VISTA PANORÁMICA, Esdras 2:70
Y habitaron los sacerdotes, los levitas, los del pueblo, los cantores, los porteros y los sirvientes del templo en sus ciudades; y todo Israel en sus ciudades.
Esdras 2:70
REFLEXIÓN:
Porque no solamente habitaban en Jerusalén antes de haber sido esparcidos y deportados, sino en las ciudades colindantes y el la periferia territorial.
Así se fueron a ubicar en su retorno, cada cual a su sitio, a la ciudad de donde salió, con sus respectivas familias.
El territorio había dejado de ser nación con el exilio, para pasar a ser tierras bajo el dominio gentil, por lo que la idea de repartir cincuenta mil hombres de Israel, contados por sus casas, poniendo cada casa en la ciudad donde se ubicó en su día, se podría intuir hasta peligrosa.
Aunque fue una etapa muy dura la de la deportación a Babilonia, en la que Dios permitió que los Asirios provocaran la dispersión de las diez tribus del reino de Israel, salvaguardando a Judá y a Benjamín bajo el dominio Babilónico, aún sufrirían unos tiempos más oscuros y dolorosos durante la tiranía del Imperio Griego que vino a imponerse tras los Medo-Persas.
Más de cuatro siglos de silencio de Dios para con su pueblo, a causa de sus rebeliones, que los llevó a diluirse más entre las naciones.
Llegado Juan el Bautista, todos se preguntaban: "¿Quién es éste que llama al arrepentimiento, desde el desierto, vestido con pieles y comiendo langostas?" Pues profeta nuevo se levantó para romper el silencio en cumplimiento de lo dicho por Isaías:
"Voz que clama en el desierto: Preparad camino a Jehová; enderezad calzada en la soledad a nuestro Dios."
Isaías 40:3
Y rompiendo el silencio dió paso al Mesías, el Señor Jesucristo, quien venía a este mundo a librarnos de la muerte pagando con su propia vida, no sin antes encomendar a sus discípulos la más importante misión a cumplir sobre la tierra:
"Y es necesario que el evangelio sea predicado antes a todas las naciones."
Marcos 13:10
Pero presentándose delante de todo Israel anunciando el reino, la máxima representación nacional no lo quiso reconocer, sino que fue enviado a muerte, dando cumplimiento de nuevo a lo dicho por el profeta:
"Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto; y como que escondimos de él el rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos. Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados."
Isaías 53:3-5
Tras su "consumado es", su resurrección al tercer día y su ascensión a la diestra del Padre, se dió lugar al nacimiento de la iglesia, abriendo el evangelio de la reconciliación a toda tribu, lengua y nación.
Aun así la primera iglesia, que era formada por los judíos dispersados que vinieron a Jerusalén durante la pascua y el pentecostés del año de la consumación de Cristo, y se convirtieron a Él, no se estaban volviendo a sus ciudades de origen para que se puedira cumplir la misión evangelística, sino que guardaron con celo para sí la salvación en Cristo, sin salir de Jerusalén.
Pero no se iba a quedar sin cumplir la palabra del Señor con respecto a la misión encomendada:
"Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra."
Hechos 1:8
Y ya que por su propia cuenta no había mucha intención de extrapolar el evangelio a otras ciudades, Esteban, lleno del Espiritu Santo provocó a ira a los fariseos, quienes dándole muerte, abrieron la veda contra la iglesia:
"Y Saulo consentía en su muerte. En aquel día hubo una gran persecución contra la iglesia que estaba en Jerusalén; y todos fueron esparcidos por las tierras de Judea y de Samaria, salvo los apóstoles."
Hechos 8:1
APLICACIÓN:
Y este Saulo que consintió en la muerte de Esteban fue alcanzado por el Señor, y Su amor lo transformó a Pablo, enviado a ser apóstol a los gentiles.
Ahora él iba a ser quien proclamara el evangelio de Cristo sin dejar de inculcar la necesidad de que la iglesia se involucrara directamente en la misión:
"Porque no hay diferencia entre judío y griego, pues el mismo que es Señor de todos, es rico para con todos los que le invocan; porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo. ¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique? ¿Y cómo predicarán si no fueren enviados? Como está escrito: ¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian la paz, de los que anuncian buenas nuevas! Mas no todos obedecieron al evangelio; pues Isaías dice: Señor, ¿quién ha creído a nuestro anuncio? Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios."
Romanos 10:12-17
ACCIÓN:
Tras la lectura y la reflexión, toca abrir la perspectiva y extrapolarse de lo centralizado del confort y del celo personal del privilegio de saberse salvo, a la vista panorámica del amor de Cristo por las almas que aún no lo son.
Y para cuando se nos despierte el ánimo vengativo contra aquél incrédulo que ha mostrado un claro rechazo a escuchar el evangelio, recibamos esta palabra del Señor como si hubieran sido dichas para nosotros mismos:
"(...)Vosotros no sabéis de qué espíritu sois; porque el Hijo del Hombre no ha venido para perder las almas de los hombres, sino para salvarlas.(...)"
Lucas 9:55-56
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