viernes, 29 de abril de 2022

PERSEVERANDO EN LA FE, 1 Crónicas 6:54-56

PERSEVERANDO EN LA FE, 1 Crónicas 6:54-56.

Estas son sus habitaciones, conforme a sus domicilios y sus términos, las de los hijos de Aarón por las familias de los coatitas, porque a ellos les tocó en suerte. Les dieron, pues, Hebrón en tierra de Judá, y sus ejidos alrededor de ella. Pero el territorio de la ciudad y sus aldeas se dieron a Caleb, hijo de Jefone.
1 Crónicas 6:54-56

Después de conocer a los levitas por sus familias y funciones, el cronista se dedica a mostrar las ciudades y campos que les fueron dados.

Pero entre el detalle abre un paréntesis para acordarse de Caleb, por cuanto el territorio de Hebrón y sus aldeas les fueron dados a él.

Caleb no era Levita, ni siquiera pertenecía a ninguna tribu de Israel por linaje de sangre, aunque fuera contado como jefe de Judá. Él era hijo de Jefone, cenezeo, descendiente de Edom, este es Esaú, el hermano de Jacob, conocido por haberle dado más importancia a un plato de estofado que a su derecho de primogenitura.

Caleb no era el único cenezeo en Israel, y como más reconocido tendríamos al suegro de Moisés, Jetro, quien también era llamado Reuel, descendiente de Esaú y sacerdote de Madián.

Pero mientras que Jetro fue parte de Israel por parentesco familiar, al haberse casado su hija Séfora con Moisés, de Caleb no se detalla cómo llegó a formar parte de entre los contados en la tribu de Judá.

Lo que sí se sabe es que superó con creces las expectativas de lo que significaba formar parte entre los hijos de Israel, por su obediencia, sujección y fe.

Caleb fue enviado junto con otros once exploradores a Canaán desde Cades-Barnea, para contemplar las tierras que Dios les daba para su uso y disfrute.

De los doce que fueron a la misión, solamente dos de ellos regresaron convencidos de tomar posesión de ellas, conforme Dios las ponía en sus manos.

El resto de los observadores se acobardaron al ver que los habitantes de esas tierras eran gigantes y guerreros, por lo que amedrentaron al pueblo de tal manera que maldijeron y rechazaron el regalo de Dios, prefiriendo aún volver a Egipto o morir en el desierto.

Enfrentados a éstos estaban Caleb y Josué, que se esforzaron por reconvenir al pueblo:

"Si Jehová se agradare de nosotros, él nos llevará a esta tierra, y nos la entregará; tierra que fluye leche y miel. Por tanto, no seáis rebeldes contra Jehová, ni temáis al pueblo de esta tierra; porque nosotros los comeremos como pan; su amparo se ha apartado de ellos, y con nosotros está Jehová; no los temáis."
Números 14:8-9

Pero no los quisieron escuchar, así que Dios castigó a toda esa generación a morir en el desierto, tal y como habían deseado. Además, Dios recompensó la fidelidad de Caleb con la promesa de heredar el territorio que exploró, para su disfrute y para el de sus hijos.

Cuarenta años pasaron, y cinco más. El pueblo de Dios ya no era el mismo, por cuanto todos los rebeldes perecieron en el desierto, quedando sólo sus hijos juntamente con Josué y Caleb.

Pero Caleb no se había olvidado de la promesa, así que, estando Josué liderando la repartición de las tierras, Caleb reclamó su parte, conforme Dios le había prometido.

A pesar de los años, el territorio continuaba habitado por los mismos que lo ocupaban cuatro décadas atrás. Aún así Caleb estaba decidido a tomar posesión de ella, por cuanto Dios la había puesto para él y para su familia.

Esta fue la petición de Caleb a Josué a sus ochenta y cinco años:

"Todavía estoy tan fuerte como el día que Moisés me envió; cual era mi fuerza entonces, tal es ahora mi fuerza para la guerra, y para salir y para entrar. Dame, pues, ahora este monte, del cual habló Jehová aquel día; porque tú oíste en aquel día que los anaceos están allí, y que hay ciudades grandes y fortificadas. Quizá Jehová estará conmigo, y los echaré, como Jehová ha dicho."
Josué 14:11-12

Y tomó Caleb la ciudad de Hebrón, echando a los anaceos con esfuerzo y valentía, en plena convicción de que Dios le daría la victoria.

Es totalmente entendible que el cronista quisiera detenerse para nombrar a Caleb y las tierras de Hebrón que les fueron dadas, después de conocer su actitud ejemplar como hombre de fe, instruído y obediente, a quien no le afectó en lo más mínimo el paso del tiempo en el ánimo y en las ganas de continuar luchando a pesar de su avanzada edad.

Teniendo en cuenta que desde que se profirió la promesa y hasta que pudo verse el cumplimiento pasaron más de cuatro décadas, a cualquiera le hubiera menguado la fe o simplemente habría acabado desestimándola.

Aunque también, sabiéndose poseedor de las tierras por promesa de Dios, Caleb pudo haber decidido vivir relajadamente y dejar que fuesen sus hijos los que se ocupasen en la posesión de ellas, total, él ya estuvo cuarenta años al servicio de Moisés.

Pero Caleb mostró su fe con una vida de sujección a Moisés y a Josué, y con gran dedicación como jefe de Judá, con lo que atañía su cargo. Bien le valió la recompensa, dada por Dios y como fruto de su esfuerzo y obediencia.

Cuando el Señor Jesucristo anduvo entre los hombres anunciando el evangelio del reino, impartía enseñanzas y le daba el correcto sentido a los mandamientos, a cumplir por todo aquel que quisiera formar parte en el reino de Dios.

Pero además de eso, el Señor profirió varias promesas, unas que se verían cumplidas a corto plazo y otras que se irían cumpliendo más adelante, hasta las que han de cumplirse en el fin de los tiempos.

Así pues, prometió que resucitaría al tercer día de su sepultura tras la consumación de su obra salvífica en la cruz del Calvario, y  resucitó. Después de esto, anduvo por cuarenta días con sus discípulos y antes de ascender a los cielos, les recordó la promesa del bautismo con el Espíritu Santo, el cual dió lugar al nacimiento de la iglesia.

A partir de este momento, otra promesa se va a ir cumpliendo en todo aquel que, recibiendo el evangelio, creyere en Jesús y lo reconociere como Señor y Salvador personal, la cual es la promesa de la vida eterna y de la seguridad de salvación en Él.

"Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano."

"Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna."
Juan 10:27-28 y Juan 3:16

¡Qué maravilloso es poder disfrutar de esta promesa cumplida en nosotros por Cristo, por medio de la fe!

Creemos que Cristo murió, resucitó y ascendió a la diestra del Padre, abriéndonos el acceso a la reconciliación con Dios y a la vida eterna. Además que también creemos que el Señor volverá, ya no para pagar por nuestro rescate, pues eso ya lo hizo, sino para reinar en Su poder y Su gloria por toda la eternidad.

Y esta es la promesa de nuestra esperanza:

"Palabra fiel es esta: Si somos muertos con él, también viviremos con él; Si sufrimos, también reinaremos con él; Si le negáremos, él también nos negará. Si fuéremos infieles, él permanece fiel; El no puede negarse a sí mismo."
2 Timoteo 2:11-13

Ahora, Caleb tuvo que esperar por más de cuarenta años hasta ver el cumplimiento de su promesa, viendo morir uno a uno a toda la generación que salió de Egipto, y además sufriendo el duelo por la muerte de Aarón y Moisés, que tampoco llegaron a pisar la tierra prometida.

Pero el desánimo no estaba con él, sino que perseveró aún viéndose envejecer.

Ahora nos queda a nosotros recordar el ímpetu del primer amor y de la fe genuina que inundaba nuestro ser en nuestra juventud y en los primeros pasos en Cristo, para mirarnos hoy y decir como Caleb: "Todavía estoy tan fuerte como el día en que el Señor me salvó, pasándome de muerte a vida." 

Hoy es día de tomar la vida con valentía, sabiendo que contra las adversidades Dios ya nos dió la victoria, perseverando en la fe.  
















jueves, 28 de abril de 2022

CADA CUAL EN SU FUNCIÓN, 1 Crónicas 6:48-49

CADA CUAL EN SU FUNCIÓN, 1 Crónicas 6:48-49

Y sus hermanos los levitas fueron puestos sobre todo el ministerio del tabernáculo de la casa de Dios. Mas Aarón y sus hijos ofrecían sacrificios sobre el altar del holocausto, y sobre el altar del perfume quemaban incienso, y ministraban en toda la obra del lugar santísimo, y hacían las expiaciones por Israel conforme a todo lo que Moisés siervo de Dios había mandado.
1 Crónicas 6:48-49

Una vez conocidos los cantores y músicos de la casa de Dios, el cronista nos recuerda al resto de los levitas, a quienes se les encomendaba el servicio general en el tabernáculo, y a los hijos de Aarón quienes tenían en exclusiva los sacrificios, las ofrendas y las expiaciones, y el acceso al lugar santísimo.

Dios ha establecido un orden para todas las cosas, de manera que en toda su creación, el ecosistema con su flora y fauna; los cielos y las aguas, con sus ciclos y estaciones, obedecen a su Creador, según la función que les ha dado a cumplir.

