miércoles, 29 de junio de 2022

EL LEGADO, 1 Crónicas 22:5

EL LEGADO, 1 Crónicas 22:5

Y dijo David: Salomón mi hijo es muchacho y de tierna edad, y la casa que se ha de edificar a Jehová ha de ser magnífica por excelencia, para renombre y honra en todas las tierras; ahora, pues, yo le prepararé lo necesario. Y David antes de su muerte hizo preparativos en gran abundancia.
1 Crónicas 22:5

Ya está decidido en lugar donde se construirá el templo. David lo hubiera levantado él mismo de buena gana, pero Dios tenía otro plan para él, el cual le iba a tener batallando contra los pueblos de alrededor, a fin de asegurar un tiempo de paz y bonanza, para que su sucesor se  puede dedicar en exclusiva a la construcción del templo y a engordar las arcas del reino, por medio de relaciones diplomáticas con otras potencias mundiales.

Para ello David se ocupa de almacenar el material necesario para poder llevar a cabo la obra, así como los planos e  instrucciones de cómo debe hacerse.

También pone a su abasto un gran equipo de trabajadores y lo presenta a los principales de Israel para que le ayuden.

"He aquí, yo con grandes esfuerzos he preparado para la casa de Jehová cien mil talentos de oro, y un millón de talentos de plata, y bronce y hierro sin medida, porque es mucho. Asimismo he preparado madera y piedra, a lo cual tú añadirás. Tú tienes contigo muchos obreros, canteros, albañiles, carpinteros, y todo hombre experto en toda obra. Del oro, de la plata, del bronce y del hierro, no hay cuenta. Levántate, y manos a la obra; y Jehová esté contigo."
1 Crónicas 22:14-16

Además de todo esto, y como de nada sirve una buena provisión sin un buen conocimiento, David le insta en la importancia de saberse administrar bien, una vez llegue al trono y dirija toda la obra.

Porque ¿cómo levantar un templo a Dios sin tener en cuenta Su voluntad y sin guardar Su ley? De ninguna manera Dios permitiría que el templo fuera levantado por un rey rebelde y necio, igual que no permitió que David lo hiciera a causa de la sangre derramada por sus manos, por las tantas guerras en que le tocó participar.

"Y Jehová te dé entendimiento y prudencia, para que cuando gobiernes a Israel, guardes la ley de Jehová tu Dios."
1 Crónicas 22:12

Porque de no haberle inculcado David a su hijo Salomón la importancia de mantenerse en la ley de Dios, lo cual hace necesario conocerla y conocer a Quien la da, para vivir en ella, Salomón jamás hubiera sentido la imperiosa necesidad de pedirle a Dios que le diera sabiduría, que fue lo mejor que pudo pedir una vez puesto por rey.

Pues este fue el legado de David a Salomón, una buena provisión, un mejor consejo y gran poder y fama en la extensión de la tierra, que le aseguraron una vida copiosa en bonanzas y en paz.

De la descendencia de David recibimos el legado de Dios para los hombres, el cual nos da el perdón y la vida eterna en reconciliación con Él.

Legado que nos es dado en Cristo Jesús, Dios Hijo encarnado y entregado por nosotros en la cruz del Calvario para que, resucitado a los tres días de su sepultura, venga a ser Señor y Salvador de todo aquel que en Él cree,  además de ser hecho hijo de Dios.

Como hijos de Dios, nosotros hemos recibido el Espíritu Santo el cual nos abre el conocimiento de las Escrituras y nos enseña a través de Su santa y perfecta Palabra para adquirir un cada vez mayor conocimiento de Dios y de Su voluntad para con Su iglesia y para con toda la humanidad.

"Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos), y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús, para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús."
Efesios 2:4-7


Ahora nosotros, cual Salomón notó el peso de la responsabilidad como sucesor del trono y en la obra de Dios, debemos entender que como portadores de Su gracia y voceros del evangelio de Salvación, nos es requisito indispensable adquirir el mayor conocimiento del Padre que podamos a través de Su santa Palabra para que, con la ayuda del Espíritu Santo vayamos siendo forjados en el carácter de Cristo y podamos así edificar sobre Él, por cuanto es nuestro fundamento y nuestra Roca Eterna.

Porque la labor evangelística no es exclusiva de unos pocos en la iglesia, como erradamente se piensa en lo general del cuerpo de Cristo, que sólo los pastores, maestros o predicadores pueden  ser evangelistas. Sino que la difusión del evangelio es la razón principal por la que Dios permite la estancia de Su iglesia en la tierra, pues, de no haber esta razón, el Señor nos hubiera llevado con Él en el mismo momento de nuestra conversión, para evitarnos así un sólo minuto de más en este mundo de corrupción.

Por lo que hoy es día de meditar cómo estamos sobreedificando en Cristo, según nuestro testimonio de vida al mundo, ya no solamente con las palabras, sino con nuestra forma de vivir.

¿Qué legado estamos dejando?

"Conforme a la gracia de Dios que me ha sido dada, yo como perito arquitecto puse el fundamento, y otro edifica encima; pero cada uno mire cómo sobreedifica. Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo."
1 Corintios 3:10-11






























EL SANTO LUGAR, 1 Crónicas 22:1

EL SANTO LUGAR, 1 Crónicas 22:1

Y dijo David: Aquí estará la casa de Jehová Dios, y aquí el altar del holocausto para Israel.
1 Crónicas 22:1

Después que clamara David a causa de la peste enviada por Dios al pueblo durante tres días, el ángel de Jehová envainó su espada y le fue ordenado a David que levantara un altar justo donde él se detuvo, en la era de Ornán.

Ornán tenía su era en Moriah, aquel lugar donde Abraham en su día levantó un altar para ofrecer a su hijo según Dios ordenó que hiciese.

"Y dijo: Toma ahora tu hijo, tu único, Isaac, a quien amas, y vete a tierra de Moriah, y ofrécelo allí en holocausto sobre uno de los montes que yo te diré."
Génesis 22:2

A tres días de camino desde donde se encontraba, Abraham mostró su fe con su obediencia y, empuñado el cuchillo justo a punto de consumar el sacrificio, Dios mandó un ángel para detenerlo.

Demostrada su fidelidad, le fue dado un carnero, el cual Dios hizo aparecer enredado entre las zarzas, como sacrificio en lugar de su hijo.

Entregado el animal en holocausto, Moriah resultó también ser el escenario de las promesas de Dios a Abraham: de descendencia, de heredad y de bendición.

"Y llamó el ángel de Jehová a Abraham por segunda vez desde el cielo, y dijo: Por mí mismo he jurado, dice Jehová, que por cuanto has hecho esto, y no me has rehusado tu hijo, tu único hijo; de cierto te bendeciré, y multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo y como la arena que está a la orilla del mar; y tu descendencia poseerá las puertas de sus enemigos. En tu simiente serán benditas todas las naciones de la tierra, por cuanto obedeciste a mi voz."
Génesis 22:15-18

Este era el lugar desde donde ahora Dios ordenó a David que le fuera levantado un altar para ofrendas y sacrificios, y así hizo.

Por el gran temor que le aconteció el ver al ángel de Jehová, espada en mano y  suspendido en el aire, sobre la era de Ornán, y aún impresionado porque en este lugar Dios respondió a su oración, David entendió que este iba a ser el lugar perfecto donde construir el templo de Dios, para que morara allá Su presencia.

Y puede que también supiera David, por su cualidad de profeta, que este será el Lugar en que será consumado el perfecto sacrificio por el Señor Jesucristo y donde más adelante tomará Su trono para siempre, en Su segunda venida.

Porque los planes de Dios no son improvisados, sino perfectamente trazados desde la eternidad para que todo lo concerniente a Su plan eterno de salvación y de reinado se cumplan con todo lujo de detalles.

Pues así determinó Dios que se diera el perfecto sacrificio. Que siendo entregado por los principales de Israel a los romanos, Jesús fuera llevado ni más ni menos que a Moriah, concretamente en la zona llamada Gólgota o el Calvario, donde levantarían la cruz en que su cuerpo sería clavado.

Dando de sí hasta Su última gota de sangre, entregó Su espíritu al Padre y murió.

Y cual fuego cayendo hacia el altar del holocausto, se rasgó el velo del templo, dejando libre el acceso al Lugar Santísimo.

El olor grato del perfecto sacrificio vino recompensado con Su resurrección al tercer día.

De modo que Su vida fue entregada para nuestra redención y vuelta a tomar, para acceso nuestro a la vida eterna en Él.

Así es como todos los que en Él creemos y lo reconocemos como Señor y Salvador personal en arrepentimiento y obediencia a Él, somos constituidos hijos de Dios y morada del Espíritu Santo, haciendo de cada uno de nosotros el santo lugar, en Cristo Jesús.

Y como el templo de Dios contenía en sus atrios el altar para los sacrificios, a cada creyente le es instado a sacrificar su carne para la obra de santificación y perfeccionamiento del Espíritu Santo en la formación del carácter de Cristo.

Siendo pues, los cristianos, miembros del santo lugar el cual es el cuerpo de Cristo, y Él por cabeza, esperamos en Él el día en que estaremos en Su presencia, y el día en que volverá para tomar Su trono eterno y reinar para siempre sobre toda la creación.

