domingo, 3 de julio de 2022

LA EDAD ADULTA, 1 Crónicas 23:1-5

LA EDAD ADULTA, 1 Crónicas 23:1-5

Siendo, pues, David ya viejo y lleno de días, hizo a Salomón su hijo rey sobre Israel. Y juntando a todos los principales de Israel, y a los sacerdotes y levitas, fueron contados los levitas de treinta años arriba; y fue el número de ellos por sus cabezas, contados uno por uno, treinta y ocho mil. De éstos, veinticuatro mil para dirigir la obra de la casa de Jehová, y seis mil para gobernadores y jueces. Además, cuatro mil porteros, y cuatro mil para alabar a Jehová, dijo David, con los instrumentos que he hecho para tributar alabanzas.
1 Crónicas 23:1-5

Llegó el día en que se diera la sucesión al trono del anciano David por Salomón, operación que no iba a dejar detalle alguno a la improvisación, pues él mismo organizó toda la corte sacerdotal que se ocupará de todo lo concerniente a lo santo y a lo legal durante el reinado de su hijo.

En cuanto a la selección, entendimos por Moisés que debían cumplir con cierto nivel de madurez para ejercer sus funciones. En su caso el requisito se establecía en una edad mínima de veinte años.

"Todo el que sea contado, de veinte años arriba, dará la ofrenda a Jehová."
Éxodo 30:14

"De veinte años arriba, todos los que pueden salir a la guerra en Israel, los contaréis tú y Aarón por sus ejércitos."
Números 1:3

Pero el elenco según David se fijó a partir de los treinta, lo que vendría siendo la edad adulta. Con esta edad vendría a organizar un liderazgo estable, desarrollado y responsable, cualidades necesarias para asegurarle a Salomón un sólido y reputado reinado entre las naciones de la tierra.

Nótese que la madurez también se tuvo en cuenta en la selección de los músicos y adoradores del templo, así como para los que guardaban las puertas.

La experiencia es un grado, y a David le tocó experimentar varias traiciones por parte de su círculo más cercano de consejeros y militares. Cosa que se ahorró Salomón en todo su reinado.

El prestigio del sello de Salomón, además de por su sabiduría recibida de lo Alto, tuvo mucho que ver con la solidez de todo su conjunto legal, social y religioso.

Cuando el hombre fue creado, éste disponía de toda sabiduría y potencia necesarias para llevar a cabo eficazmente su dominio sobre la tierra, en directa conexión con Dios y conforme a Su voluntad.

No teniendo limitación alguna, excepto una clara prohibición, la cual decía: "De todo árbol del huerto podrás comer; mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás." A Adán le bastó con la idea de ser autosuficiente para romper el vínculo con su Creador, transgrediendo la única norma.

Cayó, pues, el hombre, de la presencia de Dios, a causa de su pecado. Perdiendo con ello su dominio sobre la tierra y por su simiente corrompida, arrastró irremediablemente a muerte a toda la humanidad. Degenerando también, con el pasar de las generaciones, la capacidad intelectual que le fue dada en el Edén.

Como bien dijo el salmista, cual proverbio de Salomón:

"El principio de la sabiduría es el temor de Jehová; Buen entendimiento tienen todos los que practican sus mandamientos; Su loor permanece para siempre."
Salmos 111:10

Hallamos que sabiduría o necedad están directamente relacionadas con lo más o menos cercano que uno está de Dios y de sus mandamientos. Del mismo modo, esta proximidad a Dios determina el nivel de madurez de quien  permanece.

¿Y cómo se acercará a Dios el hombre,en su pecado, y cómo podrá temerle en su necedad?

Pues como David plasmó en el Salmo:

"Dice el necio en su corazón: No hay Dios. Se han corrompido, hacen obras abominables; No hay quien haga el bien. Jehová miró desde los cielos sobre los hijos de los hombres, para ver si había algún entendido, que buscara a Dios. Todos se desviaron, a una se han corrompido; No hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno."
Salmos 14:1-3

Pero Dios, que es grande en misericordia y lento para la ira, nos ha dado a Su Hijo en propiación por nuestros pecados, para la reconciliación con Él.

Porque Dios es perfectamente Santo y en Él no hay cabida al más mínimo pecado, asimismo Jesús, quien es Dios hecho hombre, entregó Su impecable vida en pago por la condena que cayó en su día a toda la humanidad a causa de Adán.

Pues Cristo murió, resucitó y ascendió a la diestra del Padre, dejándonos Su Santo Espíritu para morar con nosotros y en cada uno de los que en Él creemos y reconocemos Su autoridad y el rescate, que hallamos exclusivamente en Él.

Y ahora, siendo hechos hijos de Dios en Cristo por la acción del Espiritu Santo, recibimos también, con nuestra nueva identidad, un propósito que trasciende a la eternidad, para el cual somos instados a madurar la fe hasta nuestra edad adulta, en participación en el cuerpo de Cristo.

"vosotros también, poniendo toda diligencia por esto mismo, añadid a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento; al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad; a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor. Porque si estas cosas están en vosotros, y abundan, no os dejarán estar ociosos ni sin fruto en cuanto al conocimiento de nuestro Señor Jesucristo."
2 Pedro 1:5-8

Deberíamos preguntarnos, si el Señor va a disponer hoy de sus siervos para darles parte en el ministerio, ¿es nuestro nivel de madurez tal como para ser acepto entre los de la edad adulta?

Y para el caso de aquellos que podamos sentirnos tan maduros como los Filipenses, prosigamos, sirviéndonos de estas palabras de Pablo:

"No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús. Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús."
Filipenses 3:12-14
























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