Pero el hombre es muy tozudo en su orgullo y le cuesta ceñirse a lo establecido.

Hubo un rey en Judá, llamado Uzías, que gozó del favor de Dios por cuanto, en su reinado, obró de acuerdo a la voluntad de Dios.

Pero cierto día se enorgulleció de sí mismo, a causa de haber visto la mano de Dios tras cada una de las victorias y éxitos obtenidos. Y no se le ocurrió otra cosa que ocuparse él mismo de quemar incienso en el altar, cosa que sólo podían hacer los levitas hijos de Aarón.

A ésto, el sumo sacerdote, Azarías, le tuvo  que reprender, diciendo: "no te corresponde a ti, oh Uzías, quemar el incienso a Jehová, sino a los sacerdotes hijos de Aarón".

El rey no quiso escuchar ni aceptar la reprensión, sino aún se violentó en contra de los sacerdotes y, en consecuencia, Dios le mandó la lepra, acabando sus días con la enfermedad y echado afuera de la ciudad a causa de ella.

A veces lo queremos hacer todo y pensamos que esto es síntoma de mejor servicio a Dios o de mayor espiritualidad, lo cierto es que extralimitarnos en nuestras funciones lo único que denota es soberbia y desprecio hacia la valía de los demás en hacer las funciones que les pertocan.

Esto estaba aconteciendo a los hermanos de la iglesia en Roma que, siendo una congregación mixta de creyentes judíos y gentiles, algunos se tenían por mayor derecho de voz y de funciones en la iglesia que otros. Pablo les reconvino:

"Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno. Porque de la manera que en un cuerpo tenemos muchos miembros, pero no todos los miembros tienen la misma función, así nosotros, siendo muchos, somos un cuerpo en Cristo, y todos miembros los unos de los otros."
Romanos 12:3-5

Pero también de entre nosotros hay quienes no es que nos excedamos en nuestras funciones, sino que directamente no queremos hacer nada y, en su lugar, andamos entremetiéndonos en lo que hacen los demás, no por aportar ayuda, sino por criticar qué y cómo lo hacen.

Esto llegó a acontecer entre los hermanos de Tesalónica. Los cuales estaban tan convencidos de la inminente segunda venida del Señor, que dejaron de ocuparse de sus obligaciones diarias de manera que no hacían nada más que merodear entre la congregación y tomar del pan que los hermanos habían conseguido con sus trabajos. Así que Pablo les dedicó una buena reprimenda para que dejaran de holgazanear, de aprovecharse y de cotillear sobre el trabajo de los demás.

"Porque oímos que algunos de entre vosotros andan desordenadamente, no trabajando en nada, sino entremetiéndose en lo ajeno. A los tales mandamos y exhortamos por nuestro Señor Jesucristo, que trabajando sosegadamente, coman su propio pan."
2 Tesalonicenses 3:11-12

Pero peor aún es cuando nos extralimitamos de tal manera en nuestras funciones, que pretendemos hacer aquello que sólo puede hacer el Espíritu Santo, que es convencer al mundo de pecado.

Cosa que ya la dejó clara el Señor Jesucristo a sus discípulos momentos antes de ser entregado para Su sacrificio.

"Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuera, el Consolador no vendría a vosotros; mas si me fuere, os lo enviaré. Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio. De pecado, por cuanto no creen en mí; de justicia, por cuanto voy al Padre, y no me veréis más; y de juicio, por cuanto el príncipe de este mundo ha sido ya juzgado."
Juan 16:7-11

Y cuando decidimos no perdonar a alguien por algún agravio cometido contra nosotros, esto también supone una grave extralimitación en nuestras funciones, porque la falta de perdón implica  aplicación de condena, y esto solo lo puede hacer un juez.

Y nosotros no hemos sido llamados para ser jueces sobre la tierra, por lo menos no hasta que seamos llevados con el Señor, para juzgar juntamente con Él, cuando establezca Su reino sobre todas las naciones de la tierra.

Nuestra función es la de mostrar la luz de Cristo al mundo  y esta luz conlleva el amor de Dios, Su misericordia y Su compasión, por tal de que todos podamos proceder a arrepentimiento, para la salvación de las almas.

Y en cuanto al juicio, esto es de Dios, asimismo como Su venganza:

"No os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios; porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor. Así que, si tu enemigo tuviere hambre, dale de comer; si tuviere sed, dale de beber; pues haciendo esto, ascuas de fuego amontonarás sobre su cabeza.
Romanos 12:19-20

Hoy va siendo el día en que debemos examinarnos seriamente, planteándonos qué labor estamos haciendo en el cuerpo de Cristo y hacia el mundo, y si la estamos ejerciendo según el orden establecido, cada cual en su función.

Y si nos llegara algún hermano como Azarías, que nos tenga que reprender alguna actitud nuestra desordenada, no seamos como Uzías, sino tomémonos con calma su consideración y aceptémosla humildemente, por el bien común en la iglesia y para la gloria de Dios.

Tomemos este consejo de Pablo como puntilla de reflexión:

"Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres; sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa de la herencia, porque a Cristo el Señor servís."
Colosenses 3:23-24



















martes, 26 de abril de 2022

DIOS PERMANECE FIEL, 1 Crónicas 6:44-47

DIOS PERMANECE FIEL, 1 Crónicas 6:44-47

Pero a la mano izquierda estaban sus hermanos los hijos de Merari, esto es, Etán hijo de Quisi, hijo de Abdi, hijo de Maluc, hijo de Hasabías, hijo de Amasías, hijo de Hilcías, hijo de Amsi, hijo de Bani, hijo de Semer, hijo de Mahli, hijo de Musi, hijo de Merari, hijo de Leví.
1 Crónicas 6:44-47

Para ultimar la mención de los sacerdotes puestos por David para la dirección del servicio musical en la casa de Dios, el cronista nos presenta a Etán, descendiente de Leví por parte de Merari.

Su nombre significa "Permanente" o "el que permanece", aunque a partir de su nuevo ministerio fue conocido con el nombre de Jedutún, el cual significa "El que alaba".

Jedutún también es llamado vidente en las Escrituras, como suele ser costumbre entre los sacerdotes y profetas. Y también se comenta de él que fue puesto juntamente con Asaf y Hemán para que profetizasen con címbalos, salterio y arpa, a disposición del rey.

A Jedutún se le atribuye la autoría del  Salmo ochenta y nueve, aunque también es nombrado en tres Salmos más, compuestos por David y Asaf para que Jedutún los interpretara vocalmente y/o les añadiera los arreglos musicales.

Pero cuando se lee su nombre en los créditos de autor del Salmo ochenta y nueve, éste no es el de Jedutún, sino el de Etán, al parecer, en honor al tema principal del Salmo, que es la permanente fidelidad de Dios, aunque sus versos cobran buen peso profético por cuanto se expone explícitamente el pacto Davídico, con lujo de detalles. Igualmente éste es tratado desde la confianza en que Dios permanece fiel a Su palabra.

El Salmo inicia con una permanente alabanza a Dios por Su fidelidad y por Sus misericordias y a continuación va intercalando la doxología con el desarrollo del pacto Davídico, pasando por un espacio de exhortación al pueblo rebelde y sus dudas ante el silencio de Dios, en consecuencia de sus actos.

El Salmista finalizará clamando, en nombre del pueblo, por la misericordia de Dios y por Su fidelidad, por la que ha estado alabándolo durante el trascurrir de los versos, para plasmar una alabanza como punto final en este Salmo.

Etán alababa la fidelidad de Dios aún sin haber gustado el cumplimiento de Su pacto con David. Pero a día de hoy podemos confirmar y palpar la fidelidad de Dios en la persona del Señor Jesucristo, Dios Hijo, dado a Sí mismo en rescate por nosotros y poniendo fin al dominio de la muerte, con Su resurrección.

"El me clamará: Mi padre eres tú, Mi Dios, y la roca de mi salvación. Yo también le pondré por primogénito, El más excelso de los reyes de la tierra. Para siempre le conservaré mi misericordia, Y mi pacto será firme con él."
Salmos 89:26-28

Y el Señor Jesucristo vino a ser el primogénito del Padre de entre los muertos, abriendo el acceso a la resurrección de los santos para vida eterna en Él, haciéndonos partícipes de Su cuerpo y teniéndolo a Él por cabeza.

"Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten; y él es la cabeza del cuerpo que es la iglesia, él que es el principio, el primogénito de entre los muertos, para que en todo tenga la preeminencia; por cuanto agradó al Padre que en él habitase toda plenitud, y por medio de él reconciliar consigo todas las cosas, así las que están en la tierra como las que están en los cielos, haciendo la paz mediante la sangre de su cruz."
Colosenses 1:17-20

Sí, y vino cumpliendo con toda señal Mesiánica descrita por los profetas, y además, volverá para cumplir con el resto del pacto que Dios hizo con David, para tomar Su trono para siempre.

El Rey de reyes y Señor de señores, o como escribe Etán, el más excelso de los reyes de la tierra, volverá, pero ya no como cordero pascual, sino en toda Su gloria, convocando a todos Sus santos para reinar con Él y derramando todo el peso de Su ira contra los malvados, destruyendo la maldad para siempre.

