Estos eran alfareros, y moraban en medio de plantíos y cercados; moraban allá con el rey, ocupados en su servicio.
1 Crónicas 4:23
Los alfareros solían vivir retirados de la ciudad, junto a los yacimientos de arcilla, para poder desempeñar eficazmente su trabajo.
Sin embargo el cronista está detallando a ciertos alfareros viviendo con el rey, en medio de plantíos y cercados, por lo que entendemos que éstos se dedicaban a crear el ultillaje exclusivo del rey y de palacio.
Un alfarero era aquel artesano dedicado exclusivamente a la creación de utensilios de diversas formas y utilidades a partir de la arcilla o de cualquier otra materia de consistencia barrosa.
El material era golpeado, contundentemente manipulado y amasado hasta que adquiría la ductilidad necesaria para ser trabajado y moldeado sin resistencia. Una vez dada la forma a su pieza, la hacía pasar por el horno para fijarla y endurecerla, para finalmente aplicarle algún tipo de barniz o pintura para protegerla y darle un mejor aspecto.
La figura del alfarero es utilizada en las Escrituras para representar a Dios como Creador y Restaurador del hombre, siendo Él el alfarero y los hombres, como barro en sus manos.
El caso de estos alfareros que habitaban en medio de los plantíos, parece recordarnos más a las funciones que Dios delega a los pastores y maestros en Su iglesia, los cuales restauran y moldean a los hermanos por medio de la Palabra, por tal de que sean formados y capacitados para la edificación mutua en Cristo y para el crecimiento de la iglesia por medio del evangelio.
Podríamos visualizar a la congregación de los santos en la representación del plantío, por cuanto se trata de un terreno en el que se cultivan plantas de la misma especie, siendo todos hermanos en Cristo e hijos del mismo Padre. Así como por la representación del cercado, por la protección contra agentes externos dada por el Espíritu Santo, a modo de vallado.
También entendemos la dedicación completa del siervo de Dios, cuando leemos cómo los alfareros moraban con el rey, sugiriendo que han de llevar una vida devocional activa, en una buena comunión con el Señor.
Porque los pastores y maestros han sido puestos por el Señor para que a Su iglesia no le falte la edificación y el crecimiento, y ellos, cual alfarero, hacen el recto uso de la Palabra de Dios para golpear, ablandar y afirmar a sus hermanos, todo ello, bajo la dirección del Espíritu Santo, conforme a la voluntad de Dios.
Y así instaba Pablo a Timoteo, conduciéndolo a la entera dedicación en el pastorado y en la enseñanza.
"Te encarezco delante de Dios y del Señor Jesucristo, que juzgará a los vivos y a los muertos en su manifestación y en su reino, que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina. Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias, y apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas. Pero tú sé sobrio en todo, soporta las aflicciones, haz obra de evangelista, cumple tu ministerio."
2 Timoteo 4:1-5
Porque el enemigo no descansa por tal de hacer desviar a la iglesia en pos de falsas doctrinas, toca que haya alfareros dedicados que capaciten a otros, ocupados en su servicio.
Y aún a quienes ni somos pastores ni maestros busquemos ofrecer esta entera disposición a nuestro Padre celestial, por tal de ser formados y enteramente capacitados, sin desechar las enseñanzas de los fieles maestros de las Escrituras.
"Obedeced a vuestros pastores, y sujetaos a ellos; porque ellos velan por vuestras almas, como quienes han de dar cuenta; para que lo hagan con alegría, y no quejándose, porque esto no os es provechoso."
Hebreos 13:17
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