Y el escriba Esdras estaba sobre un púlpito de madera que habían hecho para ello, y junto a él estaban Matatías, Sema, Anías, Urías, Hilcías y Maasías a su mano derecha; y a su mano izquierda, Pedaías, Misael, Malquías, Hasum, Hasbadana, Zacarías y Mesulam. Abrió, pues, Esdras el libro a ojos de todo el pueblo, porque estaba más alto que todo el pueblo; y cuando lo abrió, todo el pueblo estuvo atento.
Nehemías 8:4-5
Ya están todos los que pueden entender, congregados en la plaza junto a la puerta de las Aguas.
A Esdras se le ha preparado un púlpito de madera, (casi podríamos imaginárnoslo en cualquier iglesia), donde acomodar el rollo de la ley.
Porque, lo que leemos hoy en nuestras traducciones Bíblicas como "libro", en realidad se trataba de varios papiros empalmados entre sí y enrollados, pues entonces aún no se había inventado el sistema de encuadernación y el formato que conocemos de un libro.
El púlpito ayuda al expositor a mantenerse centrado en las Escrituras, sin perder de vista el párrafo, y le ofrece el apoyo necesario durante la labor, ya que éste se encuentra de pie delante de toda la congregación, durante el tiempo que dure la lectura.
Acompañado por varones, líderes y levitas, a Esdras, asegurándole un puesto destacado donde todo ojo le pueda ver, se le dispone una posición más alta, captando así la atención de los presentes.
En estos versos encontramos unas primeras claves para compartir exitosamente la palabra de Dios.
Con el púlpito de madera, creado expresamente para sostener las Escrituras, vemos lo imprescindible de centrar el mensaje en concordancia con la palabra de Dios.
Y no hay tema más importante y central en toda la Biblia que Cristo, de manera que el éxito en la predicación residirá en que el oyente detecte a Cristo en el mensaje.
Es pues, Cristo el motivo de las Escrituras y el testimonio de la palabra de Dios al hombre.
"Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí;"
Juan 5:39
El acompañamiento por parte de varios líderes de adoración, levitas y de jefes, amparan al predicador y atestiguan que el mensaje es dado para la consagración y la edificación de los oyentes.
En este punto se muestra la importancia de examinar lo que se va a predicar, previamente, a la luz de la palabra de Dios, para no desviar la intención original del mensaje plasmado en las Escrituras.
"Mas si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema. Como antes hemos dicho, también ahora lo repito: Si alguno os predica diferente evangelio del que habéis recibido, sea anatema."
Gálatas 1:8-9
Finalmente, con el hecho de colocar a Esdras en un nivel más alto que el resto de los congregados, se asegura el contacto visual con todos los oyentes y evitando las distracciones.
Porque Esdras no leyó por leer, sino que el objetivo era llevar la ley de Moisés al conocimiento de todo el pueblo por tal de aplicarlo tan pronto la hubiesen recibido.
Se pusieron, pues, todos los medios posibles para lograr el objetivo.
En tiempos veterotestamentarios los hombres y mujeres del pueblo de Dios no tenían acceso a las Escrituras sino que, cada vez que necesitaban hacer una consulta, debían personarse ante el sacerdote y los escribas, pues de ellos era la exclusividad en el estudio y la salvaguarda de los papiros.
Gracias a Dios en la actualidad es tan fácil acceder a la Biblia como que hasta los incrédulos pueden disponer de ella a un sólo click en sus dispositivos electrónicos, de forma instantánea y gratuita.
Igualmente sucede con la predicación de la Palabra. Pues gracias a los avances tecnológicos disponemos de un amplio número de predicaciones, estudios bíblicos y enseñanzas, ya seqn audiovisuales, escritas o incluso por medio de emisiones en vivo.
Con toda esta facilidad de acceso al mensaje central que es Cristo y a su evangelio de salvación, deberíamos preguntarnos por qué la iglesia actual es la más relajada y la menos activa en su labor evangelística.
Por la cuenta que me trae, sírvanme estas palabras de Santiago como punto de confrontación y enmienda:
"Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos. Porque si alguno es oidor de la palabra pero no hacedor de ella, éste es semejante al hombre que considera en un espejo su rostro natural. Porque él se considera a sí mismo, y se va, y luego olvida cómo era. Mas el que mira atentamente en la perfecta ley, la de la libertad, y persevera en ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, éste será bienaventurado en lo que hace."
Santiago 1:22-25
No hay comentarios:
Publicar un comentario