Y viendo los hijos de Amón que se habían hecho odiosos a David, Hanún y los hijos de Amón enviaron mil talentos de plata para tomar a sueldo carros y gente de a caballo de Mesopotamia, de Siria, de Maaca y de Soba. Y tomaron a sueldo treinta y dos mil carros, y al rey de Maaca y a su ejército, los cuales vinieron y acamparon delante de Medeba. Y se juntaron también los hijos de Amón de sus ciudades, y vinieron a la guerra.
1 Crónicas 19:6-7
No, el rey David no respondió el ningún momento a la provocación de los amonitas.
Sin embargo mientras se sucede la lectura vemos como los de Amón no perdieron el tiempo sino que, enrolándose con los sirios, se levantaron en guerra contra Israel.
Y es que Satanás no se molesta en disimular sus intenciones, las cuales se ven bien claras desde el primer anuncio de que Dios mandaría al Redentor en la simiente de la mujer. Y aún más conforme el centro de su diana se fue enfocando, primero en Abraham y en toda su descendencia, seguidamente en Jacob, y cada vez se estrechaba, sabiéndose que tenía que proceder de la tribu de Judá y, más concretamente, ahora se sabía que descendería del linaje de David.
¿Cómo iba a permitirse, Satanás, perder el tiempo, pudiendo levantar a todos los enemigos posibles de David en guerra contra él a la mínima oportunidad de hacerlo?
Gracias a Dios, Su plan eterno de salvación es perfecto y nada ni nadie lo puede frustrar.
Así que al tiempo se dió el cumplimiento de la promesa en Cristo Jesús, Dios Hijo hecho hombre y culminando la perfecta obra salvífica en la cruz del Calvario.
Tras Su muerte, Su resurrección y Su ascensión a la diestra del Padre, se da el nacimiento de Su iglesia, habiendo sido dada la promesa del Espíritu Santo a todos los discípulos y apóstoles que aguardaban unánimes en oración y ruego, en el aposento alto, donde tanto pudieron disfrutar del Señor Jesucristo resucitado.
Desde entonces y hasta el fin de los tiempos, el hombre accede al perdón y a la vida eterna por medio de la fe en el Señor Jesucristo, en aceptación y reconocimiento de Él como Señor y Salvador personal y viniendo a ser hecho hijo de Dios por el aval identitario del bautismo del Espíritu Santo, haciendo morada en cada creyente.
Y claro, después del gran acontecimiento de la promesa cumplida en Cristo Jesús, el adversario ha dejado de centrarse en los hijos de David, no siendo solamente toda la nación de Israel su objetivo sino también, ahora, la iglesia de Cristo, buscando la destrucción total de ambas, para evitar que el Señor vuelva conforme ha prometido, y se cumplirá, para tomar Su trono para siempre.
Sólo habrá un tiempo en que se pudiera entender algo así como una tregua de la maldad sobre el hombre, que es cuando el Señor vuelva esta segunda vez y mandará atar a Satanás por mil años para reinar el Señor sobre todas las naciones. No es que durante ese tiempo desaparezca por completo el mal, pues el corazón del hombre no necesita de Satanás para continuar pecando, pero por lo menos no se le podrá echar la culpa a él de toda la maldad del hombre y de su incredulidad.
¡Gracias a Dios que, en Su inconmensurable amor y misericordia, Su iglesia ya estará en Su gloriosa presencia!
Mientras tanto vivimos el día a día en este mundo, según el propósito que Dios tiene para con todo creyente, en función de portadores de luz y voceros de Jesucristo, hasta que la iglesia de Cristo sea completada.
Y no, nosotros no es que vayamos respondiendo a todas las provocaciones en nuestra contra, pero el simple hecho de ser hijos de Dios nos lleva a presenciar cómo a diestra y a siniestra se nos levantan en guerra.
Si bien no tenemos lucha contra sangre y carne, como dejó escrito Pablo en la carta a los Efesios, la influencia satánica está sobre todo aquél que niega al Hijo y, por ende, mientras haya incredulidad en el mundo, habrá quien se levante a guerrear.
Luego, tampoco debemos olvidar que el peor enemigo del hombre es uno mismo, de modo que hasta el propio creyente puede constituirse un daño a sí mismo por el mero hecho de descuidar su intimidad con Dios y por dejar de nutrirse de Su santa y perfecta Palabra.
Hoy es día de aparcar la indiferencia, el desánimo, los sentimientos negativos y todo aquello que nos mantiene descuidados de nuestra posición de victoria en Cristo.
Sírvanos, para fortalecernos, el siguiente pasaje:
"Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar; al cual resistid firmes en la fe, sabiendo que los mismos padecimientos se van cumpliendo en vuestros hermanos en todo el mundo. Mas el Dios de toda gracia, que nos llamó a su gloria eterna en Jesucristo, después que hayáis padecido un poco de tiempo, él mismo os perfeccione, afirme, fortalezca y establezca. A él sea la gloria y el imperio por los siglos de los siglos. Amén."
1 Pedro 5:8-11
No hay comentarios:
Publicar un comentario