jueves, 2 de junio de 2022

CANTANDO EL SALMO 105, 1 Crónicas 16:8-22

CANTANDO EL SALMO 105, 1 Crónicas 16:8-22

Alabad a Jehová, invocad su nombre, Dad a conocer en los pueblos sus obras. Cantad a él, cantadle salmos; Hablad de todas sus maravillas. Gloriaos en su santo nombre; Alégrese el corazón de los que buscan a Jehová. Buscad a Jehová y su poder; Buscad su rostro continuamente. Haced memoria de las maravillas que ha hecho,De sus prodigios, y de los juicios de su boca, Oh vosotros, hijos de Israel su siervo, Hijos de Jacob, sus escogidos. Jehová, él es nuestro Dios; Sus juicios están en toda la tierra. El hace memoria de su pacto perpetuamente, Y de la palabra que él mandó para mil generaciones; Del pacto que concertó con Abraham,Y de su juramento a Isaac; El cual confirmó a Jacob por estatuto, Y a Israel por pacto sempiterno, Diciendo: A ti daré la tierra de Canaán, Porción de tu heredad. Cuando ellos eran pocos en número, Pocos y forasteros en ella, Y andaban de nación en nación, Y de un reino a otro pueblo, No permitió que nadie los oprimiese; Antes por amor de ellos castigó a los reyes. No toquéis, dijo, a mis ungidos, Ni hagáis mal a mis profetas.
1 Crónicas 16:8-22

Después de instalar el arca en la tienda y de toda la ceremonia inaugural, David ordenó varios levitas para el cuidado y las labores del Santo Lugar.

También puso, de entre ellos, a unos que se ocuparían exclusivamente al servicio de alabanzas, entonando y componiendo Salmos delante del tabernáculo de David y en los servicios de adoración.

La conclusión de este nombramiento se dió tal cual leemos a partir del versículo ocho, donde el rey David se anima a entonar unos Salmos, en presentación del recién estrenado ministerio de alabanza en la casa de Dios.

Leyendo desde el verso ocho y durante los siguientes quince versículos, hallamos que David está cantando una fiel reproducción de los primeros quince versos del Salmo número ciento cinco.

Y aunque de este Salmo se desconoce el autor, bien algunos podríamos aventurarnos a pensar que lo escribió el mismo David, aunque el contenido del mismo nos traslada más a un Moisés tratando de estimular en gratitud a un pueblo que estaba a punto de cruzar el Jordán.

Porque este Salmo es una invitación a alabar a Dios, en alusión a todas Sus bondades para con Su pueblo, y como un ejemplo que deberán seguir los recién ordenados Salmistas en su composición de loores a Dios, desde el conocimiento de Aquel a quien se adora.

Y mientras Asaf y los músicos le acompañaban, el cronista narra el proseguir de David en este Salmo, donde les lleva a recordar los orígenes de la nación de Israel, con las pequeñeces de ellos y las grandes maravillas de Dios, guardándoles y haciéndoles crecer y prosperar por encima de las naciones.

Y entonando este Salmo, David les traslada a esas escenas paralelas que vivieron Abram y su hijo Isaac, en tiempos que experimentaron escasez y decidieron bajar a otras tierras para abastecerse. Ambos, una cada cual en la tierra en cuestión, por temor a que los mataran a causa de la hermosura de sus esposas, mintieron diciendo que eran sus hermanas.

En ambos casos Dios intervino para evitar que Faraón y el rey de Gerar tomaran para sí a Sarai y a Rebeca, respectivamente, como esposas o concubinas.

Y el mayor paralelismo entre estas dos situaciones vendrá con la reacción de estos reyes y con la prosperidad de Abram e Isaac.

"Entonces Faraón llamó a Abram, y le dijo: ¿Qué es esto que has hecho conmigo? ¿Por qué no me declaraste que era tu mujer? ¿Por qué dijiste: Es mi hermana, poniéndome en ocasión de tomarla para mí por mujer? Ahora, pues, he aquí tu mujer; tómala, y vete. Entonces Faraón dio orden a su gente acerca de Abram; y le acompañaron, y a su mujer, con todo lo que tenía."

"Y Abimelec dijo: ¿Por qué nos has hecho esto? Por poco hubiera dormido alguno del pueblo con tu mujer, y hubieras traído sobre nosotros el pecado. Entonces Abimelec mandó a todo el pueblo, diciendo: El que tocare a este hombre o a su mujer, de cierto morirá. Y sembró Isaac en aquella tierra, y cosechó aquel año ciento por uno; y le bendijo Jehová. El varón se enriqueció, y fue prosperado, y se engrandeció hasta hacerse muy poderoso."
Génesis 12:17-20 y Génesis 26:10-13

Así que en ambos casos estuvo a punto de ser frustrado el nacimiento de la nación de Israel por la propia decisión de los patriarcas, quedando en evidencia que ésta iba a ser una nación formada exclusivamente por providencia de Dios.

Y David escoge entonar hasta el verso quince de este Salmo, el cual dice: "No toquéis, dijo, a mis ungidos, ni hagáis mal a mis profetas", por clara advertencia a todo aquel que intente entorpecer la obra de Dios y dañar a sus siervos.

Porque los siervos de Dios, aunque con libertad de escoger ellos hacia dónde ir, viven en pos del cumplimiento de la voluntad de Dios y para glorificarlo, de manera que se asegura Su total amparo.

Como bien inicia este otro Salmo:

"El que habita al abrigo del Altísimo morará bajo la sombra del Omnipotente."
Salmos 91:1

Desde los primeros hombres de Dios y hasta el último que quede sobre la tierra habremos vivido en Su completa cobertura.

Es una razón de peso para animarse a levantar cada día unos Salmos de alabanza al Señor y para animar a los hermanos a hacer lo propio.

El apostol Pablo fue muy consciente de cómo interviene Dios de una forma muy poderosa en todo siervo fiel y, cual David animando a su recién estrenado ministerio de alabanza, Pablo hace lo propio con sus hermanos de Filipos:

"Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez digo: ¡Regocijaos! Vuestra gentileza sea conocida de todos los hombres. El Señor está cerca. Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias."
Filipenses 4:4-6

Hay que reconocer que a veces pasamos por tales circunstancias adversas que en lugar de buscar a Dios, preferimos ensimismarnos en la autocompasión y el victimismo, dos aférrimos enemigos de la gratitud y la alabanza.

Pero he aquí que el que nos indica "¡regocijáos!" ha estado llevando un ministerio marcado por torturas y persecuciones de inicio a fin, de manera que, en su carne, jamás Pablo se hubiera animado ni a musitar una sola alabanza al Señor.

Pero cuando el hombre es transformado por Dios en el momento en que recibe a Jesús como Señor y Salvador personal, a éste le  viene a morar el Espíritu Santo, y Él le encaminará por el mundo con un corazón nuevo lleno de adoración al Padre, desde el primer día de su nuevo nacimiento y hasta su perfección en el carácter de Cristo.

Por eso hoy es día de entonar, como David, el Salmo ciento cinco, recordando que es Dios, y no nosotros, el que nos encamina por los pasos de Cristo a pesar de las dificultades.

Sea por colofón a nuestro ánimo, la conclusión del consejo de Pablo hacia el gozo y la gratitud a Dios:

"Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús."
Filipenses 4:7




















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