Entre tanto que se cumple el día en que ha de venir, tiempo del cual nadie sabe, sino el Padre que está en los cielos, a la iglesia se le ha dado por función el portar la luz de Cristo a las naciones, las buenas nuevas de salvación con Su palabra y con nuestro testimonio de vida en Él.

La segunda venida del Señor Jesucristo, con el previo arrebatamiento de Su iglesia para estar en Su presencia, es un hecho que espera todo cristiano desde el primer siglo y que cada generación de creyentes pensamos que no experimentaremos la muerte, pasando a ser directamente glorificados conforme somos llevados a Su presencia.

Pero también han habido épocas donde la desesperanza ha hecho mella, durante los tiempos en que hemos pasado por pestes, guerras o persecuciones, en que pudiéramos preguntarnos como dice el Salmista:

"Señor, ¿dónde están tus antiguas misericordias,Que juraste a David por tu verdad?"
Salmos 89:49

Ya sabemos que el Señor nos dijo: "En el mundo tendréis aflicción, pero no temáis, yo he vencido al mundo." Pero aún así nos tienta la impaciencia hacia el peligroso camino de la incredulidad y del desánimo, y esto no debe ser así.

De todos modos, y como éste es un defecto que venimos teniendo todos en la iglesia desde el primer siglo, Pedro tuvo a bien plasmar estas palabras de aliento, por tal de retomar el ánimo y la visión evangelística:

"El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento."
2 Pedro 3:9

Y para que todos puedan proceder al arrepentimiento es necesario que la iglesia cumpla con su función encomendada sobre la tierra.

El Señor va a volver, Él volverá, y no depende de lo que hagamos o dejemos de hacer. Porque, a diferencia de los hombres, Dios siempre cumple con Su palabra.

"Si fuéremos infieles, él permanece fiel; El no puede negarse a sí mismo."
2 Timoteo 2:13



















lunes, 25 de abril de 2022

LA PORCIÓN DE ASAF, 1 Crónicas 6:39-43

LA PORCIÓN DE ASAF, 1 Crónicas 6:39-43

y su hermano Asaf, el cual estaba a su mano derecha; Asaf, hijo de Berequías, hijo de Simea, hijo de Micael, hijo de Baasías, hijo de Malquías, hijo de Etni, hijo de Zera, hijo de Adaía, hijo de Etán, hijo de Zima, hijo de Simei, hijo de Jahat, hijo de Gersón, hijo de Leví.
1 Crónicas 6:39-43

Después de Hemán, el cronista nos presenta a Asaf, descendiente de Leví a través de Gersón.

Asaf fue músico en la casa de Dios cuando el rey David constituyó el ministerio sacerdotal de la alabanza, con música y cánticos, durante los servicios de culto delante de la tienda donde David hizo reposar el arca del pacto.

Era cantor y los címbalos eran el único instrumento que tocaba.

Aunque se le hace llamar vidente en las Escrituras, este no es un título fuera de lo común para dirigirse a los sacerdotes y los profetas, especialmente a aquellos que se tenían más a mano del rey, de los cuales se acudía en busca del consejo de Dios por algún asunto de relevancia.

De Asaf destacan su visión panorámica del plan de Dios sobre Israel y sobre toda la humanidad, y su gran celo y rencilla contra los que obran maldad.

Se le atribuye la autoría de doce Salmos de los cuales se denota una gran carga profética. Uno de estos Salmos comparte autoría con Jedutún.

Los Salmos de su autoría abarcan desde el Salmo setenta y tres hasta el Salmo ochenta y tres, y el Salmo cincuenta, a pesar de que algunos observan la posibilidad de haber sido escritos, en su mayoría, por su descendencia post-exílica, de modo que los Salmos que mencionan expresamente algún lamento referido a la destrucción de Jerusalén y del templo, y el clamor del pueblo por ser rescatado, dejarían de observarse como proféticos para tenerse como históricos.

Todo el Salterio de Asaf es de gran relevancia, pero el Salmo más destacable, no por su importancia sobre los demás, sino porque todos en algún momento nos hemos podido identificar con él, es el Salmo setenta y tres.

En este Salmo, Asaf confiesa cómo le invadió la envidia al ver prosperar a los malvados. Seguidamente se entretiene describiendo cómo es la actitud de éstos y emite la quejosa observación de cómo, a pesar de sus maldades, los demás los tienen como ejemplo, pidiendo de ellos consejo.

"Ciertamente es bueno Dios para con Israel, Para con los limpios de corazón. En cuanto a mí, casi se deslizaron mis pies; Por poco resbalaron mis pasos. Porque tuve envidia de los arrogantes, Viendo la prosperidad de los impíos."
Salmos 73:1-3

Pero, como es costumbre en sus Salmos, la continuación de sus letras emiten un contraste, que es el que marcará la enseñanza y la aplicación práctica para todo aquel que lo lea, conforme a la voluntad de Dios.

"Hasta que entrando en el santuario de Dios, comprendí el fin de ellos."
Salmos 73:17

Así que Asaf marca el punto y final de su desazón con el acercamiento a la presencia de Dios, Quien le abrirá el entendimiento, mostrándole que nada de lo que codiciaba de estos impíos les puede salvar del juicio de Dios ni librarles de la condena por su maldad.

Y, abriendo los ojos a la realidad que no supo ver cuando estaba cegado por la envidia, inicia una oración a Dios, de arrepentimiento, reconociendo su necedad y las consecuencias del haber caído en el pecado más común del hombre, la codicia.

"Se llenó de amargura mi alma, Y en mi corazón sentía punzadas. Tan torpe era yo, que no entendía; Era como una bestia delante de ti."
Salmos 73:21-22

La torpeza y la falta de entendimiento, que describe como características  propias de una bestia, desaparecieron tan pronto se dejó iluminar por la sabiduría de Dios, al acercarse a Su presencia.

Ahora se da cuenta que son aquellos impíos los que desearían disfrutar del gran regalo de la gracia, el amor y la misericordia de Dios depositados sobre Asaf y sobre todos los que invocan Su nombre.

"Me has guiado según tu consejo, y después me recibirás en gloria. ¿A quién tengo yo en los cielos sino a ti? Y fuera de ti nada deseo en la tierra."
Salmos 73:24-25

No será la primera vez que se nos va la mirada hacia aquellos incrédulos adinerados que aparentan vivir unas vidas de lo más apacibles, mostrando su filantropía y recibiendo honores por ésta...

De la mirada pasa a los pensamientos, embotándolos fijamente en la forma de actuar de esta gente...

Definitivamente, hemos desviado nuestra atención tan a un lado que nos encontramos totalmente alejados de un pensamiento propio del carácter de Cristo, sino más bien de ese Lucero que se rebeló en los cielos.

Es imperiosamente necesario que centremos nuestra atención en Cristo, en la santa y perfecta palabra de Dios y en el aprovechamiento del tiempo en comunión con Dios.

Si aún nuestras circunstancias fueran tan duras como la de los hermanos Hebreos, sufrientes de grandes persecuciones, cuyo temor les tentaba a desviar su mirada hacia la oferta de aquellos que les invitaban a negar su fe, para evitar sufrir torturas hasta la muerte, tendríamos a alguien alentándonos:

"puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios."
Hebreos 12:2

Así que puestos los ojos en Cristo y, a pesar de la gran adversidad por la que estemos atravesando, podremos concluir como Asaf:

"Mi carne y mi corazón desfallecen; Mas la roca de mi corazón y mi porción es Dios para siempre."
Salmos 73:26.
















LA RESTAURACIÓN DEL AFLIGIDO, 1 Crónicas 6:33-38

LA RESTAURACIÓN DEL AFLIGIDO, 1 Crónicas 6:33-38 

Estos, pues, con sus hijos, ayudaban: de los hijos de Coat, el cantor Hemán hijo de Joel, hijo de Samuel, hijo de Elcana, hijo de Jeroham, hijo de Eliel, hijo de Toa, hijo de Zuf, hijo de Elcana, hijo de Mahat, hijo de Amasai, hijo de Elcana, hijo de Joel, hijo de Azarías, hijo de Sofonías, hijo de Tahat, hijo de Asir, hijo de Ebiasaf, hijo de Coré, hijo de Izhar, hijo de Coat, hijo de Leví, hijo de Israel;
1 Crónicas 6:33-38 

Enlistando los cantores principales que nombró el rey David para oficiar la alabanza, inicia su lista con Hemán y automáticamente despliega toda su ascendencia hasta llegar a Leví. 

Hemán fue uno de los principales levitas dedicados al ministerio musical en el tabernáculo y en el templo. 

Él tocaba instrumentos como la trompeta y los címbalos, además de ser cantor. 

De Hemán podemos leer un Salmo, el número ochenta y ocho, el cual consta como de su autoría. 

Dicho Salmo, en su lectura, denota una angustia y una desolación que destacan por sobre el resto de los Salmos, es un lamento de principio a fin. 

Aunque Hemán clama al Dios de su salvación, en el primer versículo del Salmo, no parece que el cantor sienta recibir respuesta alguna acorde al rescate que apela en su lamento, pues seguidamente expresa sentirse deshauciado, afligido y abandonado por el mismo Dios de quien espera la salvación. 

"Oh Jehová, Dios de mi salvación,Día y noche clamo delante de ti." 

