jueves, 21 de julio de 2022

RECTITUD, 1 Crónicas 29:17

RECTITUD, 1 Crónicas 29:17

Yo sé, Dios mío, que tú escudriñas los corazones, y que la rectitud te agrada; por eso yo con rectitud de mi corazón voluntariamente te he ofrecido todo esto, y ahora he visto con alegría que tu pueblo, reunido aquí ahora, ha dado para ti espontáneamente.
1 Crónicas 29:17

Durante la oración de David delante de los principales de Israel, el cronista la plasma como una enseñanza, en la que detallará las características del corazón de un hombre de Dios.

En el caso de este verso, el rey indica cómo Dios se agrada de la rectitud. Por ello, David buscó obrar rectamente, en sinceridad de corazón, en cuanto a toda su aportación para la edificación del templo y sus provisiones.

En esta pequeña pero enriquecedora enseñanza, David expresa la necesidad de conocer qué le agrada y qué le desagrada a Dios, siendo que en este caso se centra en la cualidad de la rectitud.

Seguidamente muestra como es necesario aplicar ese conocimiento, de modo que David indica cómo se sujetó a la voluntad de Dios, en este caso.

Por último, el rey concluye mostrando el favorable resultado de obedecer a este conocimiento de la voluntad de Dios conforme a la rectitud.

Pues David se instruye, aplica y produce el fruto, el cual es la afirmativa reacción de su audiencia.

Concentrada en un sólo verso, tan suculenta enseñanza, sólo nos queda saber en qué consiste la rectitud, para poder aplicarla también a nuestra vida.

La rectitud es una cualidad que engloba características, tan  sinónimas como armonizables entre ellas, como la sinceridad, la honestidad y la justicia en el proceder de quien la practica.

El contrario del corazón recto es el corazón flexible, que tiene la capacidad de doblarse fácilmente por la influencia que se ejerza sobre él en cada momento.

Las personas con corazón flexible se adaptan muy fácilmente a cualquier corriente de este mundo, por lo que son más vulnerables al engaño, por su falta de firmeza.

El primer ejemplo en la historia de la humanidad tocante a un corazón flexible lo tenemos con Eva, quien estando sola se dejó embaucar por la serpiente, mordiendo del fruto aquel del cual Dios dijo "no comerás, porque el día que de él comieres, ciertamente morirás". 

Y con ella pecó Adán, ya sin necesidad de ser engañado, desviándose inevitablemente hacia la muerte, que es la separación de Dios.

Desde entonces la humanidad nace con un corazón desviado por la simiente de Adán.

"Como está escrito: No hay justo, ni aun uno; No hay quien entienda. No hay quien busque a Dios. Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles; No hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno."
Romanos 3:10-12

Y puesto que, por ese corazón torcido, al hombre le es imposible hallar la rectitud para encaminarse en ella, Dios nos ha rescatado por medio del Hijo, el Señor Jesucristo, para que por medio de la fe en Él y en arrepentimiento, obtengamos el regalo del perdón y la vida eterna, poniendo en cada uno de los que creemos en Él un corazón nuevo llevado hacia la rectitud por el Espíritu Santo, según la voluntad de Dios y en el carácter de Cristo.

Pero el viejo hombre sigue estando en cada creyente mientras este permanezca en este mundo en su cuerpo corruptible.

Aún así es posible someter esta naturaleza carnal a la espiritual haciendo como David: llegando al conocimiento de la voluntad de Dios para aplicarla personalmente y en el diario vivir de manera que la persona vaya pareciéndose cada vez más a Cristo, por el fruto del Espíritu como resultado, en evidencia testimonial de salvación al mundo.

En estos últimos tiempos estamos viviendo en un mundo cada vez más lleno de factores que pueden distraer el corazón y la mente del creyente desviándolo hacia las sendas engañosas de la humanidad.

Aunque salvos en Cristo, lamentablemente somos muchos en Su iglesia que no estamos participando del fruto, por nuestro corazón flexible a causa de una escasa relación con nuestro Padre celestial.

Hoy está siendo el día de examinar nuestro corazón a la luz de las Escrituras e intentar que sea hallado como el del rey David, en rectitud, por la obediencia y puesta en práctica de la voluntad de Dios para con Sus hijos.

Y para evitar que el viejo hombre se interponga a nuestra nueva identidad en Cristo para no dejarnos guiar por el Espíritu, en rectitud, sirvámonos del consejo de Pablo:

"En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad. Por lo cual, desechando la mentira, hablad verdad cada uno con su prójimo; porque somos miembros los unos de los otros."
Efesios 4:22-25




















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