jueves, 14 de abril de 2022

EN CONSECUENCIA DEL ORGULLO, 1 Crónicas 5:3-6

EN CONSECUENCIA DEL ORGULLO, 1 Cronicas 5:3-6 

fueron, pues, los hijos de Rubén primogénito de Israel: Hanoc, Falú, Hezrón y Carmi. Los hijos de Joel: Semaías su hijo, Gog su hijo, Simei su hijo, Micaía su hijo, Reaía su hijo, Baal su hijo, Beera su hijo, el cual fue transportado por Tiglat-pileser rey de los asirios. Este era principal de los rubenitas.
1 Crónicas 5:3-6 

Habiendo iniciado el registro genealógico de Rubén, el cronista se detiene en Beera para recordar su deportación por los asirios, por mano de Tiglat-Pileser. 

Este acontecimiento debió ocurrir poco tiempo antes de la total destrucción del reino de Israel, el cual era el reino del Norte, y la deportación de sus habitantes  acontecida en el año 722 a.C. 

Se conoce del tal Tiglat-Pileser que fue un rey Asirio, el cual reinó desde el 745 y hasta el 727 a.C. Existieron dos anteriores a él con el mismo nombre, por lo que éste en concreto era Tiglat-Pileser III. 

La táctica de este rey Asirio tras sus victorias en conflictos bélicos era la de desalojar al enemigo derrotado para evitar la organización de revanchas. 

El caso está en que Beera, el principal de los rubenitas, no entró en conflicto directo con el rey de Asiria, sino más bien su deportación acabó siendo la consecuencia de un yugo desigual entre Acaz, el rey de Judá con quien en realidad era su pugna, y Tiglat-Pileser, quien respondió a la solicitud de éste. 

Porque habiéndose levantado Israel contra Judá, junto con Rezín, rey de Siria, Isaías fue a dar aviso a Acaz, alentándolo en profecía en favor del reino de Judá, pero instándolo directamente a que acudiera a Dios para su consejo y dirección. 

Pero Acaz se negó rotundamente a acudir a Dios y prefirió someterse a Tiglat-Pileser, rey de Asiria, por tal de recibir en favor que éste le protegiera. 

"Habló también Jehová a Acaz, diciendo: Pide para ti señal de Jehová tu Dios, demandándola ya sea de abajo en lo profundo, o de arriba en lo alto. Y respondió Acaz: No pediré, y no tentaré a Jehová."
Isaías 7:10-12 

En conceptos bélicos, este acuerdo fué un éxito, pero también significó, para Acaz, haber perdido la oportunidad de humillarse delante de Dios, quien le iba a dar igualmente la victoria, y haber salvado así también su alma, después de todo su mal hacer durante su reinado. 

Y como Acaz depositó su confianza a este rey pagano y hasta le rindió pleitesía, ordenando construir un altar expresamente para ofrendar sacrificios a sus dioses, Tiglat-Pileser se dió la libertad de actuar como actuaría conforme a sus trofeos de guerra, haciéndose con terrenos israelitas, y de ahí que Beera acabara siendo transportado por él. 

Y en esta lectura podemos ver cómo Acaz prefirió entregar el reino del norte en manos de un pagano antes que acudir a Dios para lidiar en el conflicto, siendo ambos reinos hijos de Israel. 

Porque aunque cabe decir que el reino del norte hizo siempre lo malo delante de Dios desde su inicio y hasta su fin, la misericordia de Dios alcanza a todo Su pueblo, por cuanto ya lo sabemos en las revelaciones de los últimos tiempos, que habrá salvación para Su remanente. 

Pero el orgullo y la soberbia del rey Acaz provocó el inicio de lo que acontecería unos pocos años después, la destrucción total del reino del Norte y, ahora sí, la dispersión de todos sus habitantes. 

Cierto es que el reino ya venía dividido tras la muerte de Salomón, siendo que las diez tribus del Norte no aceptaron la sucesión al trono del hijo de Salomón, pero esta división fue dada por permiso Divino. 

"Y tomando Ahías la capa nueva que tenía sobre sí, la rompió en doce pedazos, y dijo a Jeroboam: Toma para ti los diez pedazos; porque así dijo Jehová Dios de Israel: He aquí que yo rompo el reino de la mano de Salomón, y a ti te daré diez tribus; y él tendrá una tribu por amor a David mi siervo, y por amor a Jerusalén, ciudad que yo he elegido de todas las tribus de Israel;" 

"Pero quitaré el reino de la mano de su hijo, y lo daré a ti, las diez tribus."
1 Reyes 11:30-32 y 35. 

Aún así, los conflictos entre ambos reinos debían ser puestos siempre en manos de Dios, por cuanto ambos eran de Su mismo pueblo, para que fuera resuelto de manera interna. 

Generalmente, y aunque siempre había un victorioso y un derrotado, la experiencia dirigida por Dios acababa resultando en la humillación, el arrepentimiento y en volver a someterse a Dios. Esto, por lo menos, es lo que solía ocurrir en el reino de Judá, pero el reino de Israel siempre anduvo torcido, con o sin victorias. 

Y esto es lo que hace el orgullo, que capacita al hombre a entregar a su hermano al enemigo, por tal de no ceder en un conflicto. 

Esto también puede suceder entre hermanos en Cristo. Que habiendo un desacuerdo entre ellos y no queriendo humillarse delante de Dios, se busque una solución externa. De este modo siempre existirá un Beera deportado de una sana y sincera congregación entre hermanos y un mal testimonio de la iglesia. 

Algo así sucedía en la iglesia de Corinto, donde el orgullo estaba en el ambiente, y donde Pablo tuvo que ser muy contundente en este y otros aspectos: 

"Para avergonzaros lo digo. ¿Pues qué, no hay entre vosotros sabio, ni aun uno, que pueda juzgar entre sus hermanos, sino que el hermano con el hermano pleitea en juicio, y esto ante los incrédulos? Así que, por cierto es ya una falta en vosotros que tengáis pleitos entre vosotros mismos. ¿Por qué no sufrís más bien el agravio? ¿Por qué no sufrís más bien el ser defraudados? Pero vosotros cometéis el agravio, y defraudáis, y esto a los hermanos."
1 Corintios 6:5-8 

Es muy doloroso que un hermano se levante en contra nuestro, sea cual fuere el motivo, o traicione nuestra confianza usando en nuestra contra aquella confesión que le hicimos en nuestros días bajos. Pero no podemos permitir que ese dolor melle en el corazón encostrándolo en orgullo y antipatía, pues esto sólo provoca aún más dolor y amargura que nos priva de disfrutar de nuestro gozo en Cristo y de mantener una sana comumión con nuestro Padre celestial. 

Quizá sea que tenemos razón y el hermano anda errado, aún así vale la pena ceder y poner la situación en manos de Dios y en conocimiento de la iglesia, para la pronta reconciliación. 

Hoy es día de finiquitar este conflicto interno y exponer el caso a nuestro Padre,  el Juez de los jueces. 

"Hermanos, no os quejéis unos contra otros, para que no seáis condenados; he aquí, el juez está delante de la puerta."
Santiago 5:9






















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