Salomón hijo de David fue afirmado en su reino, y Jehová su Dios estaba con él, y lo engrandeció sobremanera. Y convocó Salomón a todo Israel, a jefes de millares y de centenas, a jueces y a todos los príncipes de todo Israel, jefes de familias. Y fue Salomón, y con él toda esta asamblea al lugar alto que había en Gabaón; porque allí estaba el tabernáculo de reunión de Dios, que Moisés siervo de Jehová había hecho en el desierto. Pero David había traído el arca de Dios desde Quiriat-jearim al lugar que él le había preparado; porque él le había levantado una tienda en Jerusalén. Asimismo el altar de bronce que había hecho Bezaleel hijo de Uri, hijo de Hur, estaba allí delante del tabernáculo de Jehová, al cual fue a consultar Salomón con aquella asamblea.
2 Crónicas 1:1-5
El segundo libro de Crónicas forma parte del primero en las Escrituras Hebreas, siendo un sólo libro, y es colocado el último en la Tanaj, que es como se llama la Biblia Hebrea.
Si en el primer libro el cronista se centró en el rey David y su obra, en este segundo libro se va a centrar en Salomón y en los posteriores reyes tocante al reino de Judá.
En los primeros versículos leemos que lo primero que hizo Salomón como rey fue convocar a los principales de Israel para ir con ellos al tabernáculo de reunión.
Aunque el rey David trasladó el arca a Jerusalén, el tabernáculo se mantuvo en Gabaón, y es allá donde fue Salomón junto con todos los convocados.
Porque la tienda donde David hizo reposar el arca venía a ser el Lugar Santísimo, aquel en el que solamente podía acceder el sumo sacerdote bajo unas estrictas condiciones.
Por lo que el resto que se quedó en Gabaón, continuó llevando a cabo sus funciones, con todos los demás elementos del tabernáculo de reunión.
Así que cualquiera que buscara acercarse a Dios ya fuera por consulta, expiación u ofrendas de gratitud, no lo podía hacer presentándose directamente en Sion, sino que debía trasladarse a Gabaón, según el orden establecido por Dios en la ley de Moisés.
En lo extenso de la historia de la creación, el hombre ha tratado de buscarse el modo más directo y cómodo para llegar a Dios, según su parecer.
En el caso de Adán, aunque disponía de la mayor comunión con Dios que jamás el hombre a podido volver a tener en toda la historia veterotestamentaria, él prefirió tomar del fruto que le alcanzaba Eva, recién tomado por ella del árbol del conocimiento del bien y del mal, el mismo del cual Dios dejó en preaviso que el día que de él comieren, ciertamente morirían.
Comieron, pues, y la muerte les alcanzó por su irremediable separación con Dios. Porque en la perfecta y santa presencia de Dios no hay cabida al más mínimo pecado, quedaban, pues, Adán y Eva excluídos de Su presencia, y con ellos toda la humanidad.
Pero Dios, en Su inconmensurable amor y misericordia, trazó un plan eterno para la salvación del hombre y para tomar Su trono sobre la tierra, el cual era aquel dominio que perdió Adán tras su pecado y le fue arrebatado por Satanás debido a la circunstancia.
La primera parte del plan, la de la salvación, se cumplió con la llegada del Señor Jesucristo, el cual es el Hijo de Dios y Dios Hijo encarnado, muerto, sepultado y resucitado al tercer día para el perdón y la vida eterna de todo aquel que en Él cree.
Jesús supone, desde entonces, la justificación del hombre en Cristo para que por medio de Él vuelva a acceder a la santa y perfecta presencia de Dios.
Es en Cristo, y en ningún otro medio, en que podemos acercarnos a Dios y tenerlo por Padre. Algo que jamás pudieron experimentar ni los hombres más fieles a Dios que vivieron en tiempos anteriores a Cristo.
Y así mismo se presentó Jesús delante del pueblo:
"Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí."
Juan 14:6
Como también lo indica Juan en sus cartas:
"El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida."
1 Juan 5:12
Son afirmaciones absolutas, donde la relatividad no tiene cabida, tan claras y concisas que no queda lugar a duda de que Él es el Único acceso a Dios y Único mediador entre Dios y los hombres.
"Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre,"
1 Timoteo 2:5
Salomón tenía bien cerca la tienda donde reposaba el arca del pacto. Pero aunque el arca fue custodiada anteriormente en casa de Abinadab y de Obed Edom sin aparentes problemas, es más, incluso Obed Edom y su familia salieron grandemente bendecidos a causa de su custodia. A Salomón jamás se le ocurriría presentarse directamente en la tienda que puso su padre en Sion, donde moraba el arca, a sabiendas por la ley que moriría fulminantemente a causa del pecado.
El rey Salomón se trasladó a Gabaón para acercarse a Dios como Él manda.
Gracias a Dios que nos ha dado a Su Hijo para que por medio de Él lleguemos directamente a Sus brazos, sin necesidad de más sacrificio.
No obstante, y por la dureza de nuestro corazón de carne, nos pudiera venir la tentación de pensarnos más o menos merecedores de Su gracia según nuestra labor en el cuerpo de Cristo y nuestra fidelidad a Él.
Lo cierto es que nadie, por muy fiel que sea, es merecedor de la salvación que el Padre nos ha dado en el Hijo, el Señor Jesucristo, y el más mínimo pensamiento que nos dirija al mérito propio constituye la idolatría de jactarnos de nuestra salvación.
Hoy es día de meditar cómo nos acercamos al Padre o cuál es nuestra pretensión de hacerlo. Nos tocará leer las palabras que dedicó Jesús a los fariseos, que se llegaron a creer más aceptos delante de Dios que Dios mismo en la persona del Hijo.
"Vosotros sois los que os justificáis a vosotros mismos delante de los hombres; mas Dios conoce vuestros corazones; porque lo que los hombres tienen por sublime, delante de Dios es abominación."
Lucas 16:15
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