martes, 26 de julio de 2022

SACRIFICIO, SACERDOTE Y REY, 1 Crónicas 29:21-23

SACRIFICIO, SACERDOTE Y REY, 1 Crónicas 29:21-23

Y sacrificaron víctimas a Jehová, y ofrecieron a Jehová holocaustos al día siguiente; mil becerros, mil carneros, mil corderos con sus libaciones, y muchos sacrificios de parte de todo Israel. Y comieron y bebieron delante de Jehová aquel día con gran gozo; y dieron por segunda vez la investidura del reino a Salomón hijo de David, y ante Jehová le ungieron por príncipe, y a Sadoc por sacerdote. Y se sentó Salomón por rey en el trono de Jehová en lugar de David su padre, y fue prosperado; y le obedeció todo Israel.
1 Crónicas 29:21-23

Ultimando la lectura del primer libro de crónicas, concluye también la etapa de reinado de David con la coronación de su hijo.

Y aunque ya había sido anunciado con anterioridad, en esta ocasión se dará el evento oficial, con los sacrificios correspondientes de parte de todo el pueblo y presentándose también la unción del sacerdote que le acompañará en su reinado.

De nuevo vemos como el cronista omite una etapa muy sombría de Salomón, porque cuando Dios perdona los pecados, los pone en el olvido. Entendemos con este detalle que Salomón llegó al arrepentimiento antes de que concluyese su vida sobre la tierra, a pesar del lamentable desenlace que leemos sobre él en otros relatos Bíblicos.

Los sacrificios en el Antiguo Testamento eran el medio por el que el hombre podía acercarse a Dios, en arrepentimiento, para clamar a Él o como ofrenda de gratitud.

El efecto de cada sacrificio era temporal, por lo que se necesitarían muchos sacrificios de animales a lo largo del año por persona, si esta era bien consciente de sus pecados o quería mantener una vida consagrada a Dios.

El origen del sacrificio de animales para paliar la ira de Dios contra el pecado del hombre, se remonta a tiempos de Adán y Eva, concretamente al momento en que fueron expulsados del huerto de Edén a causa de su pecado.

En ese caso Dios mató a dos animales para cubrir con sus pieles los cuerpos desnudos de los expulsados y desde entonces entendieron que la única forma de no perecer tratando de acercarse a Dios iba a tener que ser a través de un animal que pagara con su culpa.

Ya lo dice la Palabra, que la paga del pecado es la muerte, y que sin derramamiento de sangre no hay remisión. Fue necesario, pues, que a lo largo de todo el trayecto veterotestamentario se diera recurrentemente esta práctica, no solamente ya por necesidad, sino por mismo mandato de Dios a través de la ley de Moisés.

Se lee que después de estos sacrificios Salomón fue ungido por príncipe y Sadoc lo fue, por sacerdote.

Seguidamente se narra la subida al trono de Salomón y una valoración final de cómo fue su reinado.

La figura del sacerdote era imprescindible pues su función consistía en mediar entre el pueblo y Dios en la presentación de los sacrificios, para el perdón  de los pecados y para la presentación de ofrendas en gratitud.

No es que el sacerdote fuese mayor que el resto de los hombres, sino que, por sus funciones, él debía vivir una vida consagrada, de modo que adquiría el compromiso de santificarse ofreciendo previamente un sacrificio por sus propios pecados, antes de sacrificar cualquier animal por el pecado del pueblo.

Muchos sacerdotes morían al tratar de presentarse  en el Lugar Santísimo sin haber sacrificado antes por su propio pecado o por tratar de mantenerlo oculto.

Dadas las limitaciones de los sacrificios, por el valor perecedero de su sangre, y de los sacerdotes, hombres atados en su carne a enfermedades y a muerte, Dios mostró, en Su inconmensurable amor y misericordia, el perpetuo perdón y la vida eterna a través de Su Hijo, el mismo que también reinará eternamente sobre toda Su creación.

Porque el Hijo, siendo Dios, se hizo carne y habitó entre Su pueblo, vivió como hombre, pero sin pecado, y entregó Su vida en perfecto sacrificio y a su vez en perfecto sacerdocio, para la perfecta redención y mediación entre Dios y los hombres.

Resucitado al tercer día y tras Su ascensión a la diestra del Padre, permanece en mediación por todos los santos, aguardando el día en que Dios ha establecido que volverá, esta vez ya no como cordero listo para ser sacrificado, sino como el perfecto Rey de reyes, para tomar Su trono para siempre.

"Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con él, entonces se sentará en su trono de gloria,"
Mateo 25:31

Mientras tanto, todos los creyentes en el Señor Jesucristo, habiendo adquirido Su vida y forjándonos cada vez más en Su carácter por la acción del Espíritu Santo morando en cada uno de nosotros, somos los beneficiarios por excelencia de la obra salvífica de Cristo en la cruz del Calvario, somos puestos por real sacerdocio en reconciliación del mundo con Dios a través de la función evangelística y, además, reinaremos juntamente con Él y disfrutaremos eternamente de Su heredad, para Su gloria y honra.

¿Qué más podemos pedir? Sólo nos queda presentarnos delante de Dios con un corazón eternamente agradecido.

Y por si aún no llegáramos a ser conscientes de la perfección de la obra de Dios en nuestra vida, por el don de Dios proveyéndonos de Cordero, Sacerdote y Rey en Cristo Jesús, recordemos esta nota de Pablo, para regocijarnos en Su plenitud.

"Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad, y vosotros estáis completos en él, que es la cabeza de todo principado y potestad."
Colosenses 2:9-10





















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