miércoles, 2 de febrero de 2022

EN ALABANZA Y ADORACIÓN, Nehemías 8:6

EN ALABANZA Y ADORACIÓN, Nehemías 8:6

Bendijo entonces Esdras a Jehová, Dios grande. Y todo el pueblo respondió: ¡Amén! ¡Amén! alzando sus manos; y se humillaron y adoraron a Jehová inclinados a tierra.
Nehemías 8:6

Antes de empezar la lectura, Esdras procede a dar paso a la bendición, en alabanza a Dios, participando el pueblo con manos alzadas y amenes.

Tras la alabanza viene la adoración. Este es el momento en que el pueblo prepara su corazón, en el que, con la expresión "inclinados a tierra" se escenifica cómo la congregación al unísono se postra, como según les es costumbre en muestra de humillación, cabeza gacha, hasta llegar incluso a tocar el suelo.

Pareciera una imitación a la actitud del escriba que les preside, Esdras, quien ponía en práctica esta disposición cada vez que se encontraba ante las Escrituras.

"Porque Esdras había preparado su corazón para inquirir la ley de Jehová y para cumplirla, y para enseñar en Israel sus estatutos y decretos."
Esdras 7:10

Una preparación no llevada a cabo de cualquier manera, en la improvisación de cada uno, sino en consonancia con la forma en que a Dios le agrada que el hombre se presente delante de Él.

"Cantad alegres a Dios, habitantes de toda la tierra. Servid a Jehová con alegría; Venid ante su presencia con regocijo."
Salmos 100:1-2

Vemos, pues, en la alabanza y la adoración, el camino a la disposición del pueblo en sometimiento y obediencia a la palabra de Dios.

La bendición y la disposición del corazón, antes de recibir la palabra, se muestra como una práctica fundamental durante el transcurso de la lectura Bíblica, poniéndose como ejemplo el Señor Jesucristo, no sólo con sus retiros de oración sino en acciones tan básicas como compartir el alimento:

"Y aconteció que estando sentado con ellos a la mesa, tomó el pan y lo bendijo, lo partió, y les dio."
Lucas 24:30

Esta seña de identidad fue adquirida por la iglesia del primer siglo, viendo en  Pablo un registro de su emulación, el cual lo pone en práctica durante el accidentado trayecto en barco que lo debía llevar a comparecer ante César.

"Cuando comenzó a amanecer, Pablo exhortaba a todos que comiesen, diciendo: Este es el decimocuarto día que veláis y permanecéis en ayunas, sin comer nada. Por tanto, os ruego que comáis por vuestra salud; pues ni aun un cabello de la cabeza de ninguno de vosotros perecerá. Y habiendo dicho esto, tomó el pan y dio gracias a Dios en presencia de todos, y partiéndolo, comenzó a comer. Entonces todos, teniendo ya mejor ánimo, comieron también."
Hechos 27:33-36

Como este pan que es bendecido y por el cual es alabado Dios, en gratitud, así también es la palabra de Dios, que  reconstituye al que la recibe.

Pues si por el alimento natural que fortalece el cuerpo bendecimos a Dios y lo alabamos con corazón agradecido, ¿cuánta más gratitud y palabras de bendición no vamos a mostrar al Padre por Su santa y perfecta palabra que nos alimenta espiritualmente día a día?

Es el momento de retomar el hábito esencial de entrar, a nuestro espacio devocional diario, desde la alabanza y la adoración.

Entonaremos Salmos para Su gloria y honra.

"Alaben la misericordia de Jehová, y sus maravillas para con los hijos de los hombres. Porque sacia al alma menesterosa, y llena de bien al alma hambrienta."
Salmos 107:8-9
















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