Mientras tanto, seamos receptores de estas palabras que Jesús ordenó a sus discípulos:

"Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén."
Mateo 28:18-20

















lunes, 27 de junio de 2022

LOS DAÑOS COLATERALES, 1 Crónicas 21:17

LOS DAÑOS COLATERALES, 1 Crónicas 21:17

Y dijo David a Dios: ¿No soy yo el que hizo contar el pueblo? Yo mismo soy el que pequé, y ciertamente he hecho mal; pero estas ovejas, ¿qué han hecho? Jehová Dios mío, sea ahora tu mano contra mi, y contra la casa de mi padre, y no venga la peste sobre tu pueblo.
1 Crónicas 21:17

En lo que llevamos de capítulo, David censa a Israel, por lo que Dios hiere a Su pueblo. Seguidamente David se arrepiente y Dios le hace llegar, por medio del profeta Gad, tres opciones a escoger sobre cómo desea ser disciplinado.

De las tres opciones, David escoge la que, a su parecer, sería el mal menor y dice así:

"Entonces David dijo a Gad: Estoy en grande angustia. Ruego que yo caiga en la mano de Jehová, porque sus misericordias son muchas en extremo; pero que no caiga en manos de hombres."
1 Crónicas 21:13

Por lo que Dios manda al ángel de Jehová para que hiera a toda la tierra de Israel con la peste.

En el transcurrir de los días setenta mil personas murieron y, siendo enviado el ángel a Jerusalén para destruirlo, Dios lo detiene, por lo que el ángel se encuentra allá suspendido, entre cielo y tierra, sobre la era de Ornán el jebuseo, a la espera.

Ornán tenía su era en el monte Moriah, aquel donde Abraham en su día levantó un altar para ofrecer a su hijo según Dios ordenó que hiciese. (Los que conocemos esta historia sabemos que sólo se trató de una prueba de amor y fe, y que Dios le mandó un carnero, evitando así que su hijo fuera sacrificado.)

Al ver David al ángel de Jehová ahí, con su espada, a punto de destruir Jerusalén, es cuando se postran él y los ancianos, en cilicio, y claman por el gran daño que ha causado su pecado, reclamando que el peso de la responsabilidad caiga única y exclusivamente sobre él.

Eran tres días de castigo en los que Dios ha dañado todo Israel antes de llegar a la santa ciudad de Jerusalén, pero no es hasta este momento, en que David ha visto con sus propios ojos al ángel que Dios ha enviado, que ha sido consciente del mal que ha causado a todo el pueblo por su pecado.

Sufrieron, pues, los Israelitas, los daños colaterales.

El mayor ejemplo de daño colateral, en toda la historia de la humanidad, viene de mano de Adán, el primer hombre, que por su pecado fuimos todos contaminados. De modo que el hombre que Dios creó, bueno en gran manera, a Su imagen y semejanza, acabó manchado de pecado y encaminado a la muerte y con él, toda la humanidad.

Y aunque el hombre en su carne sigue atado a envejecer, enfermar y morir, Dios nos ha provisto de Su Hijo como medio de salvación del alma, para que en Él hallemos el perdón y la vida eterna.

Pues, por Su obra salvífica en la cruz del Calvario y en Su resurrección al tercer día, Jesús nos abre el acceso en reconciliación con Dios por medio de la fe en Él.

Cuando una persona se arrepiente de su pasada forma de vivir y acepta a Cristo como Señor y Salvador personal, ésta es perdonada y llevada de muerte a vida.  Liberada del yugo que le ataba al pecado y obrando el Espíritu Santo en su interior, para su santificación y formación en el carácter de Cristo. 

Pero aunque en algunos casos la conversión a Cristo trae consigo la sanación física total, lo habitual suele ser que el cuerpo vaya a sufrir los achaques de los excesos y la mala vida que llevara hasta la fecha, sin contar con el irremediable paso del tiempo y con la ley a la que está atado el cuerpo físico desde Adán, por los cuales es inevitable envejecer y enfermar hasta que el cuerpo exhale su último aliento en este mundo.

Podemos recordar a Pablo hablando a los Corintios, sobre el contraste que hay entre la eternidad del espíritu de un hijo de Dios y lo temporal de su carne.

"Por tanto, no desmayamos; antes aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día."
2 Corintios 4:16

Pero este daño colateral en la carne de todo creyente dejará de tener acción cuando nos sea dado nuestro cuerpo glorificado en la resurrección, por cuanto Jesús resucitó siendo primicia de todos los que resucitaremos con Él.

No obstante y mientras estamos en nuestro débil cuerpo de carne, hay un error muy común que cometemos los cristianos aunque nuestro ideal sea vivir en la voluntad de Dios. Y es que son muchas las veces que actuamos por nuestra cuenta, como dando por hecho que Dios está de acuerdo con ella.

Y cuando decidimos hacer las cosas por nuestra cuenta, a veces parece que no sucede nada, pero por lo general las consecuencias suelen ser muy graves a nuestro alrededor.

Quizá no las sepamos ver, pues afecten al ámbito espiritual, a causa de un mal testimonio al haber pecado, o que el efecto se esté notando lejos de nuestro entorno más cercano y por eso no lo podamos apreciar.

El caso es que, en lo terrenal, toda acción tiene su reacción, esto es lo que popularmente conocemos como la ley de causa y efecto, lo cual no se puede revertir aunque exista un arrepentimiento y un perdón.

Hoy nos toca observar y reconocer los daños colaterales que causaron nuestras desobediencias, para no volver a caer en ellas, sino que busquemos y nos encaminemos en la voluntad de Dios.

"No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta."
Romanos 12:2























domingo, 26 de junio de 2022

EL MAL MENOR, 1 Crónicas 21:12-14

EL MAL MENOR, 1 Crónicas 21:12-14

Escoge para ti: o tres años de hambre, o por tres meses ser derrotado delante de tus enemigos con la espada de tus adversarios, o por tres días la espada de Jehová, esto es, la peste en la tierra, y que el ángel de Jehová haga destrucción en todos los términos de Israel. Mira, pues, qué responderé al que me ha enviado. Entonces David dijo a Gad: Estoy en grande angustia. Ruego que yo caiga en la mano de Jehová, porque sus misericordias son muchas en extremo; pero que no caiga en manos de hombres. Así Jehová envió una peste en Israel, y murieron de Israel setenta mil hombres.
1 Crónicas 21:12-14

Tras caer en la tentación de Satanás censando a todo Israel, Dios mandó un castigo a Su pueblo, cosa que provocó el clamor de David.

(En este punto podríamos preguntarnos si su arrepentimiento era genuino o desencadenado por el hecho de que Dios hiriera a Israel. Porque, mientras que al cronista Dios le inspiró a relatarlo de esta manera, lo relatado en el libro de Samuel omite el previo castigo, indicando directamente que a David le pesó en el corazón el haber pecado.)

"Después que David hubo censado al pueblo, le pesó en su corazón; y dijo David a Jehová: Yo he pecado gravemente por haber hecho esto; mas ahora, oh Jehová, te ruego que quites el pecado de tu siervo, porque yo he hecho muy neciamente."
2 Samuel 24:10

Y en respuesta a la oración de David, Dios le envió Palabra por medio de un profeta, a fin de que, en su arrepentimiento, asumiera la gravedad de su acto y su consecuencia.

Es entonces cuando Dios, en una forma excepcional, presenta a David tres opciones a escoger sobre cómo prefiere que le llegue el castigo de la transgresión.

Y como el pecado tenía que ver con la confianza que David depositó en el número de guerreros habitantes del reino, aunque diferentes, la elección mostraba tres consecuencias que afectarían sí o sí al censo.

Cuando alguien nos da a escoger entre varias opciones, siempre vamos a elegir o la mejor o, de entre las malas, el mal menor.

Y esto es lo que vino a hacer David cuando prefirió caer en manos de Dios, pensando en lo que más le convenía en lo personal.

Porque David conocía la misericordia de Dios y sus favores, y aunque ya había sufrido y lo continuaría haciendo en su seno familiar a causa del pecado que cometió con Betsabé, al rey le pareció que el mal menor era éste: caer en manos de Dios por tan sólo tres días.

La consecuencia fue devastadora, según indica el cronista, setenta mil fallecidos en tres días.

Se despiertan aquí varias preguntas: ¿Realmente era el mal menor, haber caído por tres días en manos de Dios?
¿El resultado del castigo habría sido diferente, en el caso de haber escogido los tres años de hambruna o los tres meses huyendo de sus enemigos?
¿Subestimó David la justicia de Dios, pensando que por Su gran misericordia haría pasar por alto el pago por este mal?

Los hombres, por naturaleza y aunque de forma equivocada, buscamos siempre nuestro mal menor.

Y así le pasó a Pedro, poniéndose en el lugar de Jesús y no entendiendo para nada la necesidad de ser llevado a muerte con gran sufrimiento y resucitar al tercer día.

Pues habiendo intentado convencer al Señor para que no lo hiciera, Jesús lo reprendió ipso facto llamándole, incluso, Satanás, por el mal consejo que este le dio.

Seguidamente explicó, a los que le seguían, el verdadero sentido de la vida que trasciende de lo terrenal y pasajero hacia la verdadera y eterna vida en Él.

"Y llamando a la gente y a sus discípulos, les dijo: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame. Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí y del evangelio, la salvará."
Marcos 8:34-35

Porque muchos seguían a Jesús solamente por Sus milagros pero no tenían intención de dejar sus vidas por seguirle a Él.

