viernes, 24 de junio de 2022

POR MÉRITO PROPIO, 1 Crónicas 21:1-4

POR MÉRITO PROPIO, 1 Crónicas 21:1-4

Pero Satanás se levantó contra Israel, e incitó a David a que hiciese censo de Israel. Y dijo David a Joab y a los príncipes del pueblo: Id, haced censo de Israel desde Beerseba hasta Dan, e informadme sobre el número de ellos para que yo lo sepa. Y dijo Joab: Añada Jehová a su pueblo cien veces más, rey señor mío; ¿no son todos éstos siervos de mi señor? ¿Para qué procura mi señor esto, que será para pecado a Israel? Mas la orden del rey pudo más que Joab. Salió, por tanto, Joab, y recorrió todo Israel, y volvió a Jerusalén y dio la cuenta del número del pueblo a David.
1 Crónicas 21:1-4

David contaba con el favor de Dios por cuanto andaba según Su voluntad. Pero esto no era siempre así y, aunque en el capítulo anterior pudimos observar que los errores de David brillaban por su ausencia, este capítulo inicia relatando precisamente un pecado que cometió el cual acarreó muy graves consecuencias al pueblo de Dios.

Pues David, aun conociendo que todas las victorias le habían sido dadas por Dios, en cierto momento se dejó llevar por la idea de que el triunfo de Israel iría directamente ligado al número de sus hombres, lo que conllevaba una incipiente confianza en el mérito propio.

Esto es pecado de incredulidad, asimismo como de idolatría, por cuanto uno está depositando su confianza en factores ajenos a Dios.

Joab lo detectó tan pronto David le ordenó organizar el censo, aunque obedeció a su rey de todos modos, no sin antes intentar que David recapacitara su orden.

Y es que Dios no se necesita de grandes tropas para darle la victoria a Su pueblo, sino más bien todo lo contrario, para que Su gloria se manifieste por encima de lo humanamente posible.

Sobre esto tenemos varios ejemplos Bíblicos, aunque atendamos al más popular, protagonizado por Gedeón contra los madianitas, en tiempos de los jueces:
Dios llamó a Gedeón para encabezar esta misión y él mandó a alistar a todo varón habido y por haber en Israel que pudiera salir a la guerra, ya que los de Madián les superaban en demasía.

Pero Dios le ordenó llevar a cabo un proceso de selección para acortar de más de treinta mil a tan sólo trescientos varones, porque las victorias que da Dios dependen de Dios y no del hombre.

"Y Jehová dijo a Gedeón: El pueblo que está contigo es mucho para que yo entregue a los madianitas en su mano, no sea que se alabe Israel contra mí, diciendo: Mi mano me ha salvado."
Jueces 7:2

Y con el censo, David vino a caer en este pensamiento: "Según el número de nuestro ejército está nuestra salvación." Pues si hasta la fecha sólo le bastó con la potencia del brazo de Dios en su favor, por la costumbre de sus tantas batallas, descuidó su fe, cediendo a la influencia del maligno hacia el propio mérito.

Desde que pecara Adán, el hombre no hay nada que pueda hacer por sí mismo para salvar su alma. Pero Dios, en Su inconmensurable amor y misericordia, trazó un plan para su salvación por medio del Señor Jesucristo.

Y Jesús, Dios Hijo encarnado, puso Su santa y perfecta vida en pago por nuestros pecados, y resucitó al tercer día, para que por medio de la fe en Él recibamos Su vida, que es eterna, y por Él seamos justificados delante de Dios. Hallamos pues, en Cristo, la salvación por gracia de Dios.

"Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe."
Efesios 2:8-9

Cuando Jesús vino por primera vez y habitó en medio de Su pueblo, se presentó delante de todos como el Hijo de Dios, lo cual era lo mismo que reconocer Su deidad, por medio del cumplimiento de las profecías y señales Mesiánicas descritas a lo largo del Antiguo Testamento.

Así que todo aquel que leyó o escuchó los Salmos y los profetas reconocían claramente que Jesús era el Mesías prometido.

Pero los representantes de la ley, que eran los que más conocían las Escrituras, no quisieron reconocerlo a pesar de las tantas y claras evidencias.

Porque ellos no vieron en Él nada que les pudiera servir para su salvación, ya que por su incredulidad se sentían santos y justos por medio de la ley de Moisés. Ley que cabe decir que estos intérpretes habían tergiversado a su antojo y según su interés político-social.

Y como estos representantes de Israel querían mantener su estatus e influencias, se dedicaban a tratar de desprestigiar la predicación de Jesús allá donde iba, a base de burlas y cuestiones malintencionadas.

A lo que en una de estas ocasiones, Jesús les aseveró:

"Entonces les dijo: Vosotros sois los que os justificáis a vosotros mismos delante de los hombres; mas Dios conoce vuestros corazones; porque lo que los hombres tienen por sublime, delante de Dios es abominación."
Lucas 16:15

No es que sea una actitud exclusiva del impío pues, como hemos visto en David, puede manifestarse en cualquiera que deje de reconocer la mano de Dios en sus logros para causarlos en dependencia de su propio mérito.

Y es que cuando el cristiano hace de su vida de fe una rutina, deja de andar por fe para moverse en la costumbre y, por ende, planifica sus pasos sin tener en cuenta la voluntad de Dios.

Esto le aconteció a la iglesia de Éfeso, la cual es ejemplo y no excepción, pues lamentablemente es un mal que nos puede suceder a cualquiera, por muy implicados que estemos en la obra del Señor, si es que no atendemos a nuestra relación personal con nuestro Padre celestial.

Y es que resultó que los Efesios estaban muy ocupados en la obra del Señor pero habían abandonado su relación con Él, así que todo lo que hacían acababa cayendo en saco roto, por carecer, su obra, del amor de Cristo.

¿Verdad que no nos apetece que el Señor nos tenga que decir como a ellos: "Pero tengo contra ti, que has dejado tu primer amor"?

Pues hoy va siendo día de valorar nuestra implicación en la iglesia y dónde está la base de nuestra confianza, si en Cristo o en dependencia de nuestro propio mérito.

Sírvanos, para concluir, este buen consejo de Dios:

"Fíate de Jehová de todo tu corazón, Y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, Y él enderezará tus veredas. No seas sabio en tu propia opinión;Teme a Jehová, y apártate del mal; Porque será medicina a tu cuerpo, Y refrigerio para tus huesos."
Proverbios 3:5-8

















No hay comentarios:

Publicar un comentario

ACTITUD VICTORIOSA, 2 Crónicas 20:15-17

ACTITUD VICTORIOSA, 2 Crónicas 20:15-17 Y dijo: Oid, Judá todo, y vosotros moradores de Jerusalén , y tú, rey Josafat. Jehová os dice así: N...