"Sobre mí reposa tu ira,Y me has afligido con todas tus ondas. Selah"
Salmos 88: 1 y 7 

A continuación se le presentará una serie de dudas trascendentales, en cuanto a un posible más allá después de la muerte. 

"¿Manifestarás tus maravillas a los muertos?¿Se levantarán los muertos para alabarte? Selah ¿Será contada en el sepulcro tu misericordia,O tu verdad en el Abadón? ¿Serán reconocidas en las tinieblas tus maravillas,Y tu justicia en la tierra del olvido?"
Salmos 88:10-12 

Porque en ese entonces la cosmovisión Israelita no contemplaba la idea de la resurrección de los muertos, y creían que las recompensas de Dios a los justos les eran dadas en vida, en el plano terrenal, de manera que, a cualquiera que le sobreviniera enfermedad o desgracias en el plano natural del ser humano, se le tenía por receptor de juicio de Dios a causa de su pecado. 

Pero el encontrarse al borde de la muerte le hizo despertar en estas cuestiones, porque, ¿qué esperanza queda para él, si para el justo y para el injusto les espera el mismo fin? Se abre el debate trascendental en medio del lamento de Hemán, que arroja un atisbo de luz en lo que se revelará con el tiempo en cuanto a la estancia en el Seol. 

Entre sus dudas, otra pregunta se hace hueco, la cual reclama el motivo de su desamparo, al punto de sentirse rechazado por Dios. 

Y seguidamente se sumerge en su aflicción, tal, que podría ser el primer candidato en aceptar la oferta del Señor, cuando dijo: "Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar." (Mateo 11:28) 

Porque así es como se siente, afligido y menesteroso, además de carcomido por el miedo. 

Generalmente este tipo de Salmos que inician con clamores insistentes, dudas o lamentos, suelen concluir con contrastes de esperanza o de una respuesta positiva del Señor. 

Pero este no es el caso, sino más bien leemos a un Hemán solo y angustiado. 

Pero aún así, en su angustia, Hemán no cesó de clamar a Dios, cosa que podemos leer en la insistencia del autor, plasmada en los versículos uno, dos, nueve y trece, siendo éste un Salmo corto, dividido en tan sólo dieciocho versos. 

Imaginando a Hemán oficiando en su labor musical y vocal, dando alabanzas al Señor, la duda que me surge es la siguiente: "¿Cómo pudo compaginar este sentimiento desolador con su labor ministerial?" 

Sea como fuere, si se ausentara por algún tiempo a causa de alguna enfermedad, o consiguiera llevarlo todo simultáneamente, me viene a la mente a un Job esperanzado en medio de la peor de las experiencias de su vida, en la que lo había perdido todo, hasta su salud. 

"Yo sé que mi Redentor vive, Y al fin se levantará sobre el polvo; Y después de deshecha esta mi piel, En mi carne he de ver a Dios; Al cual veré por mí mismo, Y mis ojos lo verán, y no otro, Aunque mi corazón desfallece dentro de mí."
Job 19:25-27 

Porque Job es, después del Señor, la persona más sufriente que conocemos en la historia de Israel. Pero que, a pesar de la multidud de sus sufrimientos, mantuvo su fe en Dios, consiguiendo así separar su estado emocional, provocado por las circunstancias, de su razocinio y conocimiento de Dios, que lo enclavaban a Él, a pesar de éstas. 

Podríamos decir, pues, en un guiño a esta comparativa, que Hemán fue el Job de los Salmos y de los músicos de David. 

Porque, además, igual que Job fue restaurado de todas sus aflicciones, Hemán experimentó también una  restauración con una muy copiosa recompensa por su perseverancia en Dios, en medio de la angustia. 

Porque nada más y nada menos que diecisiete hijos le dio Dios, catorce varones y tres hijas, que igualmente se dedicaron a la música, como su padre, formando un grupo considerable del cuál Hemán sería el director. 

Todos éstos fueron hijos de Hemán, vidente del rey en las cosas de Dios, para exaltar su poder; y Dios dio a Hemán catorce hijos y tres hijas. Y todos éstos estaban bajo la dirección de su padre en la música, en la casa de Jehová, con címbalos, salterios y arpas, para el ministerio del templo de Dios. Asaf, Jedutún y Hemán estaban por disposición del rey.
1 Crónicas 25:5-6 

¡Qué bendición tan grande, que todos sus hijos siguieran los pasos de su padre y se sometieran bajo su dirección en la casa del Señor! Con este regalo de Dios, seguramente que, Hemán, toda esa angustia reflejada en su Salmo, la hubiera sufrido gustosamente de haber conocido de antemano la embergadura de su recompensa. 

Como se comentó anteriormente, hubo alguien más sufriente que Job en la historia de Israel, y de todo el mundo. 

Éste ha sido el Señor Jesús, el Mesías prometido. Dios Hijo hecho hombre que vino a entregarse a Sí mismo en muerte para satisfacer el pago de nuestra deuda con Dios a causa del pecado. Asimismo con Su resurrección al tercer día y su ascensión a la diestra del Padre, ha abierto el acceso a la vida eterna a todo aquel que en Él cree, siendo justificado y reconciliado con Dios en Cristo. 

Se cumple así, con su obra consumada en la cruz del Calvario, aquella invitación del Señor: 

"Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar."
Mateo 11:28 

Actualmente vivimos en una sociedad que exige un ritmo frenético de vida marcado a golpe de agenda o en base a objetivos a cumplir. También existen las enfermedades, los impuestos y las guerras... Toda suerte de adversidades que pueden influir directamente al estado de ánimo del creyente, por fiel a Dios que sea. 

Y cuando sucumbimos en el colmo de las dificultades o de los achaques en la salud, las dudas irrumpen en nuestros pensamientos intentando quitarnos la paz y el gozo que recibimos en Cristo Jesús desde el día que nos rescató, y que nada ni nadie nos puede quitar. 

Cuando todo esto suceda, esforcemos ese poco más a nuestra mente recordando la eterna recompensa que tenemos reservada con el Señor para toda la eternidad, y toda duda quedará desintegrada. 

Hagámonos hoy con estos dos versículos, para nuestro aliento y fortaleza en Cristo, para que las aflicciones no afecten a nuestra fe ni a nuestra obra ministerial. 

"Considerad a aquel que sufrió tal contradicción de pecadores contra sí mismo, para que vuestro ánimo no se canse hasta desmayar." 

"Porque de la manera que abundan en nosotros las aflicciones de Cristo, así abunda también por el mismo Cristo nuestra consolación."
Hebreos 12:3 y 2 Corintios 1:5
















domingo, 24 de abril de 2022

LA LABOR ENCOMENDADA, 1 Crónicas 6:31-32

LA LABOR ENCOMENDADA, 1 Crónicas 6:31-32

Estos son los que David puso sobre el servicio de canto en la casa de Jehová, después que el arca tuvo reposo, los cuales servían delante de la tienda del tabernáculo de reunión en el canto, hasta que Salomón edificó la casa de Jehová en Jerusalén; después estuvieron en su ministerio según su costumbre.
1 Crónicas 6:31-32

El cronista menciona a los levitas a quienes les fue dada la labor de llevar las alabanzas y los cánticos delante del tabernáculo de David, la tienda que levantó para que reposara el arca una vez fue recuperada y vuelta a Jerusalén.

El gozo era grande, pues después de tanto tiempo, desde que los filisteos la arrebataran de las manos de Ofni y Finees, los hijos de Elí, David pudo traer de nuevo el arca y reanudar el servicio sacerdotal, el cual estuvo inactivo durante el reinado de Saúl. Tanto así, que David tuvo que mandar construir una nueva tienda para ello.

Se ocuparon pues, en su labor encomendada, en dedicación y obediencia, haciendo suyas las normas establecidas para llevar a cabo su función. De tal manera que aún después de que Salomón edificara el templo, continuaron con el ministerio conforme les fue asignado por David.

Es probable que en la novedad de los primeros días les costara hacerse a la pauta de su nuevo cometido, pero al tiempo se volvió en su estilo de vida, de modo que ya no se podía asimilar un servicio sacerdotal sin cantores, que expresaran la gratitud y la alabanza a Dios.

Será a partir del reinado de David que, con la reanudación de los servicios sacerdotales y en añadidura de la nueva función de los cantores, la nación comenzará a funcionar como un engranaje bien engrasado en el que la adoración a Dios se va a traducir en Su favor sobre los tronos de David y Salomón.

Entendiéndose que la época en que ellos reinaron supuso la más gloriosa en la historia de sus reyes, en la que imperaron las victorias contra los enemigos por parte de David y una vida de bienestar, poder y riqueza por parte de Salomón. Siempre, claro está, por la gracia de Dios.

Y es por la gracia de Dios que tiempos después nos fue dado el Mesías, el Señor Jesucristo, que entregándose a Sí mismo a muerte y resucitando al tercer día, nos abrió el acceso al perdón y a la vida eterna en Él, a todos aquellos que creemos en Jesús, reconociendo en Él a nuestro Señor y Salvador personal, y el Único medio de reconciliación con Dios.

Así es que, mediante la fe en Cristo, nos hacemos receptores de Su gracia y el Espíritu Santo nos bautiza como hijos de Dios, viniendo a hacer morada permanente en cada creyente.

