lunes, 29 de noviembre de 2021

LA ANGUSTIA DEL SACERDOTE, Esdras 9:3-4


LA ANGUSTIA DEL SACERDOTE, Esdras 9:3-4.

Cuando oí esto, rasgué mi vestido y mi manto, y arranqué pelo de mi cabeza y de mi barba, y me senté angustiado en extremo. Y se me juntaron todos los que temían las palabras del Dios de Israel, a causa de la prevaricación de los del cautiverio; mas yo estuve muy angustiado hasta la hora del sacrificio de la tarde.
Esdras 9:3-4

REFLEXIÓN:

Esta fue la reacción al recibir la noticia de la transgresión del pueblo, pues fue duro el golpe de enterarse que hasta los sacerdotes y levitas se habían juntado con las mujeres extranjeras, no de cualquier lugar, sino provinientes de los pueblos paganos que se constituyeron enemigos directos de la nación antes y durante la toma de la tierra que Dios le daba por heredad.

Porque de entre ellos no faltaron ni los egipcios, con quienes se mezclaran y compartieran actos abominables delante de Dios. Cuando Dios los sacó, con mano poderosa, de más de cuatro siglos de esclavitud en la tierra de las esfinges, para hacer del pueblo una nación, lo que menos debían hacer es volver de donde salieron.

Porque el mismo Dios de Israel les ordenó que no lo hicieran, ni aún pusieran sobre ellos rey, ni por negocio ni por riquezas.

"Pero él no aumentará para sí caballos, ni hará volver al pueblo a Egipto con el fin de aumentar caballos; porque Jehová os ha dicho: No volváis nunca por este camino."
Deuteronomio 17:16

Grande fue la angustia de Esdras, el sacerdote, que se extendió hasta la hora del sacrificio en el que intercederá por el pueblo en asunción de los pecados. 

APLICACIÓN:

Un tiempo estimado de tres años anduvo Jesús en su ministerio desde aquel día en que fue bautizado por Juan el bautista, dándole inicio e identificándolo con su pueblo.

Su misión era clara y planificada desde antes de la fundación del mundo, cuando aún ni el pasar del tiempo existía, el plan eterno de salvación, que venía a consumar como hombre y entre los hombres.

Porque el hombre cayó desde Adán y, a partir de esa primera transgresión, la humanidad ya no supimos sino volver de continuo por ese mismo camino del pecado. Por lo que Dios, en Su inconmensurable amor y misericordia, entregó a Su Hijo como pago por los pecados para romper por fin con la maldición y, en Su resurrección, devolvernos el acceso a la reconciliación con Él y a la vida eterna.

Aún siendo Dios, no le fue nada fácil. Porque para cumplir con toda justicia Él tuvo que hacerse hombre, naciendo y viviendo como tal, despojándose a Sí mismo de la gloria de Su naturaleza Divina para asumir la humana, sufriendo y sometiéndose como siervo, a la voluntad del Padre.

Y aunque el Señor vino para consumar el perfecto sacrificio como el Cordero de Dios, Él mismo era también el más perfecto Sacerdote que diera entrega del sacrificio por todos los pecados.

Y acercándose la hora en que debía ser capturado para ser llevado a la cruz donde entregarse en sacrificio, la angustia hacía mella:

"Entonces llegó Jesús con ellos a un lugar que se llama Getsemaní, y dijo a sus discípulos: Sentaos aquí, entre tanto que voy allí y oro. Y tomando a Pedro, y a los dos hijos de Zebedeo, comenzó a entristecerse y a angustiarse en gran manera. Entonces Jesús les dijo: Mi alma está muy triste, hasta la muerte; quedaos aquí, y velad conmigo."
Mateo 26:36-38

Porque el Sumo Sacerdote era conocedor de la magnitud de los pecados por los que este perfecto Cordero iba a ser inmolado, y ya sólo le quedaba esperar a la hora, sujeto al paso del tiempo como cualquier otro hombre, para cumplir con su plan trazado desde la eternidad.

Y el "consumado es" dió a luz a la iglesia  y con ella al evangelio de la salvación, ya no sólo a los judíos sino a toda tribu, lengua y nación.

"Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él."
Juan 3:16-17

ACCIÓN:

Cómo Esdras se angustió, haciéndome recordar al Señor Jesucristo con gran angustia en Getsemaní, me hace avergonzar teniendo en cuenta la siguiente premisa: " Si Dios mismo pagó asumiendo como suyos mis pecados y los de todos los hombres, ¿qué me incentiva a juzgar al prójimo antes de ponerme en su lugar e interceder por él, buscando su restauración?

Señor, Dios Todopoderoso y Padre Amado.
Te doy las gracias por Tu perfecta palabra que me confronta, enseña y corrige, para ajustar mis pasos cada vez más encaminados al carácter de Cristo. Te pido perdón por mi falta de sensibilidad para con el pecado que afecta a quienes me rodean y te pido que aumentes mi capacidad de amar como Tú amas y sentir esa angustia para aprovechar toda oportunidad de hacer llegar Tu palabra a las almas perdidas y Tu restauración a los hermanos caídos. Te pido también que aumentes mi fe y que me des la sabiduría suficiente como para dar la justa palabra en el justo momento, como para que el oído sea más dócil y llegue la semilla a tierra fértil. En el nombre de Tu precioso Hijo y mi Señor Jesucristo. Amén.



















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