MANTENIDOS POR PROMESA, Deut. 9:27-29.
Acuérdate de tus siervos Abraham, Isaac y Jacob; no mires a la dureza de este pueblo, ni a su impiedad ni a su pecado, no sea que digan los de la tierra de donde nos sacaste: Por cuanto no pudo Jehová introducirlos en la tierra que les había prometido, o porque los aborrecía, los sacó para matarlos en el desierto. Y ellos son tu pueblo y tu heredad, que sacaste con tu gran poder y con tu brazo extendido.
Deuteronomio 9:27-29
REFLEXIÓN:
Si bien, Dios conocía de sobras que toda aquella generación rebelde acabaría pereciendo en el desierto, por amor de Sí mismo, según la promesa a los patriarcas y a causa de la intensa mediación de Moisés por cuarenta días y cuarenta noches en ayuno total, aún los mantuvo sin destruirlos, vagando cuarenta años por el desierto, de manera que fuera su propia incredulidad y rebeldía lo que los fuera acabando.
APLICACIÓN:
La santidad y justicia de Dios no admite el más mínimo pecado delante de Su presencia.
Quiero decir con esto que ninguno de nosotros es capaz de acercarse sin pretender acabar desintegrado a causa de Su gloriosa y santa presencia.
Pero a Dios, que es Soberano, le ha placido mantener la existencia del hombre por amor de Sí mismo, según su eterno plan de reinado sobre la tierra y trayendo al Mesías, su Unigénito Hijo el Señor Jesucristo, a vivir en calidad de hombre, para morir en calidad de pago en remisión total por el pecado de toda la humanidad y resucitar al tercer día para destruir la acción de la muerte y revertirla en todo aquel que cree en Su nombre.
De este modo ahora el hombre puede acercarse a Dios, y no sólo eso, sino que aún el Santo Espíritu de Dios viene a hacer morada en él, por cuanto a aceptado el perdón a través de Su Hijo siendo así su vida redimida con el precio de la sangre de Cristo derramada en la cruz del calvario.
La promesa de vida eterna en Cristo Jesús es firme, inamovible, por lo que todo aquel que cree en el Hijo tiene vida eterna, pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida sino que la ira de Dios está sobre él. (Esto lo leemos en Juan 3:36).
Así que el que ha creído en Jesús, es salvo desde ese mismo momento, y nada ni nadie puede revertir esta salvación.
Ahora bien, hasta el creyente, que ha sido salvo por Cristo Jesús, aún puede pecar y puede suceder que lo haga deliveradamente, en conocimiento de las consecuencias que esto conlleva.
En este caso, Dios no le quita la vida que le ha sido otorgada en Cristo, pero sí que ha preparado un tribunal por el que todo cristiano va a tener que pasar para dar cuenta de sus obras, sean buenas o malas, llevadas a cabo desde el día de su conversión.
La conclusión es que a Dios le ha placido darnos rescate y vida eterna, pero no para continuar viviendo dejados llevar por las concupiscencias, sino con un propósito principal, que es el de servirle para Su gloria y honra, y ese servicio de adoración se ejecuta llevando a cabo la función por la que permite la existencia de la iglesia en el mundo, que es la de expandir la luz de Cristo, que es el evangelio de salvación, a todo el mundo para que puedan creer en Él, arrepentirse, aceptarlo y ser salvos.
Y si la obediencia trae consigo promesa de corona, la desobediencia trae consigo la vergüenza que se habrá de pasar ante el tribunal de Cristo, por no haber acatado la única misión que se nos ha dado aquí en la tierra, por la cual somos salvos, que es la de propagar la gracia de Dios con el anuncio de la reconciliación en Cristo Jesús.
ACCIÓN:
Leída la intervención de Moisés por guardar al pueblo del castigo inminente de muerte por la ira de Dios sobre ellos, no puedo dejar de pensar que no soy yo mejor que ninguno de los de esa generación, sino que por gracia de Dios a través de Su Hijo se me ha liberado de la esclavitud de la muerte y me ha sido dada la promesa de vida eterna.
Y recuerdo estas palabras de Pablo a Tito:
"Porque nosotros también éramos en otro tiempo insensatos, rebeldes, extraviados, esclavos de concupiscencias y deleites diversos, viviendo en malicia y envidia, aborrecibles, y aborreciéndonos unos a otros. Pero cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador, y su amor para con los hombres, nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo, el cual derramó en nosotros abundantemente por Jesucristo nuestro Salvador, para que justificados por su gracia, viniésemos a ser herederos conforme a la esperanza de la vida eterna."
Tito 3:3-7
Lo único que puedo hacer es estarle eternamente agradecida y propagar la gracia de Dios para que otros puedan beneficiarse, dejando de ser objetos dignos de recibir la ira de Dios para disfrutar eternamente de Su gloriosa presencia.
Señor, Dios Todopoderoso y Padre Amado, gracias por todo Tu amor y misericordia, trayéndonos a Cristo por mediador y para que a través de Él obtengamos Tu perdón y accedamos a Tu presencia. Que Tu Santo Espíritu me enseñe a vivir según es Tu voluntad abriéndome al entendimiento de Tu palabra, para que mis obras no caigan en saco roto, mas surtan mucho fruto que entregarte cuando me encuentre en Tu presencia. Perdóname por todo este tiempo de inactividad y de ociosidad sin haber atendido al propósito que tienes para conmigo, y úsame para Tu gloria y honra. En el nombre de Jesús. Amén.