Esta nueva identidad implica un cambio en nuestra forma de vivir. De modo que, mientras antes vivíamos en esclavitud del pecado, hoy vivimos como siervos de Dios en Cristo Jesús, según Él nos vino a dar ejemplo.

Y ahora Dios, en Su inconmensurable amor y misericordia, nos delega una labor específica en el cuerpo de Cristo para que, a través del servicio, desarrollemos su carácter, en obediencia y humildad, provocando así que mengüen nuestras concupiscencias y crezcamos en santidad.

Recibamos con gozo la oportunidad que nos da el Padre de servirle para Su gloria y honra, sabiendo que Él nos ha hecho, en Cristo, portadores de Su gracia.

"Cantad alegres a Dios, habitantes de toda la tierra. Servid a Jehová con alegría; Venid ante su presencia con regocijo. Reconoced que Jehová es Dios; El nos hizo, y no nosotros a nosotros mismos; Pueblo suyo somos, y ovejas de su prado. Entrad por sus puertas con acción de gracias, por sus atrios con alabanza; Alabadle, bendecid su nombre. Porque Jehová es bueno; para siempre es su misericordia, y su verdad por todas las generaciones."
Salmos 100:1-5





















sábado, 23 de abril de 2022

EL MAL TESTIMONIO, 1 Crónicas 6:28

EL MAL TESTIMONIO, 1 Crónicas 6:28

Los hijos de Samuel: el primogénito Vasni, y Abías.
1 Crónicas 6:28

Prosiguiendo por la descendencia de Leví a través de Coat llegamos a Samuel y a sus dos hijos, el primogénito Vasni y Abías.

La historia de Samuel supone un ejemplo de consagración, incluso desde antes de su nacimiento.

Pues no pudiendo Ana, su madre, tener hijos, rogó a Dios en una de sus subidas anuales a Silo, para la ofrenda de sacrificios.

Dios la escuchó y le concedió el poder concebir un niño, el cual fue llamado Samuel, que significa "Dios ha escuchado"  y, en gratitud por este regalo de Dios, Ana lo consagró a Él.

Así que, a la corta edad de un niño recién destetado, Samuel fue presentado como discípulo y ayudante del sacerdote Elí, en el Tabernáculo, que en ese entonces se encontraba en Silo.

Por esta muestra de gratitud, Ana fue recompensada con cinco hijos más y Samuel fue grandemente usado por Dios, no sólo en el servicio sacerdotal, sino en todo lo concerniente a la dirección de Israel.

Destacó pues, Samuel, por ser el único varón en sustentar, simultáneamente y de forma eficaz, tres cargos de considerable peso ministerial en Israel, los cuales fueron el de sacerdote, el de profeta y el de juez.

La fidelidad y la dedicación a Dios de Samuel, lo situaron como un gran ejemplo a seguir en Israel, de tal modo que se tiene como varón de gran importancia entre los judíos, después de Moisés y Aarón, e incluso llegándolo a poner a la altura de ellos.

Samuel tuvo dos hijos. El primogénito es llamado Vasni por el cronista, aunque en el primer libro de Samuel figura su nombre como Joel. Luego su segundo hijo, que se llamaba Abías. Ambos eran jueces en Beerseba.

Ellos dos no siguieron los pasos de su padre, sino más bien eran corruptos, que se dejaban sobornar.

Cuando Samuel llegó a anciano y se acercaba el día en que sólo quedaran sus hijos para juzgar a Israel, el pueblo de Dios se negó a que tal cosa aconteciera. Pidieron, en su lugar, que les fuera puesto un rey que les gobernara.

"Entonces todos los ancianos de Israel se juntaron, y vinieron a Ramá para ver a Samuel, y le dijeron: He aquí tú has envejecido, y tus hijos no andan en tus caminos; por tanto, constitúyenos ahora un rey que nos juzgue, como tienen todas las naciones. Pero no agradó a Samuel esta palabra que dijeron: Danos un rey que nos juzgue. Y Samuel oró a Jehová. Y dijo Jehová a Samuel: Oye la voz del pueblo en todo lo que te digan; porque no te han desechado a ti, sino a mí me han desechado, para que no reine sobre ellos."
1 Samuel 8:4-7

Vemos cómo influyó el mal testimonio de los hijos de Samuel en el pueblo para que éste no quisiera ser más dirigido por Dios, sino por un rey de carne y hueso, y con sus defectos como cualquier humano.

Les fueron concedidos los reyes, pues, desde Saúl y hasta la deportación a Babilonia.

Luego llegó el Rey prometido, en calidad de siervo, el Señor Jesucristo, quien murió, resucitó y fue ascendido a la diestra del Padre, dando nacimiento a Su iglesia con la morada del Espíritu Santo en todo aquel que creyere y reconociere a Jesús como su Señor y su Salvador personal.

Y Dios ha delegado en la iglesia el ser portadora de la luz de Cristo al mundo. También será la iglesia que juzgará juntamente con el Señor, el día en que Él vuelva para juzgar a vivos y a muertos desde su gran trono blanco.

Esta gran responsabilidad requiere que la iglesia viva una vida en consonancia con la voluntad de Dios y el carácter de Cristo.

Cierto es que, aunque hemos adquirido una nueva identidad en Cristo y una nueva naturaleza que es espiritual, aún mantenemos nuestra naturaleza carnal y humana, durante nuestra estancia en el mundo.

Esta naturaleza carnal, aunque vencida en Cristo, sigue estando ahí, por lo que si el creyente no se fortalece espiritualmente nutriéndose de la Palabra y en comunión con Dios, es posible que mantenga un estilo de vida más propio de los inconversos que de los santos de Dios, y por su mal testimonio haya muchos incrédulos que se nieguen a escuchar una sola palabra del evangelio, por no querer tener nada que ver con éste.

Esto le estaba aconteciendo a los creyentes en Corinto, que su estilo de vida era tal que echaría para atrás a cualquiera.

Pues en su congregación había desde divisiones de pensamientos a graves errores doctrinales a causa de la falta de conocimiento Bíblico, pasando por conductas carnales y relaciones ilícitas entre ellos (y hasta con rameras), y por el desorden y el alboroto que formaban cada vez que se reunían, porque todos querían ser escuchados.

Así que Pablo tuvo que escribirles una muy contundente carta llena de exhortaciones apelando, entre otras cosas, a la unión, a la santidad, a la autoconfrontación, al orden e incluso al conocimiento del fundamento de la fe cristiana el cual reposa en la resurrección del Señor Jesucristo.

Porque, ¿Qué testimonio estarían dando a los incrédulos, si ellos mismos tenían pleitos entre sí y se denunciaban ante las autoridades seculares?¿A quién le iba a quedar ganas de seguir el ejemplo de ellos, los cuales se supone que seguían a Cristo?

Lo ideal es que nuestro testimonio de vida en Cristo sea tal, que nos haga poca falta abrir la boca para demostrar que somos cristianos, sino que nuestra propia forma de vivir delate al mundo que tenemos algo que ellos no tienen, que lo anhelan y, además, lo necesitan.

Pero hay que reconocer que del ideal a la realidad hay un enorme trecho creado por nuestra dejadez y por la ligereza a la hora de la puesta en práctica de nuestra vida de fe.

Y es que el siervo de Dios debe comportarse conforme a su Señor, a quien sirve. Por lo tanto, la iglesia debe reflejar el carácter de Cristo, conforme ha sido puesta por luminaria en el mundo.

Después de ésto, surge este pensamiento:
"Si nuestro testimonio de vida es malo, da igual el don de palabra que tengamos para evangelizar. Porque cuando el mundo se fija en nuestras malas conductas ya no quiere saber nada del evangelio."

Grabémonos hoy estas palabras de Juan, para ponerlas en práctica todos los días.

"El que dice que permanece en él, debe andar como él anduvo."
1 Juan 2:6





















jueves, 21 de abril de 2022

CONSTANTE, FIEL Y JUSTO ES DIOS, 1 Crónicas 6:9-15

CONSTANTE, FIEL Y JUSTO ES DIOS, 1 Crónicas 6:9-15

Ahimaas engendró a Azarías, Azarías engendró a Johanán, y Johanán engendró a Azarías, el que tuvo el sacerdocio en la casa que Salomón edificó en Jerusalén. Azarías engendró a Amarías, Amarías engendró a Ahitob, Ahitob engendró a Sadoc, Sadoc engendró a Salum, Salum engendró a Hilcías, Hilcías engendró a Azarías, Azarías engendró a Seraías, y Seraías engendró a Josadac, y Josadac fue llevado cautivo cuando Jehová transportó a Judá y a Jerusalén por mano de Nabucodonosor.
1 Crónicas 6:9-15

Después de Ahimaas y hasta la deportación a Babilonia se van sucediendo los nombres de los hijos de Leví por parte de Amran. Registrándolos uno detrás de otro, el cronista se va a parar solamente en dos de ellos para ofrecer una pequeña anotación.

Éstos son Azarías, el hijo de Johanán y Josadac, hijo de Seraías.

De Azarías se comenta que tuvo el sacerdocio en la casa que Salomón edificó en Jerusalén. Y aunque así fuere, conforme lo escribió el cronista, no significa que coincidiera en el tiempo con el reinado de Salomón, sino que su dedicación sacerdotal se dió en el templo levantado por Salomón.