Y aunque Pedro sí estaba convencido de que Él era el Señor, no acababa de entender que Dios tuviera que venir al mundo en carne y hueso para morir, aunque en tres días fuera a resucitar.

Pero Dios es Justo, y en Su justicia ha determinado que la paga del pecado es la muerte y que sin derramamiento de sangre no hay remisión de pecado.

¿Qué habría sido de nosotros si Dios no hubiera dejado caer sobre Sí mismo el peso de Su justicia? Sólo nos quedaría exclamar lo que el autor de la carta a los Hebreos:

"¡Horrenda cosa es caer en manos del Dios vivo!"
Hebreos 10:31

Pero gracias a Dios nos ha dado al Hijo para que por medio de la fe en Él tengamos el perdón y la vida eterna.

"De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas. Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación; que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación."
2 Corintios 5:17-19

Y los que creemos en Jesús y lo tenemos por Señor y Salvador nuestro, gustamos en nuestro día a día de Su inconmensurable amor y misericordia, por la nueva vida en Él.

Pero ahora que hemos pasado de muerte a vida y hechos hijos de Dios, por la acción y morada del Espíritu Santo, no andamos como los perdidos, aquellos a los que coloquialmente se les puede llamar como "dejados de la mano de Dios", sino que al tenerlo como Padre, recibimos de Él la disciplina, a fin de crecer conforme a la perfección del carácter de Cristo.

Porque al igual que un árbol que crece torcido cuando está maduro ya no se puede enderezar, por lo que es necesario corregir su tronco desde que aún es tallo, todo creyente debemos dejar que el Espiritu Santo nos enderece para no crecer torcidos, sino bien rectitos en Su perfecta y santa voluntad.

Claro que es tentador hacer de nuestro Padre celestial un Dios misericordioso en extremo tal como que nos libre de la disciplina de corrección de nuestros errores. Pero pronto podremos comprobar que, si somos hijos de Dios, no va a haber modo de zafarnos.

Todo sea para aprender, porque a todos nos gustaría aprender a las buenas, en mansedumbre y obediencia a Dios, pero hay que reconocer que son más las veces que nos toca escarmentar así como le pasó a David, y aunque muy dolorosas, estas son las enseñanzas que más nos forjan en el carácter de Cristo.

Hoy va a ser el día de dejar de buscar el mal menor en la forma en que somos disciplinados, para empezar a aprender desde un carácter dócil y obediente, y menos nos tocará probar la vara.
Mientras tanto, demos gracias a Dios por disciplinarnos como hijos suyos.

"Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados. Por lo cual, levantad las manos caídas y las rodillas paralizadas; y haced sendas derechas para vuestros pies, para que lo cojo no se salga del camino, sino que sea sanado."
Hebreos 12:11-13






















viernes, 24 de junio de 2022

POR MÉRITO PROPIO, 1 Crónicas 21:1-4

POR MÉRITO PROPIO, 1 Crónicas 21:1-4

Pero Satanás se levantó contra Israel, e incitó a David a que hiciese censo de Israel. Y dijo David a Joab y a los príncipes del pueblo: Id, haced censo de Israel desde Beerseba hasta Dan, e informadme sobre el número de ellos para que yo lo sepa. Y dijo Joab: Añada Jehová a su pueblo cien veces más, rey señor mío; ¿no son todos éstos siervos de mi señor? ¿Para qué procura mi señor esto, que será para pecado a Israel? Mas la orden del rey pudo más que Joab. Salió, por tanto, Joab, y recorrió todo Israel, y volvió a Jerusalén y dio la cuenta del número del pueblo a David.
1 Crónicas 21:1-4

David contaba con el favor de Dios por cuanto andaba según Su voluntad. Pero esto no era siempre así y, aunque en el capítulo anterior pudimos observar que los errores de David brillaban por su ausencia, este capítulo inicia relatando precisamente un pecado que cometió el cual acarreó muy graves consecuencias al pueblo de Dios.

Pues David, aun conociendo que todas las victorias le habían sido dadas por Dios, en cierto momento se dejó llevar por la idea de que el triunfo de Israel iría directamente ligado al número de sus hombres, lo que conllevaba una incipiente confianza en el mérito propio.

Esto es pecado de incredulidad, asimismo como de idolatría, por cuanto uno está depositando su confianza en factores ajenos a Dios.

Joab lo detectó tan pronto David le ordenó organizar el censo, aunque obedeció a su rey de todos modos, no sin antes intentar que David recapacitara su orden.

Y es que Dios no se necesita de grandes tropas para darle la victoria a Su pueblo, sino más bien todo lo contrario, para que Su gloria se manifieste por encima de lo humanamente posible.

Sobre esto tenemos varios ejemplos Bíblicos, aunque atendamos al más popular, protagonizado por Gedeón contra los madianitas, en tiempos de los jueces:
Dios llamó a Gedeón para encabezar esta misión y él mandó a alistar a todo varón habido y por haber en Israel que pudiera salir a la guerra, ya que los de Madián les superaban en demasía.

Pero Dios le ordenó llevar a cabo un proceso de selección para acortar de más de treinta mil a tan sólo trescientos varones, porque las victorias que da Dios dependen de Dios y no del hombre.

"Y Jehová dijo a Gedeón: El pueblo que está contigo es mucho para que yo entregue a los madianitas en su mano, no sea que se alabe Israel contra mí, diciendo: Mi mano me ha salvado."
Jueces 7:2

Y con el censo, David vino a caer en este pensamiento: "Según el número de nuestro ejército está nuestra salvación." Pues si hasta la fecha sólo le bastó con la potencia del brazo de Dios en su favor, por la costumbre de sus tantas batallas, descuidó su fe, cediendo a la influencia del maligno hacia el propio mérito.

Desde que pecara Adán, el hombre no hay nada que pueda hacer por sí mismo para salvar su alma. Pero Dios, en Su inconmensurable amor y misericordia, trazó un plan para su salvación por medio del Señor Jesucristo.

Y Jesús, Dios Hijo encarnado, puso Su santa y perfecta vida en pago por nuestros pecados, y resucitó al tercer día, para que por medio de la fe en Él recibamos Su vida, que es eterna, y por Él seamos justificados delante de Dios. Hallamos pues, en Cristo, la salvación por gracia de Dios.

"Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe."
Efesios 2:8-9

Cuando Jesús vino por primera vez y habitó en medio de Su pueblo, se presentó delante de todos como el Hijo de Dios, lo cual era lo mismo que reconocer Su deidad, por medio del cumplimiento de las profecías y señales Mesiánicas descritas a lo largo del Antiguo Testamento.

Así que todo aquel que leyó o escuchó los Salmos y los profetas reconocían claramente que Jesús era el Mesías prometido.

Pero los representantes de la ley, que eran los que más conocían las Escrituras, no quisieron reconocerlo a pesar de las tantas y claras evidencias.

Porque ellos no vieron en Él nada que les pudiera servir para su salvación, ya que por su incredulidad se sentían santos y justos por medio de la ley de Moisés. Ley que cabe decir que estos intérpretes habían tergiversado a su antojo y según su interés político-social.

Y como estos representantes de Israel querían mantener su estatus e influencias, se dedicaban a tratar de desprestigiar la predicación de Jesús allá donde iba, a base de burlas y cuestiones malintencionadas.

A lo que en una de estas ocasiones, Jesús les aseveró:

"Entonces les dijo: Vosotros sois los que os justificáis a vosotros mismos delante de los hombres; mas Dios conoce vuestros corazones; porque lo que los hombres tienen por sublime, delante de Dios es abominación."
Lucas 16:15

No es que sea una actitud exclusiva del impío pues, como hemos visto en David, puede manifestarse en cualquiera que deje de reconocer la mano de Dios en sus logros para causarlos en dependencia de su propio mérito.

Y es que cuando el cristiano hace de su vida de fe una rutina, deja de andar por fe para moverse en la costumbre y, por ende, planifica sus pasos sin tener en cuenta la voluntad de Dios.

Esto le aconteció a la iglesia de Éfeso, la cual es ejemplo y no excepción, pues lamentablemente es un mal que nos puede suceder a cualquiera, por muy implicados que estemos en la obra del Señor, si es que no atendemos a nuestra relación personal con nuestro Padre celestial.

Y es que resultó que los Efesios estaban muy ocupados en la obra del Señor pero habían abandonado su relación con Él, así que todo lo que hacían acababa cayendo en saco roto, por carecer, su obra, del amor de Cristo.

¿Verdad que no nos apetece que el Señor nos tenga que decir como a ellos: "Pero tengo contra ti, que has dejado tu primer amor"?

Pues hoy va siendo día de valorar nuestra implicación en la iglesia y dónde está la base de nuestra confianza, si en Cristo o en dependencia de nuestro propio mérito.

