LA RESTAURACIÓN DEL AFLIGIDO, 1 Crónicas 6:33-38
Estos, pues, con sus hijos, ayudaban: de los hijos de Coat, el cantor Hemán hijo de Joel, hijo de Samuel, hijo de Elcana, hijo de Jeroham, hijo de Eliel, hijo de Toa, hijo de Zuf, hijo de Elcana, hijo de Mahat, hijo de Amasai, hijo de Elcana, hijo de Joel, hijo de Azarías, hijo de Sofonías, hijo de Tahat, hijo de Asir, hijo de Ebiasaf, hijo de Coré, hijo de Izhar, hijo de Coat, hijo de Leví, hijo de Israel;
1 Crónicas 6:33-38
Enlistando los cantores principales que nombró el rey David para oficiar la alabanza, inicia su lista con Hemán y automáticamente despliega toda su ascendencia hasta llegar a Leví.
Hemán fue uno de los principales levitas dedicados al ministerio musical en el tabernáculo y en el templo.
Él tocaba instrumentos como la trompeta y los címbalos, además de ser cantor.
De Hemán podemos leer un Salmo, el número ochenta y ocho, el cual consta como de su autoría.
Dicho Salmo, en su lectura, denota una angustia y una desolación que destacan por sobre el resto de los Salmos, es un lamento de principio a fin.
Aunque Hemán clama al Dios de su salvación, en el primer versículo del Salmo, no parece que el cantor sienta recibir respuesta alguna acorde al rescate que apela en su lamento, pues seguidamente expresa sentirse deshauciado, afligido y abandonado por el mismo Dios de quien espera la salvación.
"Oh Jehová, Dios de mi salvación,Día y noche clamo delante de ti."
"Sobre mí reposa tu ira,Y me has afligido con todas tus ondas. Selah"
Salmos 88: 1 y 7
A continuación se le presentará una serie de dudas trascendentales, en cuanto a un posible más allá después de la muerte.
"¿Manifestarás tus maravillas a los muertos?¿Se levantarán los muertos para alabarte? Selah ¿Será contada en el sepulcro tu misericordia,O tu verdad en el Abadón? ¿Serán reconocidas en las tinieblas tus maravillas,Y tu justicia en la tierra del olvido?"
Salmos 88:10-12
Porque en ese entonces la cosmovisión Israelita no contemplaba la idea de la resurrección de los muertos, y creían que las recompensas de Dios a los justos les eran dadas en vida, en el plano terrenal, de manera que, a cualquiera que le sobreviniera enfermedad o desgracias en el plano natural del ser humano, se le tenía por receptor de juicio de Dios a causa de su pecado.
Pero el encontrarse al borde de la muerte le hizo despertar en estas cuestiones, porque, ¿qué esperanza queda para él, si para el justo y para el injusto les espera el mismo fin? Se abre el debate trascendental en medio del lamento de Hemán, que arroja un atisbo de luz en lo que se revelará con el tiempo en cuanto a la estancia en el Seol.
Entre sus dudas, otra pregunta se hace hueco, la cual reclama el motivo de su desamparo, al punto de sentirse rechazado por Dios.
Y seguidamente se sumerge en su aflicción, tal, que podría ser el primer candidato en aceptar la oferta del Señor, cuando dijo: "Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar." (Mateo 11:28)
Porque así es como se siente, afligido y menesteroso, además de carcomido por el miedo.
Generalmente este tipo de Salmos que inician con clamores insistentes, dudas o lamentos, suelen concluir con contrastes de esperanza o de una respuesta positiva del Señor.
Pero este no es el caso, sino más bien leemos a un Hemán solo y angustiado.
Pero aún así, en su angustia, Hemán no cesó de clamar a Dios, cosa que podemos leer en la insistencia del autor, plasmada en los versículos uno, dos, nueve y trece, siendo éste un Salmo corto, dividido en tan sólo dieciocho versos.
Imaginando a Hemán oficiando en su labor musical y vocal, dando alabanzas al Señor, la duda que me surge es la siguiente: "¿Cómo pudo compaginar este sentimiento desolador con su labor ministerial?"
