DÍAS DE GRAN GOZO, Esdras 6:15-16
Esta casa fue terminada el tercer día del mes de Adar, que era el sexto año del reinado del rey Darío. Entonces los hijos de Israel, los sacerdotes, los levitas y los demás que habían venido de la cautividad, hicieron la dedicación de esta casa de Dios con gozo.
Esdras 6:15-16
REFLEXIÓN:
Setenta años exiliados y una larga aventura llena de dificultades y trabas del enemigo, pero con el favor de Dios. Han sido unos años en la que todos en Judá y Benjamín y en el resto de los deportados, han marcado un antes y un después en cada corazón.
Encabezados por Zorobabel, como no podía llamarse de otra manera, sino "nacido en Babilonia" o, según otros, "expulsado de Babilonia", habían sido procesados por medio de las obras de la restauración del templo. Templo que iba a ser ministrado por Jesúa el cual significa "Jehová es salvación", evidenciando y como sombra de lo que será en tiempos postreros, con la llegada del Mesías.
Y les llegó el día de celebrar que ya no quedaba más por edificar, que la obra estaba completa. Como hiciera Salomón y según se hizo con el Tabernáculo en el desierto, se presentaban las ofrendas y los sacrificios para la dedicación, eran días de gran gozo.
Echamos memoria de las primeras palabras de Salomón en su oración de presentación a las ofrendas de la dedicación al templo recién construído.
"Ahora, pues, oh Jehová Dios de Israel, cúmplase la palabra que dijiste a tu siervo David mi padre. Pero ¿es verdad que Dios morará sobre la tierra? He aquí que los cielos, los cielos de los cielos, no te pueden contener; ¿cuánto menos esta casa que yo he edificado? Con todo, tú atenderás a la oración de tu siervo, y a su plegaria, oh Jehová Dios mío, oyendo el clamor y la oración que tu siervo hace hoy delante de ti; que estén tus ojos abiertos de noche y de día sobre esta casa, sobre este lugar del cual has dicho: Mi nombre estará allí; y que oigas la oración que tu siervo haga en este lugar."
1 Reyes 8:26-29
APLICACIÓN:
Como Zorobabel, nosotros también fuimos hijos de Babilonia, esta Babilonia que es el mundo. Pero Dios nos proveyó de Cristo, Dios morando sobre la tierra, quien selló el decreto con la consumación de Su obra redentora en la cruz del Calvario.
Decreto que nos sacó de aquel lugar de perdición donde se encontraba nuestra alma a causa de la simiente corrompida desde Adán, ahora lavada y transformada por la sangre del Cordero, en simiente santa y sin pecado del Hijo en nosotros.
Y aquí estamos, sobre la tierra, habiendo sido hechos templo de Dios, cada uno de nosotros, por cuanto el Espíritu Santo ha venido a hacer morada permanente en cada uno de los redimidos en Cristo.
Este templo que somos, es parcela santificada, avalada por el Espíritu Santo que nos ha sellado, y encaminada a la perfección según el carácter de Cristo.
Y aquí nos vemos, inmersos en tareas de edificación, de forma cotidiana, en este nuestro ser, por tal de ir eliminando cada vez más restos de nuestra antigua fachada la cual es nuestra vieja naturaleza pecaminosa, que sigue latente mientras siga en pie este cuerpo sujeto a la corrupción de la carne.
Esta es nuestra labor, que conforme vamos desechando lo viejo, el Espíritu Santo prepara el terreno para que vayamos edificándonos al carácter de Cristo, según el diseño marcado en la Palabra de Dios.
Y en conformidad a esta nueva edificación a la imágen de Cristo, se va a ir evidenciando Su aspecto en cada una de nuestras ocupaciones, por cuanto, como dijo Pablo, Dios las ha dispuesto especialmente para que las ejecutemos:
"Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas."
Efesios 2:10
Así que no desistimos sino más bien perseveramos en la esperanza de hallar la perfección cuando el Señor nos lleve a Su presencia.
Mientras tanto, celebramos día a día y con gran gozo a nuestro Padre celestial, cada uno de los avances en la edificación de este templo, hasta el día en que seamos perfectos.
ACCIÓN:
Leído y meditado, me pregunto hasta qué punto tengo yo para celebrar con gozo, a diario, en mi edificación en Cristo o si mi gozo ha de dirigirse exclusivamente al inconmensurable amor y misericordia de Dios que me mantiene a pesar de mi falta de diligencia o la lentitud en que se va mostrando en mí Su carácter.
Y como las prisas no son buenas, sino más bien somos llamados a ejercitar la paciencia, por si resultara que el desánimo quisiera irrumpir en mi terreno, señalándome todo lo que aún tengo por corregir en mi vida, que no se amolda a las cualidades de Cristo, me anoto el siguiente pasaje para ultimar mi reflexión:
"estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo;"
Filipenses 1:6
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