Y viniendo los sirios de Damasco en ayuda de Hadad-ezer rey de Soba, David hirió de ellos veintidós mil hombres. Y puso David guarnición en Siria de Damasco, y los sirios fueron hechos siervos de David, trayéndole presentes; porque Jehová daba la victoria a David dondequiera que iba. Tomó también David los escudos de oro que llevaban los siervos de Hadad-ezer, y los trajo a Jerusalén. Asimismo de Tibhat y de Cun, ciudades de Hadad-ezer, tomó David muchísimo bronce, con el que Salomón hizo el mar de bronce, las columnas, y utensilios de bronce. Y oyendo Toi rey de Hamat que David había deshecho todo el ejército de Hadad-ezer rey de Soba, envió a Adoram su hijo al rey David, para saludarle y bendecirle por haber peleado con Hadad-ezer y haberle vencido; porque Toi tenía guerra contra Hadad-ezer. Le envió también toda clase de utensilios de oro, de plata y de bronce; los cuales el rey David dedicó a Jehová, con la plata y el oro que había tomado de todas las naciones de Edom, de Moab, de los hijos de Amón, de los filisteos y de Amalec.
1 Crónicas 18:5-11
Tras cada victoria de David venía su recompensa. Pudiera él haber aprovechado para mostrar su poderío a través de estas riquezas, pero su reinado se centró en el campo de batalla hasta que no quedó más enemigo que se levantara contra él, asegurando así una etapa de paz y gloria que disfrutará su sucesor en el trono.
A David le quedaron las ganas de construir el templo y aunque ya le hizo saber Dios que esa misión no estaba entre sus menesteres, y aún no teniendo participación directa en la obra, todo el material recopilado durante su reinado en cada una de sus victorias, constituyó el aporte principal con el que Salomón pudo construir los elementos más importantes en la casa de Dios.
Se nombra el bronce con el que Salomón mandó hacer el mar de bronce, las columnas y los utensilios.
Mar de bronce se le llamaba a la fuente ubicada inmediatamente después del altar y justo delante de la entrada al templo, cuya finalidad era la de asegurar la limpieza de los sacerdotes antes de que entraran al Lugar Santo para la ejecución de sus funciones.
Y el bronce usado para construir esta fuente estaba tan pulido que reflejaba la luz del Sol como un espejo, dando un efecto al agua cristalina, como un mar, causa que se le llamara mar de bronce.
De oro, plata y bronce constaba la mayoría de los bienes que David atesoraba para la obra. Metales preciosos que más de uno hubiera usado para sí, que en este caso el rey supo darle el uso en vistas al porvenir para la gloria y la honra de Dios, quien lo bendijo con trono y linaje real para toda la eternidad.
Porque de su linaje, conforme el pacto de Dios a David, vino a nacer el Mesías prometido para redimir al hombre del pecado y para reinar perpetuamente en todo Su poder y Su gloria.
Y así fue, que Jesús, siendo Dios se hizo carne para vivir como hombre pero sin pecado, a fin de servir como perfecto sacrificio en pago por la deuda adquirida desde Adán, imposible de pagar por criatura alguna de Dios, porque ¿qué ser limitado es capaz de satisfacer una deuda ilimitada?
Pues por cuanto la transgresión del hombre fue contra Dios mismo, que es Eterno, Su justicia requería de una enmienda que igualmente cubriera la eternidad.
Y como sólo Dios es Eterno, sólo en Él (y por Su inconmensurable amor y misericordia), se ha hecho justicia por medio del Hijo.
Para que creyendo en el Hijo seamos justificados en Él delante del Padre y pasados de muerte a vida por el sello del Espíritu Santo, para seguridad de salvación.
Y así dijo el Señor a Nicodemo:
"Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna."
Juan 3:16
Y con el regalo de la vida eterna en Cristo Jesús, a todo creyente nos es abierto el panorama de la vida, que trasciende de lo terrenal a lo eterno.
Aún así, nos toca preguntarnos cuántas veces al día centramos nuestro interés en lo pasajero, dejando incluso que la obcecación por ello nos impida disfrutar del gozo y de la paz que hemos recibido en Cristo, desde el primer momento de nuestra conversión a Él.
Quizá va siendo hora que hagamos como David, porque ¿de qué nos sirve disfrutar de algo temporal aquí en la tierra si podemos disfrutarlo eternamente en la presencia de Dios?
"No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan. Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón."
Mateo 6:19-21
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