Y los levitas Jesúa, Bani, Serebías, Jamín, Acub, Sabetai, Hodías, Maasías, Kelita, Azarías, Jozabed, Hanán y Pelaía, hacían entender al pueblo la ley; y el pueblo estaba atento en su lugar. Y leían en el libro de la ley de Dios claramente, y ponían el sentido, de modo que entendiesen la lectura.
Nehemías 8:7-8
En la antigüedad se intentaban usar espacios en que la acústica permitiera una mejor proliferación de los sonidos. Generalmente solían ser espacios delimitados con paredes o gradas de piedra que facilitaban el rebote de las ondas sonoras.
En el caso de la lectura de Esdras el escenario, aunque se encuentra cercano al muro, por su proximidad a la puerta de las Aguas, éste, en su extensión, no delimita la plaza, sino que es más bien diáfana. Cosa que provoca la disipación del sonido en parte o en su totalidad, antes de que llegue a oídos de los oyentes más alejados del púlpito.
Se hace necesaria, pues, la presencia de voceros que a su vez sean entendidos de las Escrituras, para hacer llegar la lectura a los presentes, además de su correcta interpretación en caso de dudas.
Los trece levitas que se van a encargar de pasar la voz y aclarar dudas, además de ser consagrados, por su pertenencia a la tribu de Leví, sus nombres propios todos están directamente relacionados con Dios y con Su reino.
La palabra de Dios puede tener tantas interpretaciones como permita la imaginación del hombre. Pero sólo hay una que es correcta, la que, con la ayuda del Espíritu Santo, va a ir mostrando el sentido y el motivo de las palabras que Esdras lee en el libro de la ley.
Así que, por medio de la lectura de Esdras y de la asistencia de los levitas, toda la congregación va a recibir el mismo mensaje y del mismo modo lo va a entender, según la voluntad de Dios.
Al pasar de los siglos se oía sobre un monte una voz, que hablaba: "oísteis que fue dicho". Esta voz provenía de Jesús, el Mesías prometido y el objetivo al cual la ley de Moisés se encaminaba.
Cierto que Esdras y los levitas se esforzaron mucho para que la población entendiese la ley tal cual Dios quiso darla a entender al hombre. Tan cierto como que, conforme pasaba el tiempo, cada cual
iba alterando su sentido según su conveniencia.
El problema más grave no residía en que uno decidiera adaptar la ley a su gusto, pues por encima de él vendría el juez para aplicar justicia. El problema era que la interpretación había sido alterada por los que tenían la potestad de aplicar condena a quien no la obedeciera.
Estos eran el sanedrín, quienes conociéndose también como intérpretes de la ley, su objetivo era hacer acatar esta ley y juzgar a quien no lo hiciera.
Así que sobre el monte estaba Dios Hijo hecho hombre, dando el sentido a todo aquello en la ley que había sido alterado, conforme había de cumplirse en todo aquel que desea der parte del reino de Dios.
Los representantes de Israel no lo quisieron reconocer como el Mesías y, llevándole a la cruz del Calvario, rechazaron la oportunidad del establecimiento del reino conforme el Señor Jesús y sus discípulos lo anduvieron anunciando durante su ministerio.
Pero con su resurrección al tercer día y su ascensión a la diestra del Padre, el reino de Dios vino a establecerse en el corazón de cada quien que cree que Jesús es el Señor y, en arrepentimiento, lo reconoce como su Salvador.
En el momento en que la fe es depositada en el Hijo, el Espíritu Santo traslada al hombre de muerte a vida, al reino de Dios por medio del Señor Jesucristo, de manera espiritual y hasta que se dé Su segunda venida, en la cual vendrá con toda Su gloria para establecer Su reino en la tierra y destruir por completo y para siempre toda la maldad.
La iglesia de Cristo nace de los discípulos de Jesús, que escucharon, entendieron y aceptaron Su palabra, así como los judíos que reconocieron a Jesús como su Señor y Salvador.
A partir de este acontecimiento, todos ellos se convierten en voceros del evangelio, llevando la palabra de Dios y las nuevas de salvación en Cristo más allá de los límites de Jerusalén y hasta los confines de la tierra.
Igual que en la labor evangelística el mensaje de la salvación ha de llegar de forma clara al mundo para que los hombres lo entiendan y puedan llegar al conocimiento de Cristo, también en la iglesia es una clave para compartir exitosamente la palabra de Dios.
Porque, ¿de qué sirve exponer un mensaje a una congregación si cada miembro va a entender algo diferente o simplemente no consigue escucharlo? De este modo sólo puede suceder que cada cual se monte en su mente su propia idea del evangelio, según le parezca.
Así de importante es la correcta interpretación Bíblica en la iglesia y la asistencia congregacional por medio de pastores y maestros que faciliten que nadie se vaya a casa sin haber entendido en mensaje.
Claridad y asistencia, para los que promueven el mensaje, y para los oyentes, busquemos el entendimiento a fin de crecer en el conocimiento de Dios y andar correctamente en Su voluntad.
"¿Quién es sabio para que entienda esto, y prudente para que lo sepa? Porque los caminos de Jehová son rectos, y los justos andarán por ellos; mas los rebeldes caerán en ellos."
Oseas 14:9
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