sábado, 11 de junio de 2022

RECONOCIMIENTO Y GRATITUD, 1 Crónicas 17:16-20

RECONOCIMIENTO Y GRATITUD, 1 Crónicas 17:16-20

Y entró el rey David y estuvo delante de Jehová, y dijo: Jehová Dios, ¿quién soy yo, y cuál es mi casa, para que me hayas traído hasta este lugar? Y aun esto, oh Dios, te ha parecido poco, pues que has hablado de la casa de tu siervo para tiempo más lejano, y me has mirado como a un hombre excelente, oh Jehová Dios. ¿Qué más puede añadir David pidiendo de ti para glorificar a tu siervo? Mas tú conoces a tu siervo. Oh Jehová, por amor de tu siervo y según tu corazón, has hecho toda esta grandeza, para hacer notorias todas tus grandezas. Jehová, no hay semejante a ti, ni hay Dios sino tú, según todas las cosas que hemos oído con nuestros oídos.
1 Crónicas 17:16-20

Tras disfrutar de la lectura del pacto Davídico y de su cumplimiento en nuestro Señor Jesucristo, las letras que prosiguen plasman la reacción inmediata de David tras la palabra de Dios.

Cuando el cronista dice que David entró y estuvo delante de Jehová, está diciendo que él se recogió en oración, y de ahí se desarrolla una serie de preguntas, tal que: "¿Quién soy yo para recibir tamaña bendición?", en reconocimiento del inconmensurable amor y misericordia de Dios y de todos Sus favores hacia él y hacia su descendencia.

Y además añade algo como : "¿Qué más puedo pedir?", pues si David ya veía el favor de Dios en su vida, cosa que del tal componía hermosos Salmos en gratitud, ahora experimentaba el "no va más" de las bendiciones derramándose cual aceite sobre su testa.

Y en esa sensación podría estar David rememorando el día en que lo mandaron llamar mientras pastoreaba las ovejas de su padre, porque Samuel no quiso comer hasta que no estuvieran todos los hijos de Isaí presentes... ¡Para acabar siendo ungido por rey de Israel!

Seguramente que, en oración, también recordara aquellos momentos en que Dios lo fortalecía contra osos y leones, y el día en que le dió la victoria contra ese gigante de Gat.

Es posible que en alguno de sus suspiros se escaparan en recuerdo los días de su persecución, en que el amor de Dios y Su amparo conseguían que David pudiera asimilar las frías y oscuras paredes de las cuevas cual cálido regazo, tanto así, que sentía estar amparado en la mismísima sombra de Sus alas.

No le queda más que agradecer a Dios, alabarlo y proclamar todas Sus grandezas.

Porque desde que Adán pecara, (y esto lo sabía David), el hombre no hay nada que merezca más que la muerte, ya que arrastró consigo a toda la humanidad en su simiente corrompida.

Tenemos a Adán como el primer hombre y el mayor pecador en la historia de la humanidad pero, ¿cuál fue ese grandísimo pecado tal que contaminó no sólo a los hombres con la condena de la muerte, sino a toda la tierra? 

Porque no hay nadie en la tierra que no piense de sí misma que es buena persona y no hace mal a nadie, pero esto no es verdad.

Pues este grandísimo pecador, Adán, que por su pecado nos arrastró a todos a la muerte sólo tuvo que desobedecer una orden de Dios, la cual tampoco llegaba al nivel de un "no matarás", sino que consistía en no tomar del fruto de un árbol en concreto.

Pero ese árbol era el de la ciencia del bien y del mal, fruto del cual le permitiría un mayor conocimiento y una autonomía a la hora de decidir qué hacer en la vida.

"Seréis como Dios", le dijo la serpiente a Eva, y esta cayó en engaño. Pero Adán no necesitó que Eva le argumentase nada para morder del fruto, conociendo la consecuencia, según Dios le dijo "ciertamente morirás".

Adán "sólo" quiso lo que todos buscamos en la vida, autonomía, mayor dominio y poder. Este fue su grandísimo pecado, el primero y por el que todos heredamos una naturaleza corrompida y alejada de la santa presencia de Dios.

Podemos decir que en Adán todos nacemos siendo reos de muerte. Pero Dios, en Su inconmensurable amor y misericordia, puso en marcha Su eterno plan de salvación al hombre, el cual fue trazado desde antes de la fundación del mundo.

Y este plan se dió cumplimiento en un sólo hombre, por cuanto por un hombre entró la acción de la muerte a toda la humanidad.

"Pero el don no fue como la transgresión; porque si por la transgresión de aquel uno murieron los muchos, abundaron mucho más para los muchos la gracia y el don de Dios por la gracia de un hombre, Jesucristo."

"Pues si por la transgresión de uno solo reinó la muerte, mucho más reinarán en vida por uno solo, Jesucristo, los que reciben la abundancia de la gracia y del don de la justicia."
Romanos 5:15 y 17

Porque sólo en Jesucristo es posible la remisión del pecado en toda justicia. Ya que Jesús, siendo Dios, se hizo hombre naciendo y viviendo como tal, pero sin pecado.

Para cumplir el plan de salvación al hombre, en el cual era necesario que un hombre perfecto, santo, sin pecado y eterno pusiera su vida por todos los hombres, por cuanto contra Dios se dio la transgresión de Adán, ¿cómo podrá pagar un ser finito en redención de un pecado infinito?

Porque en contraste a lo que era según la ley, el transgresor de un homicidio imprudente podría librarse de ser ajusticiado por manos vengativas en el caso de que el sumo sacerdote falleciera, y poniéndose otro en su lugar, Dios es Eterno, tanto el Padre, como el Hijo, como el Espíritu Santo, de manera que no hay modo de revocar Su justicia, que es eterna.

Fue necesario, pues, que el Hijo pusiera Su vida como pago y resucitara al tercer día anulando así la acción de la muerte en el hombre, para que todo aquel que en Él cree y lo acepta por Señor y Salvador personal sea librado del dominio del pecado y de la muerte, en Cristo Jesús.

Así que, si al hombre no le es posible existir si no es por Dios, su Creador, tampoco al hombre le es posible vivir si no es por Dios, su Dador de vida.

Siendo que ni en lo básico hay posibilidad que el hombre subsista sin Dios, suponiendo que el mero hecho de respirar ya es un privilegio, y el haber sido formados en el vientre de nuestras madres por Él mismo, ¿cuánto habrá de agradecer nuestras almas el que se haya entregado a Sí mismo para darnos aún también, en Él, la vida eterna?

Pues, leída la oración en respuesta de David, tomemos ejemplo de reconocimiento y de gratitud a nuestro Señor y Dios Todopoderoso por pasarnos de muerte a vida, aún sin nosotros merecerlo, y aún más, por añadirnos la gran bendición y el enorme privilegio de hacernos partícipes de Su reino, con la expansión del evangelio por todas las naciones.

Y para cuando volvamos a vernos tentados a reclamar a Dios los beneficios de ser Sus hijos (que a nosotros nos parece según el mundo), recordemos a nuestro Señor Jesucristo dejando la piel y derramando toda Su preciosa sangre en la cruz del Calvario para que tú y yo hoy podamos disfrutar de una nueva vida en Él y de toda la eternidad en Su gloriosa presencia.

"Así que, recibiendo nosotros un reino inconmovible, tengamos gratitud, y mediante ella sirvamos a Dios agradándole con temor y reverencia; porque nuestro Dios es fuego consumidor."
Hebreos 12:28-29


















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