Porque en el tiempo habido entre el rey David y la deportación a Babilonia se conocieron tres levitas descendientes de Amran que se llamaron Azarías.

Y aunque se relaciona el nombre de Azarías, el hijo de Johanán con el de Salomón, por el hecho de su servicio en el templo, el Azarías que podría haber coincidido entre David y Salomón habría sido más bien el hijo de Ahimaas.

Sospechándose que el Azarías del cual comenta el cronista sobre su labor en el templo se tratase del mismo que reprendió al rey Uzías por extralimitarse en sus funciones entremetiéndose en una labor estrictamente sacerdotal.

En cuanto a Josadac, el cronista marca el punto final en los hijos de Amran, mencionando el cautiverio por parte de Nabucodonosor.

Luego, si nos detuviéramos en el significado de los nombres registrados, a partir de Ahimaas y hasta Josadac, podríamos ver como de continuo Dios muestra Su ayuda y misericordia al pueblo. Hablándole, impartiendo justicia, recompensando y dándo de Sí en su favor.

Finalmente con Seraías y Josadac entenderíamos la manifestación de la soberanía de Dios y Su justicia, permitiendo que Judá sea deportado a Babilonia.

Pues, repitiéndose hasta tres veces el registro del nombre de Ahimaas, el cual significa en Hebreo "Yahvé ha ayudado", ya debería bastar para recordar el favor de Dios a todo aquel que conocía el idioma.

Pero aún, en la lectura del pasaje, el cronista plasma nombres cuyos significados vienen a decir a su pueblo:

Yahvé ha ayudado, Yahvé es bueno, Yahvé ha hablado, Mi hermano es bueno, Justo, Recompensa, Yahvé es mi porción, Yahvé gobierna y Yahvé es Justo. Recordando que "Yahvé ha ayudado" aparece tres veces en el nombre de Azarías.

Es innegable el constante favor de Dios para con el hombre, Su misericordia, Su fidelidad y Su justicia.

Lo vemos durante esta lectura, pero aún lo deberíamos ver con más claridad en el día a día de cada uno de nosotros, sobretodo de los que hemos creído en el Señor Jesucristo, pues no solamente tenemos de Él la paciencia de Quien se compadece por Su creación, sino que lo tenemos por Padre, con los cuidados propios del Padre Eterno hacia sus hijos.

Pero igual que el pueblo de Dios, siendo Hebreo y conociendo perfectamente el significado de sus nombres y en su propensión de mantener en memoria las genealogías, no supieron ver ni valorar lo Constante, Fiel y Justo que era Dios para con ellos, es generalizado en los creyentes que no sepamos valorar la magnitud de Su inconmensurable amor y misericordia.

Así que vamos dejando pasar nuestro día a día sobre la tierra, dando bandazos entre lo terrenal y lo supérfluo, desoyendo al Señor y aún reclamándole como si fuera por Él que nuestra situación espiritual es más que fría, un témpano de hielo incapaz de doblar las rodillas o de sustituir nuestro pasatiempo habitual por una buena sesión de lectura Bíblica.

Claro, pero estamos acostumbrados al amor que Dios nos tiene en Cristo, y sabemos que hemos sido redimidos por Su sangre, cosa que nos exime de sufrir la segunda muerte que es para condenación, y gustamos de esperar una vida eterna sin pena ni dolor.

Pero es muy necesario recordar que el Señor nos encomendó una labor exclusiva a la iglesia durante su estancia en el mundo, la cual debemos cumplir, que es la expansión del evangelio de salvación en Cristo al mundo.

Porque si nosotros amamos al Señor, puesto que somos de Cristo, debemos recordar lo que Él dijo a sus discípulos, que sirve para nosotros, también:

"Si me amáis, guardad mis mandamientos."
Juan 14:15

No se trata de que ahora nos inmiscuyamos en el cumplimiento de leyes y mandamientos Veterotestamentarios, como si no tuviéramos a Cristo, sino que obedezcamos a la voluntad de Dios y al propio carácter de Cristo, para fruto de salvación a muchos, por medio de nuestro testimonio en Él.

Porque Dios es amor, y Sus misericordias son nuevas cada mañana. Pero Dios también es Juez justo y verdadero, no sólo para los inconversos, sino primeramente para los suyos, por cuanto, antes que el mundo sea juzgado, la iglesia debe pasar por el tribunal de Cristo. Tribunal que servirá para recompensa a todos y cada uno de los creyentes, conforme a nuestras obras, disposición y obediencia.

"Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo."
2 Corintios 5:10

Y si hoy es un día de estos en los que piensas que Dios no te escucha y te ha dejado "a tu suerte", hoy es día de recordar lo constante, fiel y justo que es nuestro Padre celestial.

"Palabra fiel es esta: Si somos muertos con él, también viviremos con él; Si sufrimos, también reinaremos con él; Si le negáremos, él también nos negará. Si fuéremos infieles, él permanece fiel; El no puede negarse a sí mismo."
2 Timoteo 2:11-13























EL MENSAJERO DE LA VERDAD A MEDIAS, 1 Crónicas 6:8

EL MENSAJERO DE LA VERDAD A MEDIAS, 1 Crónicas 6:8.

Ahitob engendró a Sadoc, Sadoc engendró a Ahimaas,
1 Crónicas 6:8

Sadoc era el sumo sacerdote que servía en el tabernáculo en tiempo en que el rey David estaba a punto de sufrir un golpe de estado perpetrado por su hijo Absalón.

Él y Ahimaas, su hijo, le sirvieron también al rey como informantes sobre todo este asunto, mientras el rey, junto con el pueblo, huyeron para evitar ser muertos por Absalón y los suyos.

Sadoc, pues, se quedó en la ciudad. No porque él quisiera, ya que de buena gana cargó el arca del pacto por el torrente de Cedrón, camino al desierto. Pero el rey David le hizo volver con el arca y con su hijo a fin de que les pudiera ser útiles para averiguar cómo iba desarrollándose el plan de Absalón, una vez se hiciera con palacio.

Ahimaas sería el mensajero encargado de trasladar el qué de los sucesos de relevancia al rey, desde lo lejos.

Y así lo fue en dos ocasiones, aunque en la última con su mensaje dió una verdad a medias.

Pues pudiéndose confiar el rey David de lo que le comunicara Ahimaas, ya que le informó eficazmente sobre los consejos de Husai y de Ahitofel a su hijo Absalón, no tuvo el mismo valor, en la siguiente ocasión, de anunciarle al completo todo lo acontecido.

Pues los hombres del rey triunfaron contra los de Absalón, muriendo también éste por la acción oportunista de Joab y sus escuderos, ya que Absalón había sufrido un aparatoso accidente que lo dejó atrapado de su cabeza a un árbol.

Joab mandó a un etíope a que diera la noticia a David, en cuanto a su victoria y a la muerte de su hijo. Pero Ahimaas no quería desaprovechar la oportunidad de ser conocido por el rey como mensajero de la buena nueva, pensando en la victoria, así que se apresuró para llegar antes que el etíope.

Algunos comentan que Ahimaas salió sin tener la información completa, pero las Escrituras indican que, antes de marchar hacia el rey, Joab ya le había puesto al día:

"Entonces Ahimaas hijo de Sadoc dijo: ¿Correré ahora, y daré al rey las nuevas de que Jehová ha defendido su causa de la mano de sus enemigos? Respondió Joab: Hoy no llevarás las nuevas; las llevarás otro día; no darás hoy la nueva, porque el hijo del rey ha muerto."
2 Samuel 18:19-20

Por lo que vemos que Ahimaas estaba tan al tanto de la victoria del rey sobre los hombres de Absalón, como de la muerte de éste.

Sabido esto, Ahimaas atajó y, llegando antes, tuvo la oportunidad de informar lo que el rey le requería. Y esto es lo que le dijo:

"Entonces Ahimaas dijo en alta voz al rey: Paz. Y se inclinó a tierra delante del rey, y dijo: Bendito sea Jehová Dios tuyo, que ha entregado a los hombres que habían levantado sus manos contra mi señor el rey. Y el rey dijo: ¿El joven Absalón está bien? Y Ahimaas respondió: Vi yo un gran alboroto cuando envió Joab al siervo del rey y a mí tu siervo; mas no sé qué era."
2 Samuel 18:28-29

Acabó dándole una verdad a medias, dejando a David en las mismas ascuas con las que estaba antes de recibir la noticia. ¿Cómo estaría su hijo? Puesto que él dió orden explícita que nadie de sus hombres tocara a Absalón, lo mínimo que esperaba es tener alguna noticia de él.

Quizá a Ahimaas le entrara algún repentino temor al llegar ante el rey, pensando en que no quisiera aceptar el reporte. Decidió, entonces, que sería mejor nombrarle nada más la celebración de su victoria, esperando que más adelante ya tendría ocasión de ir preparándolo para la mala noticia sobre la muerte de su hijo.

