Asimismo mandó David a todos los principales de Israel que ayudasen a Salomón su hijo, diciendo:
¿No está con vosotros Jehová vuestro Dios, el cual os ha dado paz por todas partes? Porque él ha entregado en mi mano a los moradores de la tierra, y la tierra ha sido sometida delante de Jehová, y delante de su pueblo. Poned, pues, ahora vuestros corazones y vuestros ánimos en buscar a Jehová vuestro Dios; y levantaos, y edificad el santuario de Jehová Dios, para traer el arca del pacto de Jehová, y los utensilios consagrados a Dios, a la casa edificada al nombre de Jehová.
1 Crónicas 22:17-19
Estamos llegando a la última etapa en el reinado de David, y habiéndole pasado a su hijo Salomón el testigo en la construcción del templo, dirige ahora el llamamiento hacia todos los principales de Israel.
Ellos han sido llamados a ayudar a Salomón en la edificación del santuario, no sin antes recordarles que todos los enemigos de alrededor han sido derrotados por el poder de Dios y Su amparo sobre el trono de David.
Y la invitación es a poner todo su corazón y todo su ánimo en buscar a Dios, para la edificación del templo y del pronto traslado del arca y utensilios a su casa definitiva.
Poner todo el corazón, desde el punto de vista judío, no sólo trataba de sentimientos o emociones, sino que así es como se describía al razocinio, al conocimiento y al mismo ser de la persona.
Luego, el poner todo el ánimo indicaba estar, como se diría popularmente, en las buenas y en las malas, de modo que la intención o voluntad no se desmorone sea cual sea la situación en cada momento.
El rey dictó esta orden no sólo una vez, sino en dos o tres ocasiones desde que se le diera a Salomón el cometido, para que conste y se haga, quedando el acta plasmada en la historia de Israel para su consulta y ejecución.
Porque de nada serviría levantar la obra si el arca y los utensilios consagrados no fueran a estar ahí adentro. Pasaría a ser solamente un desperdicio de tiempo y dinero que les podría perjudicar seriamente a ojos de las naciones vecinas.
Y es que la potencia de Israel no es que fuera a residir en la edificación sino en el contenido de ella, que era la presencia de Dios y todo lo necesario para la santificación del pueblo.
Porque como Dios hizo decir a Moisés delante de Su pueblo:
"Mira, yo he puesto delante de ti hoy la vida y el bien, la muerte y el mal;"
Deuteronomio 30:15
La fortaleza de la nación residía en su obediencia a Dios, y el templo que se iba a construir serviría de escaparate al mundo de su lealtad al Único Dios vivo y verdadero, aquel cuya victoria está en Su mano.
Sabemos por las Escrituras que los acontecimientos pasados tocante a Israel vienen a ser figura y sombra de todo lo que acontece y ha de llegar espiritualmente para con la iglesia y para con el remanente en los tiempos finales.
Y como Dios habitó entre los hombres por medio de un tabernáculo en el desierto, también Dios se revistió de carne y hueso como un hombre más y vivió entre nosotros.
En la persona de Dios Hijo encarnada se daba el cumplimiento del habitáculo que acercaba a Dios al hombre, ahora ya no solamente a la nación de Israel, sino a toda la humanidad por medio de la cruz del Calvario y con Su resurrección al tercer día.
Y Él mismo lo avisó a sus discípulos para que cuando todo esto aconteciera no se fueran a turbar, sino que era necesario que todo esto aconteciera en cumplimiento del perfecto plan de salvación trazado por Dios desde la eternidad.
"Tomando Jesús a los doce, les dijo: He aquí subimos a Jerusalén, y se cumplirán todas las cosas escritas por los profetas acerca del Hijo del Hombre. Pues será entregado a los gentiles, y será escarnecido, y afrentado, y escupido. Y después que le hayan azotado, le matarán; mas al tercer día resucitará."
Lucas 18:31-33
Después de esto y ascendido el Señor Jesucristo a la diestra del Padre, el Espíritu Santo vino a morar sobre los que en Él esperaban, en el aposento alto. Vinieron a ser testimonio de la presencia de Dios en sus vidas, dando paso a la iglesia y a la expansión del evangelio por medio de ella, cual fundamento es Cristo y sustento para su edificación.
Y este es el testimonio de la iglesia al mundo, el mismo que resume Pablo tal que así:
"Palabra fiel y digna de ser recibida por todos: que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero."
1 Timoteo 1:15
Salvación que es por gracia de Dios, de modo que es dada al hombre por medio de la fe en el Señor Jesucristo, que nos salvó poniendo su vida por nosotros en aquella cruz, para librarnos de la condenación del pecado y dándonos el acceso a la vida eterna por Su resurrección, para que, reconciliados con Dios en Cristo Jesús, vivamos en Él por toda la eternidad.
"El que cree en el Hijo de Dios, tiene el testimonio en sí mismo; el que no cree a Dios, le ha hecho mentiroso, porque no ha creído en el testimonio que Dios ha dado acerca de su Hijo. Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo. El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida."
1 Juan 5:10-12
Todos los que en Él creemos hemos sido constituidos miembros de la iglesia de Cristo la cual es Su cuerpo, y Jesús por cabeza. Además de ser cada uno de nosotros el templo de Dios en virtud de la morada del Espíritu Santo.
(Pero creer no significa entonar solamente un credo, sino que la fe es manifiesta en la obra y esta dará el fruto del Espíritu por el sometimiento a la voluntad de Dios, en Cristo.)
Y si los principales fueron llamados a la edificación y a la responsabilidad de hacer llegar el arca a la casa de Dios, con más razón los hijos de Dios, que tenemos el Espíritu Santo, tenemos esta función de edificarnos para perfeccionarnos en un cada vez más marcado carácter de Cristo.
"El que descendió, es el mismo que también subió por encima de todos los cielos para llenarlo todo. Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo;"
Efesios 4:10-13
La pregunta surge cuando los creyentes nos vemos criticándonos mutuamente con ánimo de contender, en lugar de alentarnos hacia la corrección. ¿Habrá modo de edificar cuando los obreros no se pusieren de acuerdo?
Hoy es día de meditar cuál está siendo nuestra actitud y empeño en el cuerpo de Cristo, y poner, como David ordenó a los principales, todo nuestro corazón y todo nuestro ánimo en buscar y obedecer la voluntad de nuestro Padre celestial.
Nos ayudará que meditemos en esta nota de Pablo a los de Galacia:
"Sobrellevad los unos las cargas de los otros, y cumplid así la ley de Cristo."
Gálatas 6:2
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