Sea como fuere, si se ausentara por algún tiempo a causa de alguna enfermedad, o consiguiera llevarlo todo simultáneamente, me viene a la mente a un Job esperanzado en medio de la peor de las experiencias de su vida, en la que lo había perdido todo, hasta su salud.
"Yo sé que mi Redentor vive, Y al fin se levantará sobre el polvo; Y después de deshecha esta mi piel, En mi carne he de ver a Dios; Al cual veré por mí mismo, Y mis ojos lo verán, y no otro, Aunque mi corazón desfallece dentro de mí."
Job 19:25-27
Porque Job es, después del Señor, la persona más sufriente que conocemos en la historia de Israel. Pero que, a pesar de la multidud de sus sufrimientos, mantuvo su fe en Dios, consiguiendo así separar su estado emocional, provocado por las circunstancias, de su razocinio y conocimiento de Dios, que lo enclavaban a Él, a pesar de éstas.
Podríamos decir, pues, en un guiño a esta comparativa, que Hemán fue el Job de los Salmos y de los músicos de David.
Porque, además, igual que Job fue restaurado de todas sus aflicciones, Hemán experimentó también una restauración con una muy copiosa recompensa por su perseverancia en Dios, en medio de la angustia.
Porque nada más y nada menos que diecisiete hijos le dio Dios, catorce varones y tres hijas, que igualmente se dedicaron a la música, como su padre, formando un grupo considerable del cuál Hemán sería el director.
Todos éstos fueron hijos de Hemán, vidente del rey en las cosas de Dios, para exaltar su poder; y Dios dio a Hemán catorce hijos y tres hijas. Y todos éstos estaban bajo la dirección de su padre en la música, en la casa de Jehová, con címbalos, salterios y arpas, para el ministerio del templo de Dios. Asaf, Jedutún y Hemán estaban por disposición del rey.
1 Crónicas 25:5-6
¡Qué bendición tan grande, que todos sus hijos siguieran los pasos de su padre y se sometieran bajo su dirección en la casa del Señor! Con este regalo de Dios, seguramente que, Hemán, toda esa angustia reflejada en su Salmo, la hubiera sufrido gustosamente de haber conocido de antemano la embergadura de su recompensa.
Como se comentó anteriormente, hubo alguien más sufriente que Job en la historia de Israel, y de todo el mundo.
Éste ha sido el Señor Jesús, el Mesías prometido. Dios Hijo hecho hombre que vino a entregarse a Sí mismo en muerte para satisfacer el pago de nuestra deuda con Dios a causa del pecado. Asimismo con Su resurrección al tercer día y su ascensión a la diestra del Padre, ha abierto el acceso a la vida eterna a todo aquel que en Él cree, siendo justificado y reconciliado con Dios en Cristo.
Se cumple así, con su obra consumada en la cruz del Calvario, aquella invitación del Señor:
"Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar."
Mateo 11:28
Actualmente vivimos en una sociedad que exige un ritmo frenético de vida marcado a golpe de agenda o en base a objetivos a cumplir. También existen las enfermedades, los impuestos y las guerras... Toda suerte de adversidades que pueden influir directamente al estado de ánimo del creyente, por fiel a Dios que sea.
Y cuando sucumbimos en el colmo de las dificultades o de los achaques en la salud, las dudas irrumpen en nuestros pensamientos intentando quitarnos la paz y el gozo que recibimos en Cristo Jesús desde el día que nos rescató, y que nada ni nadie nos puede quitar.
Cuando todo esto suceda, esforcemos ese poco más a nuestra mente recordando la eterna recompensa que tenemos reservada con el Señor para toda la eternidad, y toda duda quedará desintegrada.
Hagámonos hoy con estos dos versículos, para nuestro aliento y fortaleza en Cristo, para que las aflicciones no afecten a nuestra fe ni a nuestra obra ministerial.
"Considerad a aquel que sufrió tal contradicción de pecadores contra sí mismo, para que vuestro ánimo no se canse hasta desmayar."
"Porque de la manera que abundan en nosotros las aflicciones de Cristo, así abunda también por el mismo Cristo nuestra consolación."
Hebreos 12:3 y 2 Corintios 1:5
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