martes, 12 de julio de 2022

LAS DIVISIONES, 1 Crónicas 27:1

LAS DIVISIONES, 1 Crónicas 27:1

Estos son los principales de los hijos de Israel, jefes de familias, jefes de millares y de centenas, y oficiales que servían al rey en todos los negocios de las divisiones que entraban y salían cada mes durante todo el año, siendo cada división de veinticuatro mil.
1 Crónicas 27:1

El capítulo veintisiete está dedicado a los militares y a los funcionarios del rey.

En cuanto a lo militar, vemos que estaban organizados por divisiones. Cada una era de veinticuatromil hombres y en total eran doce divisiones, tantas como meses del año, ya que a cada división le pertocaba en un mes concreto, de manera que cada división servía un mes al año.

Esta organización de la milicia aseguraba que el regimiento estuviera siempre fresco y listo para la batalla, en las conquistas o en respuesta a ataques enemigos.

Llama poderosamente la atención de este sistema de alistamiento militar, ya que, al estar cada grupo oficiado por un propio jefe, todo el ejército funcionaba como doce cuerpos independientes bajo el mismo estandarte y rey.

La reflexión de hoy me llevó a meditar en el sistema congregacional de la iglesia, en el sentido en que, de entre el centenar o el millar, suele haber unos pocos que sirven de forma permanente en funciones ministeriales,a los cuales no se les asimila un reemplazo.

No que la motivación sea el protagonismo de algunos, que también puede suceder en caso de congregaciones no sanas, sino que no se tiene en cuenta que en el cuerpo de Cristo todos somos llamados a servir, del mismo modo que todos hemos sido puestos por testimonio de a Cristo al mundo, desde el primer momento de nuestra conversión a Él.

El resultado general es que acabamos siendo muchos los que jamás llegaremos a rendir en la obra del Señor según Sus capacitaciones y Sus dones dados por el Espíritu Santo, hasta el punto de no saber reaccionar ante ataques a la iglesia y a la sana doctrina.

Quizá, y esto sólo como pensamiento resultante del sistema militar que tenía el rey David, un mayor dinamismo en los discipulados y en la organización congregacional diera un mayor fruto. Por cuanto las ovejas dejaríamos de pensar erróneamente que el peso del ministerio ha de ir siempre sobre el mismo hermano.

Porque, ¿no es Dios el que capacita? ¿Acaso haya un miembro del cuerpo, por insignificante que parezca, que no ejerza función alguna? Pues hasta cada pelo que se cae cuenta y cumplió su misión mientras estuvo en la cabeza.

A veces, y en esto nos tenemos que incluir todos, pecamos en la arrogancia de pensar que nuestra estancia en esta vida terrenal también es eterna, como si el pastor o el maestro nunca fueran a partir, o aquel que siempre está dispuesto y formado en defensa del evangelio.

En este sentido Pablo instó a Timoteo a la contínua formación de hermanos, de manera que los formados en el evangelio continuaran formando a otros y así sucesivamente, en pos de la defensa de la fe y de un mayor rendimiento de los dones y capacitaciones en la iglesia de Cristo.

"Lo que has oído de mí ante muchos testigos, esto encarga a hombres fieles que sean idóneos para enseñar también a otros."
2 Timoteo 2:2

Además conocemos también, durante la lectura de las epístolas del apostol, que su ministerio venía apoyado en sus colaboradores con frecuencia. Siendo que, en sus misiones, cada cual le apoyaba de un modo u otro o venía a ejercer la labor encomendada como si del mismo Pablo se tratase.

"En cuanto a Tito, es mi compañero y colaborador para con vosotros; y en cuanto a nuestros hermanos, son mensajeros de las iglesias, y gloria de Cristo. Mostrad, pues, para con ellos ante las iglesias la prueba de vuestro amor, y de nuestro gloriarnos respecto de vosotros."
2 Corintios 8:23-24

Hoy puede ser el día en que sopesemos seriamente nuestro nivel de fanatismo o de protagonismo que tenemos como miembros del cuerpo de Cristo.

Y por si acaso uno piensa que el funcionamiento de todo el cuerpo depende en exclusiva de él, o si contrariamente nos hallamos sin posibilidad de ejercer nuestro llamado a causa del impedimento de algunos, sírvanos este texto.

Porque ni el que ningunea, ni el que se deja ningunear acaba siendo útil en el propósito de Dios para con Su iglesia.

"Mas ahora Dios ha colocado los miembros cada uno de ellos en el cuerpo, como él quiso. Porque si todos fueran un solo miembro, ¿dónde estaría el cuerpo? Pero ahora son muchos los miembros, pero el cuerpo es uno solo."
1 Corintios 12:18-20




















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