Sírvanos, para concluir, este buen consejo de Dios:

"Fíate de Jehová de todo tu corazón, Y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, Y él enderezará tus veredas. No seas sabio en tu propia opinión;Teme a Jehová, y apártate del mal; Porque será medicina a tu cuerpo, Y refrigerio para tus huesos."
Proverbios 3:5-8

















miércoles, 22 de junio de 2022

LA MEMORIA DE DIOS, 1 Crónicas 20: 1-2

LA MEMORIA DE DIOS, 1 Crónicas 20:1-2

Aconteció a la vuelta del año, en el tiempo que suelen los reyes salir a la guerra, que Joab sacó las fuerzas del ejército, y destruyó la tierra de los hijos de Amón, y vino y sitió a Rabá. Mas David estaba en Jerusalén; y Joab batió a Rabá, y la destruyó. Y tomó David la corona de encima de la cabeza del rey de Rabá, y la halló de peso de un talento de oro, y había en ella piedras preciosas; y fue puesta sobre la cabeza de David. Además de esto sacó de la ciudad muy grande botín.
1 Crónicas 20:1-2

Puede parecer algo raro el título de la reflexión devocional de hoy, pero en sí esto es lo que nos refleja el cronista en este capítulo, no sólo por lo que relata, sino por lo que omite.

Se trata de una omisión deliberada y por inspiración Divina, para que el lector se centre única y exclusivamente en lo importante, que es lo que atañe al reino de Dios y al carácter de todo aquel que de este aspira a formar parte.

Aunque igualmente fue inspirado el resto de la  composición Bíblica, ya que el autor omite o registra los hechos según el propósito de Dios en cada libro.

Así que en este libro el cronista es inspirado para reproducir lo contenido en  los libros de Samuel y de los Reyes saliéndose de lo que sería un registro histórico para enfocarlo hacia un punto de vista más espiritual, según Dios escoge resaltar de lo referente a Israel y de su genealogía desde Adán.

Y concretamente, el pasaje que escogemos para nuestro devocional de hoy relata un escenario en la vida del rey David que todos los cristianos conocemos más por sus errores que por sus aciertos.

Porque todos conocemos qué sucedió el día en que David no salió a la guerra y se quedó paseando sobre el terrado de palacio, pero ¿quién piensa en el gran logro que supuso vencer a Rabá, corona de cuyo rey acabó luciendo David en su cabeza, y en el gran botín para el reino?

Pero no, de la serie de malas decisiones desencadenadas por David, a raíz de quedarse en su casa real en lugar de salir a la guerra, Dios no inspira al cronista a hacer mención alguna.

Sin embargo podemos leer sobre la victoria contra Rabá, que proporcionó más poder y riquezas a Israel, además de la impresionante corona de oro y piedras preciosas, y de su grandísimo valor, al juzgar por su peso.

Dios es Omnisciente, esto significa que todo lo sabe, lo habido, lo que es y lo que hay por haber. A Él nunca se le olvida nada ni hay detalle que se escape sin que Él lo sepa.

Pero Dios es amplio en perdonar al que se arrepiente de veras de sus pecados.

Esto lo conocía David, y escribió sobre ello en sus Salmos, de los cuales, he aquí un verso:

"Porque tú, Señor, eres bueno y perdonador,Y grande en misericordia para con todos los que te invocan."
Salmos 86:5

Cuando Dios perdona, pone en olvido el motivo de la transgresión y jamás lo volverá a sacar a la luz como tal, sino que el propio redimido lo recuerda, ya no para su condenación, sino para testimonio de salvación.

Y así dijo Dios a Su pueblo, por medio de Isaías:

"Yo, yo soy el que borro tus rebeliones por amor de mí mismo, y no me acordaré de tus pecados."
Isaías 43:25

Para que esto acontezca hay que saber que no hay nada que el hombre pueda hacer por sus propios medios para obtener el perdón de sus pecados.

En conocimiento de esto e incluso antes de la creación del mundo, Dios trazó un plan de salvación Perfecto y Eterno, que le  implicaba directamente en la persona del Hijo. Él, siendo Dios, se hizo hombre y entregó su vida en pago por todos nuestros pecados. Luego resucitó al tercer día y ascendió a la diestra del Padre, desde donde aguarda el día en que ha de volver para reinar eternamente sobre toda la creación.

De modo que todo aquel que cree en el Señor Jesucristo y lo acepta como Salvador personal es perdonado, y llevado todo su pecado al olvido.

Aún así, de tanto en cuando, acontece en todo creyente que nos sobreviene el recuerdo de nuestra pasada forma de vivir y, a pesar de sabernos libres de ese yugo de perdición, podemos acabar desanimados si no estamos llevando una vida devocional activa.

Pero la palabra de Dios nos recuerda que, desde el día de nuestra redención, fuimos posicionados para siempre en victoria, en Cristo Jesús.

Ya basta, entonces, de autocondenarnos por nuestro pasado y por esos pecados que ya fueron perdonados por medio de la fe en el Señor Jesucristo, por Su perfecto sacrificio en la cruz del Calvario y por Su resurrección al tercer día.

"Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu."
Romanos 8:1

Así que ahora, habiendo sido pasados de muerte a vida, en Cristo Jesús, celebremos nuestra victoria y dirijamos la mirada, ya no a esa horrenda vida pecaminosa que nos llevaba a muerte, sino a la preciosa corona de vida eterna que nos espera cuando estemos en Su presencia.

"De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas."
2 Corintios 5:17



















martes, 21 de junio de 2022

SALIENDO ESCALDADO, 1 Crónicas 19:16-19

SALIENDO ESCALDADO, 1 Crónicas 19:16-19

Viendo los sirios que habían caído delante de Israel, enviaron embajadores, y trajeron a los sirios que estaban al otro lado del Eufrates, cuyo capitán era Sofac, general del ejército de Hadad-ezer. Luego que fue dado aviso a David, reunió a todo Israel, y cruzando el Jordán vino a ellos, y ordenó batalla contra ellos. Y cuando David hubo ordenado su tropa contra ellos, pelearon contra él los sirios. Mas el pueblo sirio huyó delante de Israel; y mató David de los sirios a siete mil hombres de los carros, y cuarenta mil hombres de a pie; asimismo mató a Sofac general del ejército. Y viendo los siervos de Hadad-ezer que habían caído delante de Israel, concertaron paz con David, y fueron sus siervos; y el pueblo sirio nunca más quiso ayudar a los hijos de Amón.
1 Crónicas 19:16-19

Finalmente los sirios escarmentaron, ya que recibieron la peor parte, habiendo sido los amonitas los que planearon la guerra.

Porque los amonitas desistieron, pero los sirios, pudiendo volverse a casa tranquilamente (ya que con ellos no era em conflicto), prefirieron buscar más refuerzos de entre los suyos para volver a la carga.

El resultado fue debastador para ellos, pues no se zafaron de gran muerte aún huyendo de delante de David.

No les quedo otra que reconocer la derrota y someterse a Israel, para no volver a querer saber ya nunca más de los amonitas.

El pasaje de hoy me lleva a reflexionar de la siguiente manera:

Es imposible que un verdadero cristiano pueda ser poseído por espíritus inmundos, por cuanto es morada del Espíritu Santo, el cual es Dios.

Pero si un creyente no lleva una vida devocional activa y descuida su relación con Dios es posible que se deje influenciar por los demonios, dando lugar a malos pensamientos e incluso pudiendo hasta llevarlos a cabo.

De hecho cada vez que pecamos los cristianos es porque nos hemos dejado engatusar por la tentación en lugar de desestimarla por completo y ponernos en oración.

Y cuando esto sucede se presenta una escena similar a lo ocurrido con los sirios que, habiéndose implicado en la guerra de los de Amón, les tocó sufrir la peor parte, cuando los amonitas simplemente huyeron y dejaron de luchar.

Pues la tentación, viniendo de afuera, es afín a nuestros deseos carnales, por lo que fácilmente podemos cocinarla en nuestra mente y hacerla pasar por el corazón. De manera que, seducidos y persuadidos por nuestra propia concupiscencia, acabamos siendo nosotros, y no la tentación en sí, los únicos responsables del pecado resultante.

Ahora podríamos pensar que los sirios fueron muy torpes porque, una vez huídos en vista del peligro, pudiendo quedarse tranquilitos en su ciudad, no se les ocurrió otra cosa que volver.

Torpes también nosotros, pues ¿cuántos no hemos caído en una tentación, habiendo huído previamente de ella? Y es que la clave no está sólo en el huir, sino en el aferrarse al cobijo del Padre en Su presencia para no volver al peligro del que huimos.

Claro, pero si en lugar de buscar el amparo y la fortaleza en Cristo, caemos en el error garrafal de creernos lo suficientemente fuertes como para exponernos de nuevo y salir airosos por nosotros mismos, seguramente vamos a caer, y el batacazo no será pequeño, pero nos servirá para aprender a acudir a Cristo en próximas ocasiones.

Sobre esto mismo escribió Pablo a los Corintios, y esta actitud él la llamó idolatría, lo cual no es de extrañar, pues creerse autosuficiente es una forma de idolatría cuyo dios es el ego.

"Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga. No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar. Por tanto, amados míos, huid de la idolatría."
1 Corintios 10:12-14

Y tomando el consejo de Pablo, hoy nos va tocando trabajar el orgullo propio para humillarnos al Único que nos da la salida, para que no nos tenga que suceder como a esos sirios insensatos, que acabaron saliendo escaldados.

