pueblo se confabuló en dudar del amor de Dios, hasta el punto de convencerse de que no valía la pena buscar agradarlo ni seguir haciendo Su voluntad, esto jamás ocurrió ni ocurrirá. Dios jamás dejará de amar a Su pueblo ni dejará de tener en Su voluntad que todas las almas se salven.

Siglos después sería Dios mismo hecho carne, el Hijo de Dios, el Señor Jesucristo, revelándose al hombre, no solamente con enseñanzas, exhortaciones, confrontaciones y advertencias, sino también dando cumplimiento a las señales que sólo el Mesías era capaz de hacer, las cuales fueron descritas por los profetas.

"A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer."
Juan 1:18

Aún así la representación de Israel no lo quiso reconocer como el Mesías, sino más bien lo entregaron en sacrificio, en la muerte más humillante y dolorosa habida en el momento, la cual era la crucifixión, la tortura preferida por los romanos para hacer pagar a los maleantes la pena de muerte.

Y esa cruz que hasta la fecha había sido señal de maldición, se tornaba bendición al mundo, por la sangre de Jesús bañando el madero. Muerto Jesús y sepultado, resucitó al tercer día, abriendo el acceso a la salvación a todo aquel que en el cree y lo reconoce como Señor y Salvador.

A diez días de Su ascensión a la diestra del Padre se cumplió la promesa del Espíritu Santo, quien, viniendo a morar en cada uno de los discípulos de Cristo, en el aposento alto, dio nacimiento a la iglesia, la cual permanece hasta la fecha y hasta el día en que el Señor la lleve consigo.

La iglesia de Cristo no es exclusivamente judía sino que, habiendo gran parte de los judíos rechazado al Mesías, esta transitó de los judíos a los gentiles mediante la expansión del evangelio y por el ministerio apostólico dado directamente a Pablo por el Señor resucitado.

Y él, juntamente con los demás apostoles de Jesucristo, fueron los delegados a asentar las bases en Cristo, el perfecto fundamento inamovible, por el que se edificará la iglesia.

Puesto que los creyentes judíos partían de un conocimiento previo de Dios y de Sus promesas cumplidas y por cumplir, por medio de las Escrituras comprendidas por la ley, los salmos y los profetas, pudieran tener ventaja con esto de la salvación con respecto a sus hermanos gentiles.

Pero la salvación no dependerá de cuánta ley se sepa uno y del conocimiento socio-cultural del primer receptor de la promesa, sino a partir de Cristo, como Dios ha determinado revelarse en los últimos tiempos.

"Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo;"
Hebreos 1:1-2

Y ahora es la iglesia la portadora de la luz de Cristo, por la que Dios se revela al hombre y le ofrece la oportunidad de ser salvo por el evangelio de la reconciliación en el Hijo, el Señor Jesucristo.

Pues he aquí que nos da el Señor la función y el motivo por el que Su iglesia está en el mundo y no gozando aún en toda Su gloria:

"Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura."
Marcos 16:15

Como Malaquías, la iglesia somos los enviados del Señor. Sólo nos queda disponer el corazón al llamado y responder tal como plasmara Isaías, en Isaías 6:8 : "Heme aquí, envíame a mí."


















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