Por tanto, ahora dirás a mi siervo David: Así ha dicho Jehová de los ejércitos: Yo te tomé del redil, de detrás de las ovejas, para que fueses príncipe sobre mi pueblo Israel; y he estado contigo en todo cuanto has andado, y he cortado a todos tus enemigos de delante de ti, y te haré gran nombre, como el nombre de los grandes en la tierra. Asimismo he dispuesto lugar para mi pueblo Israel, y lo he plantado para que habite en él y no sea más removido; ni los hijos de iniquidad lo consumirán más, como antes, y desde el tiempo que puse los jueces sobre mi pueblo Israel; mas humillaré a todos tus enemigos. Te hago saber, además, que Jehová te edificará casa.
1 Crónicas 17:7-10
Y con el desarrollo del por qué Dios no quiere que David le edifique casa donde Él habite, le recordará de dónde lo llamó y todo el proceso que experimentó hasta sentarse en el trono, en el cual Dios lo estuvo acompañando en cada paso.
Y hablando del lugar donde hacer habitar el arca, Dios le aservera cómo en Su voluntad Israel es que habita en estas tierras y las cuales también ha dispuesto que las habitará para siempre.
Y como punto al desarrollo, Dios le hace una promesa diciéndole que no será David, sino Dios el que le edificará casa a éste.
Y con todo esto Dios le está diciendo que no necesita que el hombre se preocupe por el bienestar del Creador, sino más bien acepte y confíe en que en Él está todo dispuesto, siendo que al hombre le es dado a creer, aceptar y esperar en Su perfecta y santa voluntad.
Dios creó al hombre con libertad de escoger, pero en cuanto al plan eterno de salvación Dios no ha dejado cabo suelto, siendo que aún el hombre decida lo que decida, Su plan nunca se va a ver frustrado.
Porque Dios en Su omnisciencia puede usar la propia elección humana en favor de Su plan, del mismo modo que usó la envidia de los hermanos de José para que éste llegara a gobernar en Egipto para asegurar la subsistencia de Israel en tiempos de hambrunas.
Tampoco fue nada improvisado que Jesús fuera traicionado y entregado a los romanos para acabar muriendo en la cruz del Calvario, porque precisamente a eso vino a nacer según todo lo indicado por los profetas y en los Salmos.
Pero a veces pensamos que Dios necesita que le demos "una ayudita" para cumplir Su voluntad decretiva sobre la tierra, cuando lo cierto es que no nos necesita para nada, ya que Él es Todopoderoso.
Por lo que la realidad es que Él nos permite servirle y hacernos partícipes de Su obra por amor a nosotros, a Sí mismo y para Su gloria y honra.
En la historia de Israel han habido varios casos registrados en los que alguien pensó estar ayudando a Dios con sus aportes o a causa de su razonamiento humano. Aunque realmente lo que conseguían era, no el efecto contrario, porque a Dios no se le puede frustrar nada, sino añadirle una carga en consecuencia del error humano.
Y en primer vistazo Bíblico nos puede venir a la mente Sara, quien habiendo escuchado de la promesa de Dios a Abraham sobre su descendencia, y ella siendo anciana y estéril, le pareció que la única forma de que esa promesa se cumpliera era dando su esclava a su marido para que tuviera un hijo con ella ( y de ahí la descendencia prometida).
Pero Sara se equivocó, pues el niño que nació de su esclava no era quien Dios había prometido, sino un niño que le había de nacer a ella, el cual nació y se llamó Isaac.
En consecuencia sucedió que del niño nacido de la esclava nacieron doce tribus, pero estas no acordes con la voluntad de Dios, sino que persistiendo el linaje hasta la fecha, perdura la enemistad entre ambos hijos, no poca, sino tan grave como hasta llevada a muerte por la parte Ismaelita.
Pero no alterará en nada el plan de Dios, del cual se dió cumplimiento una parte y se dará en un poco de tiempo más, el cumplimiento total.
En lo cumplido, Dios Padre entregó a Su Hijo quien, habiéndose despojado a Sí mismo de Su gloria, vino a nacer como hombre y a vivir como tal, pero sin pecado.
Y en Su impecabilidad entregóse a muerte por manos romanas en la cruz del Calvario, muerte totalmente planificada desde la eternidad y en calidad de pago por el pecado del hombre.
Luego de tres días sepultado, resucitó, anulando con ella a la acción de la muerte y abriéndonos el acceso al perdón y a la vida eterna.
Después de cuarenta días con Sus discípulos y en Su cuerpo resucitado, ascendió a la diestra del Padre, en donde aguarda el momento en que ha de volver en culminación de Su plan eterno, en todo Su poder y Su gloria.
Mientras tanto, y a los diez días de Su ascensión, nos fue dado el Espíritu Santo a morar e cada creyente, dándose el nacimiento de la iglesia, a quien Dios ha prometido preparar casa y llevarla con Él, haciéndola partícipe en coheredad con el Hijo, para Su gloria y honra eternas.
Por veinte siglos y dos décadas más, está permaneciendo la iglesia por lumbrera de Cristo al mundo, y permanece mientras va creciendo en número y en la altura de la perfección de Cristo, hasta el día en que el Señor la lleve con Él.
Y aunque la esperanza late cada vez con más fuerza en el corazón cristiano, el cada vez mayor nivel de maldad sobre la tierra y la incredulidad que impera en cada vez más conciencias embotadas por el egocentrismo, nos tienta a buscar fórmulas con las que dar "una ayudita" a Dios con esto de la exposición del Evangelio, apelando más que a las conciencias, al intelecto o a la distracción del hombre.
Pero debemos recordar que Dios no depende del hombre para hacer cumplir Su plan sobre la tierra sino que, en Su inconmensurable amor y misericordia, ha permitido que seamos parte de esta obra milagrosa de la salvación, poniéndonos por lumbreras y voceros de Cristo.
Como lumbreras y voceros, pues, limitémonos a tal, que es llevar la luz de Cristo y expandir Su evangelio, sin "ayuditas", recordando que la obra de convicción de pecado y de regeneración es exclusiva del Espíritu Santo.
Hoy es día de descansar en el alivio de saber que Dios lo tiene ya todo dispuesto y que pronto todo se cumplirá.
"En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis."
Juan 14:2-3
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