Y por si este es el momento en que justamente nos esté tocando experimentar el dolor de una caída, levantémonos para no volver a caer jamás en lo mismo y, ante todo, reconociendo con gratitud:

"Bueno me es haber sido humillado, para que aprenda tus estatutos."
Salmos 119:71
























UNA BUENA RESISTENCIA, 1 Crónicas 19:14-15

UNA BUENA RESISTENCIA, 1 Crónicas 19:14-15

Entonces se acercó Joab y el pueblo que tenía consigo, para pelear contra los sirios; mas ellos huyeron delante de él. Y los hijos de Amón, viendo que los sirios habían huido, huyeron también ellos delante de Abisai su hermano, y entraron en la ciudad. Entonces Joab volvió a Jerusalén.
1 Crónicas 19:14-15

Entrados en guerra, el cronista narra cómo finalmente los sirios huyeron tan pronto Joab  y sus hombres se acercaban.

Los de Amón no iban a ser menos, una vez se echó atrás el apoyo que tenía con los sirios, no le quedaba otra que huir también para que no se les echaran todos encima.

Los guerreros de Israel eran valientes, pero su fama residía más en el favor de Dios para con ellos, habiendo salido victoriosos contra las naciones enemigas, humanamente más potentes que ellos, que se levantarón contra el pueblo de Dios.

Así, el éxito en batalla de Israel se basaba en la fe y en su capacidad de resistencia, sabiendo que la fortaleza y el triunfo les eran dados de lo Alto.

Y es que su rey, David, fue forjado en esta confianza, por la experiencia en sus años de prófugo del rey Saúl, y no sólo entonces, pues aún en su etapa en que pastoreaba las ovejas de su padre, conoció el amparo de Dios en todo momento.

Desde entonces el rey David conocía que en la resistencia contra el enemigo, en la fe en Dios, su Galardonador, estaba la victoria.

"Contigo desbarataré ejércitos, y con mi Dios asaltaré muros."
Salmos 18:29

Y esta actitud en su reinado la adquirieron también los soldados y sus jefes, que supieron mantener la compostura en esta ocasión, para que el enemigo huyera sin hacer daño.

Así es que David podía entonar grandes alabanzas en gratitud a Dios:

"Cercano está Jehová a todos los que le invocan, a todos los que le invocan de veras. Cumplirá el deseo de los que le temen; Oirá asimismo el clamor de ellos, y los salvará. Jehová guarda a todos los que le aman, mas destruirá a todos los impíos."
Salmos 145:18-20

Y más cercano está ahora que cuando David escribiera este Salmo, por cuanto el Señor vino a morar entre los hombres y, poniendo Su vida en pago por nuestros pecados, murió, resucitó y ascendió a la diestra del Padre desde donde intercede por nosotros, los que en Él hemos creído, hasta el día en que vuelva y nos lleve con Él.

Porque tras haber ascendido, Dios nos dió la promesa del Espíritu Santo y habiéndonos pasado de muerte a vida, hace en cada uno de los creyentes su morada permanente, guiándonos, consolándonos y formándonos según el carácter de Cristo.

Es por eso que nuestra actitud en la vida
da un giro de ciento ochenta grados. Porque cuando andábamos muertos en nuestros pecados, nuestra mira no era capaz de asimilar más allá de lo terrenal y pasajero. Pero siendo ahora hechos nuevas criaturas, en Cristo trascendemos para vida eterna.

Y sabiéndonos en esta victoria, que además es eterna, se nos facilita sumamente el permanecer firmes ante los ataques del enemigo por hostiles que parezcan, pues acabarán huyendo a causa de nuestra perseverancia.

Y si esto no aconteciere es probable que, o estemos siendo pasados por pruebas para ejercitar paciencia y fe, o simplemente no estemos esforzándonos en nada a oponer una resistencia.

Y por si en última instancia nos sobreviniera la tentación de ponernos en modo ofensivo contra Satanás, recordemos nuestra victoria en Cristo y mantengámonos ahí.

"Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros."
Santiago 4:7


















domingo, 19 de junio de 2022

EL APOYO DEL HERMANO, 1 Crónicas 19:8-13

EL APOYO DEL HERMANO, 1 Crónicas 19:8-13

Oyéndolo David, envió a Joab con todo el ejército de los hombres valientes. Y los hijos de Amón salieron, y ordenaron la batalla a la entrada de la ciudad; y los reyes que habían venido estaban aparte en el campo. Y viendo Joab que el ataque contra él había sido dispuesto por el frente y por la retaguardia, escogió de los más aventajados que había en Israel, y con ellos ordenó su ejército contra los sirios. Puso luego el resto de la gente en mano de Abisai su hermano, y los ordenó en batalla contra los amonitas. Y dijo: Si los sirios fueren más fuertes que yo, tú me ayudarás; y si los amonitas fueren más fuertes que tú, yo te ayudaré. Esfuérzate, y esforcémonos por nuestro pueblo, y por las ciudades de nuestro Dios; y haga Jehová lo que bien le parezca.
1 Crónicas 19:8-13

Era la época donde la nación de Israel había celebrado todas las victorias esperables por cuanto no tenían intención de levantarse en más batallas por un largo tiempo.

A pesar de esto, Hanún, rey de los amonitas, habiendo sufrido el reciente deceso de su padre Nahas, se dejó llevar por la opinión de sus consejeros, los cuales no aceptaron que David le enviara embajadores para consolarlo durante el duelo, lo que provocó que los amonitas se alzasen en guerra contra Israel.

Ante la inminente amenaza de los hijos de Amón, David sacó a los mejores de sus hombres para ocuparse en la defensa.

Joab era el jefe del ejército, y él se percató de que la estrategia del enemigo constaba de una emboscada por la retaguardia, de manera que los sirios atacaban por el frente mientras que por detrás los amonitas buscarían hacer el daño por detrás.

Viendo el percal, Joab no dudó en buscar a su hermano, Abisaí, también de los valientes guerreros de David, para que con sus hombres defendiera la zona amenazada por los amonitas.

El ejército del rey David estaba bien preparado y su confianza residía en la voluntad de Dios, y así lo hace ver el cronista, atribuyendo a Joab la siguiente oración: "haga Jehová lo que bien le parezca".

David no buscaba guerra, asimismo Israel no mostró hostilidad alguna en este conflicto, asumiendo y confiando en la protección de Dios hacia Su pueblo. Pero no por ello dejaron de prepararse los mejores guerreros ni de prestar atención a la estrategia enemiga, para salvaguardar su integridad.

Echándoseles encima una guerra que no esperaban, bien pudieron haberse turbado. Pero su experiencia les enseñó a depositar estos contratiempos en manos de Dios, sin dejar de confiar en las habilidades adquiridas en experiencias anteriores.

Porque para esto Dios capacita a sus hijos, para que estén listos para reaccionar de la forma adecuada en cualquier momento, y según la ocasión lo requiera, dentro de Su santa y perfecta voluntad.

¿Cómo conocer cuál sea la santa y perfecta voluntad de Dios? Dios se revela a Sí mismo en Su palabra, de principio a fin de las Escrituras, mostrándonos Su carácter, Sus atributos, Su poder, Su propósito para con el hombre y para con toda Su creación... De modo que por Su palabra llegamos al conocimiento de la perfecta voluntad de Dios para todo creyente.

Por Su palabra vemos la caída del hombre y su imposibilidad de presentarse justificado delante de Dios por sus propios medios.

Por Su palabra conocemos que Dios, en Su omnisciencia, y en Su inconmensurable amor y misericordia, trazó un plan de salvación para nosotros, antes, incluso, de la creación de los cielos y la tierra.

En Su palabra vemos el cumplimiento de la misma en la persona del Hijo, el Señor Jesucristo, Dios Hijo encarnado, llevado a muerte y resucitado, para nuestro perdón y reconciliación con Dios, abriéndonos el acceso a la vida eterna en Él.

Por Su palabra tenemos el convencimiento de que el Señor, una vez ascendido a la diestra del Padre, intercede por cada uno de los que creemos en Él.

Y por Su palabra sabemos que va a volver, llevándose consigo a Su iglesia, y mostrándose al mundo en todo Su poder y Su gloria, para la destrucción total del la maldad y para Su reinado eterno sobre toda la creación.

Mientras tanto, el Señor Jesucristo nos ha dejado Su carácter plasmado en Su palabra, y la labor principal de Su iglesia sobre la tierra, la cual es llevar la luz de Cristo a este mundo para la salvación de las almas.

Esta es una labor que no le agrada nada al adversario, por cuanto él conoce que ya está condenado y que no tiene quien le redima de su condena. Así que, teniendo por principal objetivo el tratar que los hombres perezcan juntamente con él, hará todo lo que esté en su mano para que la iglesia no pueda cumplir su cometido evangelístico, levantando guerras inesperadas, a toda la iglesia y a cada creyente en particular.

Y como también en esto estamos avisados por la Palabra de Dios, es Su palabra la que nos fortalece y capacita para la práctica en el día a día de la vida de fe, por cuanto en Cristo fuimos posicionados en victoria desde el primer momento de la conversión a Él.

Aún así son muchas las ocasiones que el espejismo terrenal y pasajero nos nubla el ánimo, si bien, confiamos plenamente en nuestro Padre celestial, hay que reconocer que a veces nos preocupamos de más y no conseguimos acertar por dónde dar el siguiente paso.

Para esta ocasión, podemos usarnos del consejo de Pablo a los Filipenses, hermanos que se habían dejado llevar por varias situaciones personales que causaron contiendas entre ellos de manera que parecía haber dos grupos en vez de una sóla unión en Cristo.

"Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias."
Filipenses 4:6

Exponiendo la inquietud en la congregación y orando los hermanos por este asunto, los afectados y aludidos en Filipos resolverían pronto el problema.

Quizá no nos identificamos como un valiente Joab, jefe del ejército de Israel. Pero si él, valiente, estratega y curtido en batallas, necesitó apoyarse en su hermano, ¿vamos a desechar nosotros el apoyo que Dios nos ha dispuesto en nuestros hermanos en Cristo?

Porque no es más humilde el que no se deja ayudar por sus hermanos, sino más orgulloso por cuanto no quiere mostrar sus problemas para que nadie se tenga que compadecer de él, y por ende, mostrarle su apoyo.

Y es que tenemos mandamiento especial entre hermanos, el cual lo recalca Juan:

"En esto hemos conocido el amor, en que él puso su vida por nosotros; también nosotros debemos poner nuestras vidas por los hermanos. Pero el que tiene bienes de este mundo y ve a su hermano tener necesidad, y cierra contra él su corazón, ¿cómo mora el amor de Dios en él? Hijitos míos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad."
1 Juan 3:16-18

Ahora, ¿cómo podrán mis hermanos suplir mi necesidad, si yo no les muestro dónde está mi carencia?

Dejémonos ayudar por los hermanos, como Joab mostró a Abisai su necesidad de cubrir la retaguardia. Porque pidiendo ayuda a los hermanos, no los estamos molestando, porque la bendición del hijo de Dios está en la servidumbre, aún el que nos ayuda es bendecido, pues cumple la ley de Cristo.

"Sobrellevad los unos las cargas de los otros, y cumplid así la ley de Cristo."
Gálatas 6:2



















sábado, 18 de junio de 2022

NO HAY TREGUA, 1 Crónicas 19:6-7

NO HAY TREGUA, 1 Crónicas 19:6-7

Y viendo los hijos de Amón que se habían hecho odiosos a David, Hanún y los hijos de Amón enviaron mil talentos de plata para tomar a sueldo carros y gente de a caballo de Mesopotamia, de Siria, de Maaca y de Soba. Y tomaron a sueldo treinta y dos mil carros, y al rey de Maaca y a su ejército, los cuales vinieron y acamparon delante de Medeba. Y se juntaron también los hijos de Amón de sus ciudades, y vinieron a la guerra.
1 Crónicas 19:6-7

No, el rey David no respondió el ningún momento a la provocación de los amonitas.

Sin embargo mientras se sucede la lectura vemos como los de Amón no perdieron el tiempo sino que, enrolándose con los sirios, se levantaron en guerra contra Israel.

Y es que Satanás no se molesta en disimular sus intenciones, las cuales se ven bien claras desde el primer anuncio de que Dios mandaría al Redentor en la simiente de la mujer. Y aún más conforme el centro de su diana se fue enfocando, primero en Abraham y en toda su descendencia, seguidamente en Jacob, y cada vez se estrechaba, sabiéndose que tenía que proceder de la tribu de Judá y, más concretamente, ahora se sabía que descendería del linaje de David.

¿Cómo iba a permitirse, Satanás, perder el tiempo, pudiendo levantar a todos los enemigos posibles de David en guerra contra él a la mínima oportunidad de hacerlo?

Gracias a Dios, Su plan eterno de salvación es perfecto y nada ni nadie lo puede frustrar.

Así que al tiempo se dió el cumplimiento de la promesa en Cristo Jesús, Dios Hijo hecho hombre y culminando la perfecta obra salvífica en la cruz del Calvario.

Tras Su muerte, Su resurrección y Su ascensión a la diestra del Padre, se da el nacimiento de Su iglesia, habiendo sido dada la promesa del Espíritu Santo a todos los discípulos y apóstoles que aguardaban unánimes en oración y ruego, en el aposento alto, donde tanto pudieron disfrutar del Señor Jesucristo resucitado.

Desde entonces y hasta el fin de los tiempos, el hombre accede al perdón y a la vida eterna por medio de la fe en el Señor Jesucristo, en aceptación y reconocimiento de Él como Señor y Salvador personal y viniendo a ser hecho hijo de Dios por el aval identitario del bautismo del Espíritu Santo, haciendo morada en cada creyente.

Y claro, después del gran acontecimiento de la promesa cumplida en Cristo Jesús, el adversario ha dejado de centrarse en los hijos de David, no siendo solamente toda la nación de Israel su objetivo sino también, ahora, la iglesia de Cristo, buscando la destrucción total de ambas, para evitar que el Señor vuelva conforme ha prometido, y se cumplirá, para tomar Su trono para siempre.

Sólo habrá un tiempo en que se pudiera entender algo así como una tregua de la maldad sobre el hombre, que es cuando el Señor vuelva esta segunda vez y mandará atar a Satanás por mil años para reinar el Señor sobre todas las naciones. No es que durante ese tiempo desaparezca por completo el mal, pues el corazón del hombre no necesita de Satanás para continuar pecando, pero por lo menos no se le podrá echar la culpa a él de toda la maldad del hombre y de su incredulidad.

¡Gracias a Dios que, en Su inconmensurable amor y misericordia, Su  iglesia ya estará en Su gloriosa presencia!

Mientras tanto vivimos el día a día en este mundo, según el propósito que Dios tiene para con todo creyente, en función de portadores de luz y voceros de Jesucristo, hasta que la iglesia de Cristo sea completada.  

Y no, nosotros no es que vayamos respondiendo a todas las provocaciones en nuestra contra, pero el simple hecho de ser hijos de Dios nos lleva a presenciar cómo a diestra y a siniestra se nos levantan en guerra.

Si bien no tenemos lucha contra sangre y carne, como dejó escrito Pablo en la carta a los Efesios, la influencia satánica está sobre todo aquél que niega al Hijo y, por ende, mientras haya incredulidad en el mundo, habrá quien se levante a guerrear.

Luego, tampoco debemos olvidar que el peor enemigo del hombre es uno mismo, de modo que hasta el propio creyente puede constituirse un daño a sí mismo por el mero hecho de descuidar su intimidad con Dios y por dejar de nutrirse de Su santa y perfecta Palabra.

Hoy es día de aparcar la indiferencia, el desánimo, los sentimientos negativos y todo aquello que nos mantiene descuidados de nuestra posición de victoria en Cristo.

Sírvanos, para fortalecernos, el siguiente pasaje:

"Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar; al cual resistid firmes en la fe, sabiendo que los mismos padecimientos se van cumpliendo en vuestros hermanos en todo el mundo. Mas el Dios de toda gracia, que nos llamó a su gloria eterna en Jesucristo, después que hayáis padecido un poco de tiempo, él mismo os perfeccione, afirme, fortalezca y establezca. A él sea la gloria y el imperio por los siglos de los siglos. Amén."
1 Pedro 5:8-11
























ACTITUD ANTE LA PROVOCACIÓN, 1 Crónicas 19:4-5

ACTITUD ANTE LA PROVOCACIÓN,  1 Crónicas 19:4-5

Entonces Hanún tomó los siervos de David y los rapó, y les cortó los vestidos por la mitad, hasta las nalgas, y los despachó. Se fueron luego, y cuando llegó a David la noticia sobre aquellos varones, él envió a recibirlos, porque estaban muy afrentados. El rey mandó que les dijeran: Estaos en Jericó hasta que os crezca la barba, y entonces volveréis.
1 Crónicas 19:4-5

Esta fue la forma en que Hanún trató a los hombres que David le envió para consolarlo por la reciente pérdida de su padre Nahas.

Porque sus consejeros todos le instigaron diciendo: "¿En serio piensas que David va a enviarte consuelo, o más bien está aprovechando tu duelo para enviar a espías para arrebatarte el reino?"

El trato, pues, fue tan humillante que los siervos de David ni siquiera pudieron volver a Jerusalén, sino que tuvieron que permanecer en Jericó hasta que desapareciera la vergüenza.

Cuando el cronista dice que les rapó, debemos entender que para un judío era una afrenta muy grande que el varón se afeitara su barba y se rasurara la cabeza.

A los siervos de David les tocó experimentar esta humillación por parte de aquel a quien ellos iban a consolar.

El autor de las Crónicas también comenta que les cortó los vestidos por la mitad, hasta las nalgas. En otra versión dice explicitamente que los dejó desnudos de cintura para abajo, ¿qué puede haber más humillante que eso?

Así se veían, completamente rapados y sin tela con qué taparse.

El hecho no pasó para nada desapercibido ya que, aunque ellos ni se dignaron a volver a la ciudad de David con esa gran afrenta, la noticia llegó a sus oídos.

Así que fue David mismo a visitarles a Jericó y a reconfortarles, en la medida de lo posible, en la espera de que sus barbas les devolvieran la honra.

Pero David, como relata el cronista, no respondió en ninguna manera a Hanún, cosa que bien pudiera haber hecho, dada tamaña provocación de los amonitas.

Hay tres situaciones especiales en las que recordamos de leer en la Biblia cómo un varón de Dios se rapa o le es rapado el cabello, y los tres sugieren un estado de humillación.

Primeramente leemos a Job, que después de haberlo perdido todo, hasta su salud, se rapó, rasgó sus vestidos y se postró en tierra echando ceniza sobre su cabeza.