No se quedó conforme y como por detrás llegaba el etíope, le volvió a preguntar lo mismo. La respuesta le cayó como agua fría aunque el informante supo comunicárselo de la mejor manera posible, y la tuvo que aceptar:

"Luego vino el etíope, y dijo: Reciba nuevas mi señor el rey, que hoy Jehová ha defendido tu causa de la mano de todos los que se habían levantado contra ti. El rey entonces dijo al etíope: ¿El joven Absalón está bien? Y el etíope respondió: Como aquel joven sean los enemigos de mi señor el rey, y todos los que se levanten contra ti para mal."
2 Samuel 18:31-32

Cierto que era una noticia muy dolorosa para David, porque aunque Absalón fue el que se levantó contra el rey para hacerse con su trono, no dejaba de ser su hijo, y por amor no quería que nada malo le sucediese.

Lo cierto es que aunque Joab desobedeció al rey en cuanto a la orden de no tocar a Absalón, esto es lo que propició el fin del problema, pues conocida su muerte, se dió por finiquitada la guerra y todos sus hombres huyeron por donde vinieron.

Era una verdad dolorosa que había que aceptar, pues era algo casi inevitable que sucediera, dadas las circunstancias y el trono que estaba en juego, ya que Absalón no hubiera dudado en dar muerte a su padre para levantarse por rey.

No vamos a culpar mucho a Ahimaas por haber pasado a la historia como el mensajero de la verdad a medias, o como el que quiso lucirse delante del rey pero fue echado a un lado por un etíope.

Cuando recibimos el Espíritu Santo en nuestra vida, por haber creído y reconocido a Jesús como Señor y Salvador nuestro, con corazón contrito y humillado, el gozo y la paz del Señor inunda de tal manera nuestro ser, que pronto deseamos salir corriendo por todas partes para anunciar las buenas nuevas de salvación en Cristo Jesús.

Lo que sucede, yo diría que a todo creyente, es que el ansia por apremiarnos en la obra evangelística nos lleva a buscar atajos, lo que hace que, cuando nos encontramos delante del mundo, de repente aquella fantástica escena ideal que teníamos en mente se disipa y, a causa de nuestra falta de preparación en la Palabra y en oración, las dudas empiezan a agolparse, diciendo: "se va a asustar si le hablas de pecado y no te va a querer escuchar", o " se va a reír si le nombras el infierno y te va a tomar por loco".

Por consiguiente, la conclusión más razonable (humanamente hablando) suele ser la de mostrar primeramente las bondades y los beneficios de la gracia de Dios y de la nueva identidad en Él, con Su incomensurable amor y misericordia, dejando para más adelante el nombrarle la parte amarga, la cual es la necesidad de arrepentirse de los pecados que mantienen a la humanidad condenada al infierno, con la justicia de Dios y Su perfecta santidad.

Pero un mensaje evangelístico basado en medias verdades causa la misma reacción en el hombre, o peor, que si no se le hubiera dicho nada.

Ya que una verdad a medias puede acabar completándose con cualquier cosa, preparémonos, pues, eficazmente en la Palabra y en oración, antes de salir corriendo por el atajo de la improvisación.

Va siendo el día de ir practicando el cambiar la frase "Dios te ama y te acepta tal como eres", por aquella que escribió Pablo:

"Palabra fiel y digna de ser recibida por todos: que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero."
1 Timoteo 1:15


























martes, 19 de abril de 2022

EL BUEN LEGADO, 1 Crónicas 6:4

EL BUEN LEGADO, 1 Crónicas 6:4

Eleazar engendró a Finees, Finees engendró a Abisúa,
1 Crónicas 6:4

Eleazar era el tercero de los cuatro hijos que tuvo Aarón. Los dos primeros eran Nadab y Abiú, quienes fueron consumidos por el fuego del juicio de Dios, por haber ofrecido fuego extraño en el tabernáculo.

Los dos mayores no quisieron atender a la solemnidad, la obediencia y la santidad que se requerían para llevar a cabo su recién estrenada labor sacerdotal.

Pero Eleazar sí tomó el testigo y demostró haberse estado preparando muy bien para suplir el sumo sacerdocio en sucesión de Aarón, su padre.

Y de igual manera que Aarón instruyó a Eleazar, así hizo Eleazar con Finees, su hijo, quien también dedicó esfuerzo, celo y dedicación, como sus predecesores.

De Eleazar y de Finees, su hijo, podemos leer el buen legado en el sacerdocio que recibieron de Aarón, el primer sumo sacerdote, por nombramiento Divino, y del cual supieron dar continuidad en buena talla de integridad, celo y dedicación a Dios.
De Abisúa, en cambio,no se registra más que su nombre, en constancia de su participación en la sucesión sacerdotal.

Se nota, pues, el buen trabajo que hicieron Aarón y Eleazar en la instrucción y la formación de sus hijos, por el buen legado en la obra de Dios.

Y aunque estos casos destacan durante la lectura Bíblica, por su notoriedad, como excepción ante la tendencia al desvío del pueblo de Dios en su desobediencia, no debiera de haber destacado, por cuanto ésta debía de haber sido la disposición general de todos en Israel, como indica el mandamiento:

"Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es. Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas. Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes. Y las atarás como una señal en tu mano, y estarán como frontales entre tus ojos; y las escribirás en los postes de tu casa, y en tus puertas."
Deuteronomio 6:4-9

Porque la integridad de la persona empieza por sus pensamientos. De manera que existe una relación directamente proporcional entre la calidad devocional para con Dios y la santificación de la persona.

Pero la santificación es una acción personal e intransferible. Porque aunque los hijos son santificados por los padres, mientras estos son pequeños, conforme crecen va viéndose necesaria en su formación una base sólida constituída en la Palabra de Dios y reforzada con el ejemplo práctico de sus progenitores, de quienes heredarán el legado del buen hacer, apropiándoselo, para delegarlo después a sus hijos.

Y así se lanza el proverbio emblema de todo padre y madre cristianos, el cual dice:

"Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo no se apartará de él."
Proverbios 22:6

Es de obligado cumplimiento la labor instructiva en la Palabra de Dios en los hogares cristianos, de padres a hijos, y no sólo en la teoría de la lectura Bíblica, sino también en la práctica de la fe durante el diario vivir.

Tomando el ejemplo del buen legado que dejó Aarón en Eleazar y en Finees, busquemos que ya sea que miremos a nuestros hijos biológicos o espirituales, podamos regocijarnos tal como hizo Juan:

"No tengo yo mayor gozo que este, el oír que mis hijos andan en la verdad."
3 Juan 1:4





















lunes, 18 de abril de 2022

CONSAGRACIÓN Y EJEMPLO DE SANTIDAD, 1 Cronicas 6:1-3

CONSAGRACIÓN Y EJEMPLO DE SANTIDAD, 1 Crónicas 6:1-3

Los hijos de Leví: Gersón, Coat y Merari. Los hijos de Coat: Amram, Izhar, Hebrón y Uziel. Los hijos de Amram: Aarón, Moisés y María. Los hijos de Aarón: Nadab, Abiú, Eleazar e Itamar.
1 Crónicas 6:1-3

Después de haber leído sobre los hijos de Rubén, Gad y Manasés, proseguimos por el registro de los hijos de Leví.

Leví era el tercer hijo varón de los doce nacidos a Jacob, el cual es Israel. Aunque en los anales de la historia Judá, a pesar de ser menor, constará como el mayor entre todos los hermanos.

Pues Leví no solamente perdió el derecho a la primogenitura, sino que por su atroz acto cometido contra Siquem, juntamente con Simeón, tomándose la justicia por su mano, dejó también de ser ejemplo como para sustentar el peso de hermano mayor.

No obstante la gracia de Dios bendijo a esta tribu en tiempos de la esclavitud, permitiendo que dos Levitas marcaran el sentido de la dirección y de la santificación del pueblo de Dios, para siempre, en Israel.

Nos referimos a Moisés y Aarón, el uno escogido por Dios para apacentar al pueblo en el desierto y el otro puesto por sumo sacerdote él y su descendencia, por su arrepentimiento y lealtad expresados tras el fatídico momento en que el pueblo mandó hacerse un becerro de oro y adorarlo como su dios.

Y aunque los hijos directos de Aarón tenían por derecho el oficio del sumo sacerdocio, porque así lo estableció Dios, eso no les daba carta blanca ante el cumplimiento de las instrucciones, sino una mayor responsabilidad, por cuanto venían a ser de mediación y ejemplo al pueblo de Dios.

Y para ejemplo de obediencia y santificación sirvieron Nadab y Abiú, hijos de Aarón, y no precisamente por su buena conducta.

Pues, durante el servicio inaugural del Tabernáculo y llevados por la emoción del momento, no tuvieron para nada en cuenta el modo y la forma en que podían acceder a él y presentar ofrendas.

Entraron pues, irreverentemente y quemaron inciensos no permitidos para ofrecerlos a Dios. Por consiguiente, el juicio de Dios cayó sobre ellos.

"Nadab y Abiú, hijos de Aarón, tomaron cada uno su incensario, y pusieron en ellos fuego, sobre el cual pusieron incienso, y ofrecieron delante de Jehová fuego extraño, que él nunca les mandó. Y salió fuego de delante de Jehová y los quemó, y murieron delante de Jehová."
Levítico 10:1-2

Suceso que sirvió para que, desde el momento en adelante, a nadie más se le ocurriera tomarse el sacerdocio a la ligera ni  profanar el santo lugar con ofrendas inmundas.

