martes, 5 de julio de 2022

CULTO RACIONAL, 1 Crónicas 25:1-4

CULTO RACIONAL, 1 Crónicas 25:1-4 

Asimismo David y los jefes del ejército apartaron para el ministerio a los hijos de Asaf, de Hemán y de Jedutún, para que profetizasen con arpas, salterios y címbalos; y el número de ellos, hombres idóneos para la obra de su ministerio, fue: De los hijos de Asaf: Zacur, José, Netanías y Asarela, hijos de Asaf, bajo la dirección de Asaf, el cual profetizaba bajo las órdenes del rey. De los hijos de Jedutún: Gedalías, Zeri, Jesaías, Hasabías, Matatías y Simei; seis, bajo la dirección de su padre Jedutún, el cual profetizaba con arpa, para aclamar y alabar a Jehová. De los hijos de Hemán: Buquías, Matanías, Uziel, Sebuel, Jeremot, Hananías, Hanani, Eliata, Gidalti, Romanti-ezer, Josbecasa, Maloti, Hotir y Mahaziot.
1 Crónicas 25:1-4 

Para la corte de músicos y cantores, David también hizo lista detallada de los hijos de Asaf, Henán y Jedutún. 

Estos eran profetas, también llamados videntes, lo cual significaba que el Espíritu Santo les inspiraba para hablar la Palabra en sus Salmos y cuando fuera requerida. 
De manera que los cánticos glorificaban a Dios desde el conocimiento y desde el sentido instructivo, exhortativo y profético, según conocemos durante la lectura de los Salmos: para enseñanza, formación y  permanencia del pueblo en la ley de Dios, en tributos de loores al Único Dios vivo y verdadero. 

No cualquiera podía ser salmista. Cierto es que no era una función exclusiva de los levitas, pues además entre ellos contaban David y Salomón, además de los anónimos y los de Moisés, que él si era levita. Pero todos los autores participantes de los Salmos plasmados en la Palabra de Dios cumplían el mismo requisito: los escribieron siendo inspirados por Dios. 

La inspiración Divina no es como lo que le puede acontecer a cualquier cantautor o poeta que, viniéndole un pensamiento más o menos vistoso para plasmarlo en verso, se levanta de su cama en la madrugada, como si tuviera un resorte, anotándolo para que no se le olvide en la mañana. 

Sino que Dios sopló Su sabiduría al autor para que éste escribiera, según su estilo personal pero sin error, exactamente lo que Dios quiso comunicar al hombre. 

Los Salmos están considerados, en cuanto a revelación e importancia, al mismo nivel que la ley y los profetas, dicho así por el mismo Señor Jesucristo: 

"Y les dijo: Estas son las palabras que os hablé, estando aún con vosotros: que era necesario que se cumpliese todo lo que está escrito de mí en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos."
Lucas 24:44 

Y los Salmos son los que son, los que Dios dispuso que formaran parte de las sagradas Escrituras, que son la Palabra de Dios. 

Desde que Adán pecara Dios ha mostrado especial interés por revelarse al hombre, dándose a conocer a Sí mismo y a Su propósito para con el hombre y con toda la creación, en anuncio de Su plan perfecto de salvación, trazado desde la eternidad. 

De modo que todas las Escrituras que el pueblo de Dios recopiló desde Job y hasta Malaquías, con Abraham por patriarca  y Moisés por profeta, cerraban la revelación de este plan de salvación. 

El plan era salvar al hombre de la condena del pecado, y el sujeto de la acción, el Señor Jesucristo, el Mesías del cual anunciaron Moisés, los salmistas y los profetas. 

Jesús, siendo el cumplimiento del Cristo anunciado, es Dios venido en carne, el súmmum de la revelación de Dios al hombre. 

"Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo;"
Hebreos 1:1-2 

Pues teniendo cumplimiento en Sí mismo toda la Escritura, una vez venido al hombre como hombre, no queda mayor revelación que Él mismo, el cual, habiendo derramado Su vida en tierra desde la cruz del Calvario, sepultado y resucitado al tercer día, ascendió a la diestra del Padre y nos dió el Espíritu Santo a morar en todo aquél que en Él cree, en una nueva identidad como hijo de Dios, en Cristo Jesús, para perdón y vida eterna. 

Y en esta nueva vida, hijos de Dios somos hechos en Él por medio de la fe y en arrepentimiento. ¿Qué tipo de hijo desconoce a su padre, sino el rebelde y el bastardo? 

Los creyentes tenemos a Dios por nuestro Padre celestial y a Jesús, nuestro Dador de vida. 

En su día el Señor guió a Su pueblo y puso a David en su corazón el seleccionar a adoradores según la voluntad de Dios, para servir en el templo. 

El hombre fue creado con el propósito principal de adorar a su Creador, ¿no lo haremos nosotros, siendo Él nuestro Padre? 

Estamos convencidos de que sí le adoramos, pero debemos reconocer que pocas veces nos ajustamos a Su voluntad en cómo hacerlo. 

Y es que adorar a Dios a nuestra manera no es adorarlo, sino algo tan grave que se llama idolatría, por cuanto nos hemos hecho la imagen de Dios a nuestra conveniencia, pensando que a Él le va a valer lo que a nosotros nos place darle. 

Y como emoción no es sinónimo de santidad, ni las lágrimas lo son de la obediencia, va siendo el día en que volvamos al culto racional, en total conocimiento y convencimiento de estar cumpliendo la voluntad de Dios, y no la nuestra. 

"Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta."
Romanos 12:1-2


















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