Luego recordamos a Sansón, el cual no se rapó, sino más bien lo raparon los filisteos, y fue una humillación que Dios permitió a causa de su continua rebeldía.

Y por último tenemos a Pablo, el apostol de Jesucristo a los gentiles quien, siendo judío, mostró en Cencrea esta señal de humillación, a cabeza rapada, para testimonio a los judíos cristianos.

Pero con toda la humillación que cualquier hombre sobre la faz de la tierra haya podido experimentar, sólo hay Uno que los ha superado a todos, el Señor Jesucristo.

Pues Jesús, siendo Dios, se despojó de Su gloria viviendo como hombre, pero sin pecado, para entregar Su santa y perfecta vida en pago por nuestros pecados en la cruz del Calvario.

Este escenario supuso la humillación de las humillaciones, por cuanto hasta el Padre lo desamparó mientras Su ira caía en pleno sobre Su amado Hijo, para librarnos a nosotros de este mal.

"Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero), para que en Cristo Jesús la bendición de Abraham alcanzase a los gentiles, a fin de que por la fe recibiésemos la promesa del Espíritu."
Gálatas 3:13-14

Y es así, como dice Pablo a los de Galacia, cómo recibimos la salvación, todos los que creemos en el Señor Jesucristo, la cual es por gracia por medio de la fe en Cristo y por la que, recibiendo el Espíritu Santo, somos pasados de la perdición a la vida eterna.

Y en esta nueva vida en Él, vamos siendo formados en Su carácter, como miembros de Su cuerpo y Cristo por cabeza, para testimonio de salvación al mundo.

Porque Jesús es la cabeza de todo creyente, a la que se ha de sujetar como se sujetan nuestros miembros a los impulsos neuronales que emite nuestro cerebro, así como a nuestro sino.

Y en esta sujección somos llevados a ser tal como Él, el hombre que siendo Dios ha mostrado la mayor mansedumbre jamás contada, que habiendo sido entregado a la peor de las muertes donde toda la ira de Dios caería sobre el Hijo, no mostró signo alguno de resistencia.

"Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros. Angustiado él, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca."
Isaías 53:6-7

David no respondió ante la provocación de los amonitas, Jesus no abrió su boca, ¿y nosotros nos vemos en el derecho de actuar a la defensiva a cada vez que nos golpean el orgullo?

Siendo, pues, Jesús, nuestro ejemplo a seguir, por cuanto es nuestro Señor y Salvador personal, va siendo el momento en que pongamos en práctica Su palabra y no nos dejemos llevar por este orgullo personal que nos impide seguir formándonos en Su perfecto carácter.

"Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga."
Mateo 11:29-30
























jueves, 16 de junio de 2022

MALPENSADOS, 1 Crónicas 19:1-3

MALPENSADOS,  1 Crónicas 19:1-3

Después de estas cosas aconteció que murió Nahas rey de los hijos de Amón, y reinó en su lugar su hijo. Y dijo David: Manifestaré misericordia con Hanún hijo de Nahas, porque también su padre me mostró misericordia. Así David envió embajadores que lo consolasen de la muerte de su padre. Pero cuando llegaron los siervos de David a la tierra de los hijos de Amón a Hanún, para consolarle, los príncipes de los hijos de Amón dijeron a Hanún: ¿A tu parecer honra David a tu padre, que te ha enviado consoladores? ¿No vienen más bien sus siervos a ti para espiar, e inquirir, y reconocer la tierra?
1 Crónicas 19:1-3

Después de un capítulo lleno de victorias contra los enemigos, iniciamos el capítulo diecinueve hacia una amistad que forjó David con un rey amonita durante el tiempo en que se encontraba huyendo del rey Saúl.

Y es que Nahas, siendo acérrimo enemigo de Israel y, por ende, de su rey Saúl, recibió y amparó a David entre los suyos, ya que en ese entonces él era un prófugo de Israel, perserguido por su mismísimo rey.

Luego la relación cambió cuando David subió al trono para reinar sobre todo Israel, y ya la amistad dejó de ser lo que era, ya que reinaban naciones enemigas.

Pero ahora el cronista relata como David se entera de la muerte de Nahas, y la compasión lo lleva a actuar amistosamente, con la naturalidad en que lo habría hecho en los tiempos de su anonimato.

El mundo solamente ofrece favores a cambio de otros favores, por eso los consejeros de Hanún no fueron capaces de entender la buena intención de David, sino que a la fuerza debía haber un interés oculto contra ellos.

Pues aunque el rey Nahas en su día le mostró misericordia a David, ésta no era gratuita, sino más bien incentivada por el hecho de que David conocía muy bien a Saúl y de ahí podría hallar la estrategia para derrotarle.

Mas la misericordia de David era genuina, salida de un corazón sincero, tanto así, como del agrado de Dios.

Y como la maldad ciega al hombre de tal manera que le hace privarse a sí mismo de las bondades que se le presenten delante de sus narices, los príncipes de Amón rechazaron lo bueno interpretándolo como malo.

Esta es una característica muy propia de quien no tiene a Dios, que su tendencia al pecado le lleva a tomar lo bueno como si fuera malo y lo malo como si fuera bueno, de manera que el hombre no es capaz por sí solo de encaminarse hacia la salvación.

(Es por eso que sólo podemos ser salvos por la gracia de Dios, por medio de la fe en el Señor Jesucristo.)

A veces sucede que queremos complacer a alguien a quien apreciamos pero que no es creyente y nuestra actitud amistosa le es sospechosa, de manera que en lugar de sentirse complacido se puede llegar hasta a ofender.

Y es que el mundo piensa muy diferente a Dios, de modo que nosotros los cristianos, siendo hijos de Dios, vamos adquiriendo la forma de pensar y de proceder de nuestro Padre celestial, conforme vamos creciendo en el carácter de Cristo.

Tenemos consejo de Pablo a los Corintios, en cuanto a cómo gestionar nuestra relación con los incrédulos, la cual llama "yugo desigual":

"No os unáis en yugo desigual con los incrédulos; porque ¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas? ¿Y qué concordia Cristo con Belial? ¿O qué parte el creyente con el incrédulo? ¿Y qué acuerdo hay entre el templo de Dios y los ídolos? Porque vosotros sois el templo del Dios viviente, como Dios dijo: Habitaré y andaré entre ellos, Y seré su Dios, Y ellos serán mi pueblo."
2 Corintios 6:14-16

No es que nos impida hablar con ellos y mantener una cordialidad, sino que seamos especialmente cuidadosos a la hora de forjar una amistad con ellos porque, si nuestra luz no les hace venir a Cristo, puede ser que nos dejemos apagar por mantener conversaciones a la altura del estado de perdición de este amigo que no cree, arrastrándonos hacia su forma de vida pecaminosa.

También pudiera suceder que por nuestra propia actitud nos constituyamos blanco de sospecha, ya que jamás un incrédulo va a entender que alguien le ofrezca un amor limpio y desinteresado, porque no se equivoca el refrán que dice: "Se cree el ladrón que todos son de su condición".

Aún así, esto no implica que debamos cortar toda relación con el mundo, porque entonces ¿cómo haremos para hacer llegar el evangelio a los perdidos? Sea que se conviertan a Cristo y ahora sí podamos, no sólo tener una muy buena amistad con ellos sino, además, como hermanos en Cristo Jesús.

Hoy es día de tomar conciencia de cuál está siendo nuestra actitud y forma de acercarnos al mundo, si acorde a la voluntad de Dios o conforme a lo que harían los que no conocen a Cristo.

Para tomar ejemplo nos asiremos de estos consejos de Pedro y de Pablo:

"Porque esta es la voluntad de Dios: que haciendo bien, hagáis callar la ignorancia de los hombres insensatos; como libres, pero no como los que tienen la libertad como pretexto para hacer lo malo, sino como siervos de Dios."

"Y vosotros, hermanos, no os canséis de hacer bien."
1 Pedro 2:15-16 y 2 Tesalonicenses 3:13























miércoles, 15 de junio de 2022

VENCIENDO ENEMIGOS, 1 Crónicas 18:12-14

VENCIENDO ENEMIGOS, 1 Crónicas 18:12-14

Además de esto, Abisai hijo de Sarvia destrozó en el valle de la Sal a dieciocho mil edomitas. Y puso guarnición en Edom, y todos los edomitas fueron siervos de David; porque Jehová daba el triunfo a David dondequiera que iba. Reinó David sobre todo Israel, y juzgaba con justicia a todo su pueblo.
1 Crónicas 18:12-14

Al inicio del capítulo leímos tres grandes victorias de David que no sólo le aseguraron un reinado de paz por largo tiempo sino que también le sirvieron de abastecimiento de los metales preciosos que le servirán a su hijo para la construcción del templo.

Pero aún menciona una victoria más y la que va a afianzar, en todo el territorio, la fama del poder y la gloria de la nación de Israel en aquellos tiempos.

Los edomitas, aunque parientes de los israelitas, fueron especialmente dañinos a ellos a pesar del parentesco.

Y es que Edom fue el nombre que adquirió Esaú, del mismo modo que a Jacob le fue dado el nombre de Israel.

Jacob siempre tuvo algo de recelo contra Esaú, y es que éste era el preferido de Isaac, por cuanto era fuerte y salía a cazar, trayendo el sustento del hogar.

