Asimismo quinientos hombres de ellos, de los hijos de Simeón, fueron al monte de Seir, llevando por capitanes a Pelatías, Nearías, Refaías y Uziel, hijos de Isi, y destruyeron a los que habían quedado de Amalec, y habitaron allí hasta hoy.
1 Crónicas 4:42-43
Para finalizar el recuento de los descendientes de Simeón, el cronista añade, en lo que cabe en tan sólo dos versículos, un muy breve relato de cómo quinientos de sus hombres tomaron para sí el monte de Seir, finiquitando a los Amalecitas que se habían refugiado en esas tierras.
El monte de Seir cae en una cadena montañosa del reino de Edom. Edom es el nombre que adquirió Esaú y esta es la tierra que le fue dada.
"Y Esaú habitó en el monte de Seir; Esaú es Edom."
Génesis 36:8
Esaú era hermano de Jacob, el cual es Israel. Pero a pesar de ello no quiso ayudarlo, sino más bien aprovechó sus decadencias para tratar de destruirlo y quedarse con sus bienes.
Así sucedió cuando Moisés junto con todos los que salieron de Egipto, necesitó atravesar las tierras de Edom para continuar la famosa travesía que les costaría cuarenta años de desierto. Que solicitando previamente permiso para poder pasar, no solo se lo denegaron, sino que aún los amenazaron y hasta se levantaron en ataque contra ellos, de modo que no les quedó otra que rodear su nación.
"Pero él respondió: No pasarás. Y salió Edom contra él con mucho pueblo, y mano fuerte. No quiso, pues, Edom dejar pasar a Israel por su territorio, y se desvió Israel de él."
Números 20:20-21
Por éste y otros desplantes de Edom cayó maldición sobre él por parte de varios profetas, aunque recordaremos al más sonado, por lo contradictorio de su situación.
Se encontraba Balaam contratado por los Moabitas para que maldijese al pueblo de Israel, y de camino hacia allá se vió impedido por el Señor de proferir maldición alguna contra Su pueblo, sino más bien le hizo ir, pero para maldecir a los contratantes y, de paso, recibieron también, su ración, los Edomitas y los Amalecitas.
"Será tomada Edom, será también tomada Seir por sus enemigos, e Israel se portará varonilmente. De Jacob saldrá el dominador, y destruirá lo que quedare de la ciudad. Y viendo a Amalec, tomó su parábola y dijo: Amalec, cabeza de naciones; Mas al fin perecerá para siempre."
Números 24:18-20
Y aquí encontramos a estos quinientos de Simeón, abriendo paso al cumplimiento de estas profecías, comenzando por Amalec, ya que la destrucción total de Edom no se dará hasta tiempos intertestamentarios por mano de un levita llamado Judas Macabeo, que no llegó a registrarse en la Biblia, aunque aparece en escritos del historiador judío Flavio Josefo, quien recapituló los acontecimientos habidos durante el perdiodo de transición entre el Antiguo y el Nuevo pacto.
Lo consumado por los quinientos de Simeón y sus capitanes supondrá la extensión del reino y el cumplimiento del juicio de Dios contra los que obraron en contra de Israel.
En el pasar de los siglos se dará la consumación de la mayor de las bendiciones de Dios para con el hombre, la gracia de Dios por medio de Jesucristo, con Su obra salvífica en la cruz del calvario y su resurrección al tercer día para el perdón, la reconciliación y la vida eterna en Él.
Y tras Su ascensión a la diestra del Padre se dió el nacimiento de Su iglesia, formada por todos los que en Él creen, viniendo a ser hechos miembros de su cuerpo y morada permanente del Espíritu Santo.
Y con esta consumación se rompió el yugo de maldición contra los hombres y el dominio de la muerte con la resurrección y condenando al maligno al lago de fuego, juicio que le será ejecutado en el día en que el Señor juzgue al mundo en Su gran trono blanco.
Mientras tanto, nosotros debemos andar como los quinientos de Simeón, todos en la iglesia unidos en el mismo Espíritu, expandiendo el reino por el anuncio del evangelio de Jesucristo, para conquistar con la luz de Cristo a aquellos que ahora son habitados por las tinieblas, y vengan a ser nuestros hermanos en la fe, para siempre.
Nos sirvan estas palabras de Pablo a los Corintios para tomar ánimo y prosigamos habitando con la luz lo que está ocupado por las tinieblas.
"¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria? ya que el aguijón de la muerte es el pecado, y el poder del pecado, la ley. Mas gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo. Así que, hermanos míos amados, estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano."
1 Corintios 15:55-58
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