Pero Jacob era el ojito derecho de mamá y no salía de casa. Y es que Rebeca lo tuvo por preferido desde antes de nacer, porque Dios le dijo que el mayor serviría al menor, cuando ya luchaban en el vientre de su madre.

"Y los hijos luchaban dentro de ella; y dijo: Si es así, ¿para qué vivo yo? Y fue a consultar a Jehová; y le respondió Jehová: Dos naciones hay en tu seno, Y dos pueblos serán divididos desde tus entrañas; El un pueblo será más fuerte que el otro pueblo, Y el mayor servirá al menor."
Génesis 25:22-23

Y como Rebeca conocía ésto, propició que Jacob engañara a su padre usurpando
la identidad de su hermano, para quedarse con la bendición del primogénito.

"Entonces Rebeca habló a Jacob su hijo, diciendo: He aquí yo he oído a tu padre que hablaba con Esaú tu hermano, diciendo: Tráeme caza y hazme un guisado, para que coma, y te bendiga en presencia de Jehová antes que yo muera. Ahora, pues, hijo mío, obedece a mi voz en lo que te mando. Ve ahora al ganado, y tráeme de allí dos buenos cabritos de las cabras, y haré de ellos viandas para tu padre, como a él le gusta; y tú las llevarás a tu padre, y comerá, para que él te bendiga antes de su muerte."
Génesis 27:6-10

En Rebeca podemos ver que cometió el mismo error que Sara, entremetiéndose en los planes de Dios a su manera como si de ellas dependiera que se diera el cumplimiento de Su palabra.

Pues por esta acción Esaú no pudo recibir su bendición de primogenitura, causa que abrió esa antipatía generacional de Edom contra su hermano, que se fue sucediendo con el paso del tiempo. Por lo que Edom, cada vez que le venía la oportunidad, cargaba contra Israel para destruirlo.

Largos siglos después se pudo dar el cumplimiento de la palabra de Dios a Rebeca, sometiendo David a los edomitas, además que afianzaba su reino con poder ante las demás naciones.

Y añade el cronista que David reinó y juzgaba con justicia a todo Israel.

En la reflexión anterior anduvimos meditanto sobre el principal y mayor enemigo del hombre, el cual es Satanás.

Éste no descansa nunca buscando el mal a los hombres, aunque su atención está especialmente dirigida hacia Israel y hacia la iglesia.

Pero luego también hay enemigos que nos forjamos a consecuencia de nuestras malas decisiones así como ocurrió que, a causa de las intervenciones de Sara y de Rebeca tocante a lo que había de acontecer, Ismael y Esaú dieron origen a las naciones principales enemigas de Israel, aversión que perdura hasta la fecha.

Porque nosotros hemos recibido promesa de vida eterna y de perfeccionamiento por el Espíritu Santo para llegar a la plenitud de la perfección de Cristo, en Su carácter, como individuos y en Su altura en santificación, como miembros todos los creyentes, de un mismo cuerpo el cual Cristo es cabeza.

Pero, a veces, tras esta promesa, se despierta la impaciencia y caemos en el error de querer hacer más de lo que nos pertoca. En lo individual, extralimitándonos en el propósito y llamado personal de evangelización que tenemos en Cristo y en lo congregacional, añadiendo nuevas formas de culto.

Porque buscamos el cumplimiento de la promesa, pero no en el tiempo y en las formas de Dios, sino como a nosotros nos parece que Dios quiere que hagamos, y no según Su palabra.

Así resultan crecer enemigos como champiñones, a veces son situaciones adversas que jamás hubieramos tenido que experimentar, otras, son falsos conversos que dañan y buscan dividir la iglesia y muchos otros enemigos aparecen en nuestro propio mal testimonio a causa de la errada intervención en la obra del Señor.

Y es que debemos recordar que somos salvos por pura misericordia de Dios, y que el mismo que nos salvó, pasándonos de muerte a vida es quien asegura la obra completa en nosotros.

De modo que a nosotros nos toca confiar, esperar, escuchar y obedecer Su palabra, tal como David, porque todos los que hemos creído en el Señor Jesucristo tenemos por promesa que reinaremos y juzgaremos juntamente con Él, y Fiel es el que promete.

Quizá hoy nos toca enfrentarnos a nuestros edomitas particulares que, de tanto tiempo atacándonos ya casi los creemos parte de nuestro vivir. Pero mantengámonos firmes en Cristo, en una vida devocional activa, y pronto veremos el perfecto día de nuestra perfección. 

Nuestra victoria está en Cristo. 

"Estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo;"
Filipenses 1:6









lunes, 13 de junio de 2022

ATESORANDO PARA EL MAÑANA, 1 Crónicas 18:5-11

ATESORANDO PARA EL MAÑANA, 1 Crónicas 18:5-11

Y viniendo los sirios de Damasco en ayuda de Hadad-ezer rey de Soba, David hirió de ellos veintidós mil hombres. Y puso David guarnición en Siria de Damasco, y los sirios fueron hechos siervos de David, trayéndole presentes; porque Jehová daba la victoria a David dondequiera que iba. Tomó también David los escudos de oro que llevaban los siervos de Hadad-ezer, y los trajo a Jerusalén. Asimismo de Tibhat y de Cun, ciudades de Hadad-ezer, tomó David muchísimo bronce, con el que Salomón hizo el mar de bronce, las columnas, y utensilios de bronce. Y oyendo Toi rey de Hamat que David había deshecho todo el ejército de Hadad-ezer rey de Soba, envió a Adoram su hijo al rey David, para saludarle y bendecirle por haber peleado con Hadad-ezer y haberle vencido; porque Toi tenía guerra contra Hadad-ezer. Le envió también toda clase de utensilios de oro, de plata y de bronce; los cuales el rey David dedicó a Jehová, con la plata y el oro que había tomado de todas las naciones de Edom, de Moab, de los hijos de Amón, de los filisteos y de Amalec.
1 Crónicas 18:5-11

Tras cada victoria de David venía su recompensa. Pudiera él haber aprovechado para mostrar su poderío a través de estas riquezas, pero su reinado se centró en el campo de batalla hasta que no quedó más enemigo que se levantara contra él, asegurando así una etapa de paz y gloria que disfrutará su sucesor en el trono.

A David le quedaron las ganas de construir el templo y aunque ya le hizo saber Dios que esa misión no estaba entre sus menesteres, y aún no teniendo participación directa en la obra, todo el material recopilado durante su reinado en cada una de sus victorias, constituyó el aporte principal con el que Salomón pudo construir los elementos más importantes en la casa de Dios.

Se nombra el bronce con el que Salomón mandó hacer el mar de bronce, las columnas y los utensilios.

Mar de bronce se le llamaba a la fuente ubicada inmediatamente después del altar y justo delante de la entrada al templo, cuya finalidad era la de asegurar la limpieza de los sacerdotes antes de que entraran al Lugar Santo para la ejecución de sus funciones.

Y el bronce usado para construir esta fuente estaba tan pulido que reflejaba la luz del Sol como un espejo, dando un efecto al agua cristalina, como un mar, causa que se le llamara mar de bronce.

De oro, plata y bronce constaba la mayoría de los bienes que David atesoraba para la obra. Metales preciosos que más de uno hubiera usado para sí, que en este caso el rey supo darle el uso en vistas al porvenir para la gloria y la honra de Dios, quien lo bendijo con trono y linaje real para toda la eternidad.

Porque de su linaje, conforme el pacto de Dios a David, vino a nacer el Mesías prometido para redimir al hombre del pecado y para reinar perpetuamente en todo Su poder y Su gloria.

Y así fue, que Jesús, siendo Dios se hizo carne para vivir como hombre pero sin pecado, a fin de servir como perfecto sacrificio en pago por la deuda adquirida desde Adán, imposible de pagar por criatura alguna de Dios, porque ¿qué ser limitado es capaz de satisfacer una deuda ilimitada?

Pues por cuanto la transgresión del hombre fue contra Dios mismo, que es Eterno, Su justicia requería de una enmienda que igualmente cubriera la eternidad.

Y como sólo Dios es Eterno, sólo en Él (y por Su inconmensurable amor y misericordia), se ha hecho justicia por medio del Hijo.

Para que creyendo en el Hijo seamos justificados en Él delante del Padre y pasados de muerte a vida por el sello del Espíritu Santo, para seguridad de salvación.

Y así dijo el Señor a Nicodemo:

"Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna."
Juan 3:16

Y con el regalo de la vida eterna en Cristo Jesús, a todo creyente nos es abierto el panorama de la vida, que trasciende de lo terrenal a lo eterno.

Aún así, nos toca preguntarnos cuántas veces al día centramos nuestro interés en lo pasajero, dejando incluso que la obcecación por ello nos impida disfrutar del gozo y de la paz que hemos recibido en Cristo, desde el primer momento de nuestra conversión a Él.

Quizá va siendo hora que hagamos como David, porque ¿de qué nos sirve disfrutar de algo temporal aquí en la tierra si podemos disfrutarlo eternamente en la presencia de Dios?

"No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan. Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón."
Mateo 6:19-21





















ACTITUD VICTORIOSA, 2 Crónicas 20:15-17

ACTITUD VICTORIOSA, 2 Crónicas 20:15-17 Y dijo: Oid, Judá todo, y vosotros moradores de Jerusalén , y tú, rey Josafat. Jehová os dice así: N...