Y una ofrenda inmunda no es que fuera un ofrecimiento necesariamente sucio o indigno a ojos de los hombres, ni siquiera a ojos de los mismos sacerdotes, sino toda aquella ofrenda dada extralimitando la ley o con un corazón disconforme a la solemnidad de la acción.

Y tan importante era la sintonía entre el corazón y la acción de quien presentaba ofrenda a Dios en el templo, que el Señor Jesucristo hizo especial inciso en ello:

"Por tanto, si traes tu ofrenda al altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda delante del altar, y anda, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda."
Mateo 5:23-24

Como dice el autor de la carta a los Hebreos, el Señor es el mismo ayer, y hoy y por los siglos.

Bajo esta premisa podemos ver cómo se asemeja la tribu de Leví a cualquier miembro de la iglesia de Jesucristo, que por la fe, como Aarón, hemos sido hechos receptores de la gracia de Dios en Cristo Jesús, y puestos en el mundo por real sacerdocio, por testimonio de consagración a Él y por ejemplo de santidad.

Asimismo lo puntualizó, también, el Señor Jesucristo durante la presentación del reino dada en lo que conocemos como el Sermón del Monte, donde con el anuncio adjuntaba toda la serie de aclaraciones con respecto al correcto uso de los mandamientos y a la necesidad de que cada quien que deseara ser parte del reino debía mostrar una mayor justicia que los representantes, eruditos e intérpretes de la ley.

"Porque os digo que si vuestra justicia no fuere mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos."
Mateo 5:20

Y es que mayor que la ley es la gracia, no debemos conformarnos con cumplir con una apariencia de piedad sino que nuestra vida ha de ir, conforme a la gracia que nos ha sido dada en Cristo Jesús, hacia la perfección de la estatura de Cristo.

Porque la salvación no se obtiene por la ley sino por medio de la fe. Pero esta salvación que es por fe no se obtiene con decir "yo creo, pero a mi manera", porque de esta manera no conseguimos parecernos a Cristo, sino más bien acabamos siendo como Nadab y Abiú, ofreciendo fuego extraño.

Hoy es día de ofrecer el mejor sacrificio de alabanza a nuestro Padre celestial, que es nuestro testimonio de consagración y de santidad en Cristo, con corazón sincero.

"Así que, ofrezcamos siempre a Dios, por medio de él, sacrificio de alabanza, es decir, fruto de labios que confiesan su nombre. Y de hacer bien y de la ayuda mutua no os olvidéis; porque de tales sacrificios se agrada Dios."
Hebreos 13:15-16

















domingo, 17 de abril de 2022

DESALOJO Y NUEVA MORADA, 1 Crónicas 5:21-22

DESALOJO Y NUEVA MORADA, 1 Crónicas 5:21-22

Y tomaron sus ganados, cincuenta mil camellos, doscientas cincuenta mil ovejas y dos mil asnos; y cien mil personas. Y cayeron muchos muertos, porque la guerra era de Dios; y habitaron en sus lugares hasta el cautiverio.
1 Crónicas 5:21-22

Continuando la lectura sobre las tribus de Rubén, Gad y la media tribu de Manasés, el cronista aprovecha para dar la gloria a Dios por el desalojo de las tierras de Galaad y la toma en posesión de las tres tribus.

Porque Dios dispuso de antemano estas tierras para ellos y, por Su voluntad, fueron tomadas.

Desalojado el territorio, el lugar fue inmediatamente ocupado por las mujeres, niños y ancianos Rubenitas, Gaditas y de Manasés, junto con todo su ganado, mientras que los varones apoyaban en la conquista del resto que quedaba por poseer, al otro lado del Jordán.

Hasta el cautiverio, indica el cronista, es que habitaron estas tierras.

La disolución del reino del Norte y su cautiverio se dió poco más de un siglo antes de la primera deportación que sufrió el reino del Sur, el cual es Judá.

Pero aunque ambos reinos fueron derrotados en manos enemigas y deportados sus habitantes, el reino de Judá no sufre una desaparición total sino que, setenta años después del exilio, el remanente volverá a reconstruir la ciudad y el templo.

Sin embargo el reino del Norte, aunque gustó del favor de Dios en la conquista de sus tierras en tiempos de Josué, cuando aún no tenían rey, desde que se consolidaron como reino, encabezado por Jeroboam y hasta que acabaron cautivos por los Asirios, no dejaron nunca de hacer el mal y provocar de continuo la ira de Dios.

Debemos dar gracias a Dios por Su misericordia porque a pesar de este desplante, ha mantenido, de entre ellos, un remanente fiel, que lo sustentará hasta el final de los tiempos.

En el principio de los tiempos Dios creó la tierra y todo lo que en ella habita, poniendo por colofón al hombre, a Su imagen y semejanza. Lo llamó Adán y vivía en la plenitud de un huerto especialmente diseñado para él, con todas sus necesidades cubiertas y en total comunión con Dios.

No tenía restricción alguna, excepto el único mandamiento de no tomar del fruto del árbol de la ciencia del bien y del mal. Pero aún con esas, Adán no tuvo reparos en desobedecer, comiendo del fruto cuando Eva fue llevada a tentación y engañada por la serpiente.

Desde aquel momento en que cayó Adán su naturaleza se contaminó de pecado y muerte y con él, toda la humanidad.

No pudiendo hacer nada el hombre para salvarse a sí mismo, puesto que todos heredamos esta naturaleza caída, Dios llevó a cabo Su perfecto plan de salvación, el cual fue trazado desde antes de la fundación del mundo, entregando a Su Único y perfecto Hijo en rescate por nuestras almas.

Nació Jesús, Dios Hijo hecho hombre y, entregándose a muerte, resucitó al tercer día, abriéndonos el acceso al perdón y a la vida eterna, en reconciliación con Dios en Cristo.

Desde entonces, toda persona que cree en Jesús y lo reconoce como Señor y Salvador personal, es limpiado del pecado y es hecho una nueva criatura en Cristo, viniendo a habitar en él el Espíritu Santo.

Es por eso que se dice que Cristo rompe las cadenas y nos da Su libertad.

Mientras el Señor Jesucristo anduvo en este mundo predicando el evangelio del reino a Su pueblo, se hizo habitual que se le presentaran personas poseídas por demonios o espíritus inmundos, a los cuales sanaba expulsando de su interior el mal que les dominaba.

Aún así la posesión maligna estaba sujeta a la disposición que tuviera el liberado de continuar pecando en aquello que lo mantuvo atado.

En este sentido vendría el Señor a explicar lo siguiente:

"Cuando el espíritu inmundo sale del hombre, anda por lugares secos, buscando reposo; y no hallándolo, dice: Volveré a mi casa de donde salí. Y cuando llega, la halla barrida y adornada. Entonces va, y toma otros siete espíritus peores que él; y entrados, moran allí; y el postrer estado de aquel hombre viene a ser peor que el primero."
Lucas 11:24-26

Lo mismo en cuanto a las enfermedades, en lo que podemos ver que le dijo Jesús al hombre del estanque de Betesda:

"Después le halló Jesús en el templo, y le dijo: Mira, has sido sanado; no peques más, para que no te venga alguna cosa peor."
Juan 5:14

Pero cuando ya el Señor consumó Su obra salvífica en la cruz del Calvario, validando el nuevo pacto de Dios para con los hombres y con el nacimiento de la iglesia, la acción liberadora en Cristo adquirió un efecto permanente, por cuanto tras la liberación viene a morar en cada cual que recibe a Cristo, el Espíritu Santo dentro de él.

Y siendo que el Espíritu Santo es Dios, no hay tinieblas que puedan ocupar Su espacio, es imposible que el nacido de nuevo en Cristo pueda volver a ser poseído por aquello de que Cristo lo liberó, dándole una nueva vida en Él.

Cierto es que los creyentes continuamos cayendo en diversos pecados, no por la voluntad de querer vivir de forma pecaminosa, sino porque nuestro cuerpo de carne sigue sujeto a la ley del pecado.

Pero es imperiosamente necesario ejercitar nuestra nueva identidad espiritual en Cristo Jesús, la cual si sometemos la voluntad de nuestra carne a la del Espíritu, será cada vez menor la posibilidad de caer en las tentaciones, por cuanto iremos adquiriendo, en nosotros,cada vez un más marcado carácter de Cristo.

Para nuestra tranquilidad, para los que creemos en Cristo, sabemos que somos como las tierras de Canaán, desalojadas de lo antiguo y puestas por heredad eterna a Israel. E igualmente como Dios dio las tierras de Galaad para ser habitadas por Su pueblo, nosotros hemos sido dados a Cristo para ser habitados por el Espíritu Santo.

No puede venir nada ni nadie a poseer lo que es de Dios.

Hoy es día de recordar y agradecer a Dios que, habiendo obtenido la libertad en Cristo en Su perfecto sacrificio, no hay más espíritu inmundo de que se nos tenga que liberar.

"Porque no entró Cristo en el santuario hecho de mano, figura del verdadero, sino en el cielo mismo para presentarse ahora por nosotros ante Dios; y no para ofrecerse muchas veces, como entra el sumo sacerdote en el Lugar Santísimo cada año con sangre ajena. De otra manera le hubiera sido necesario padecer muchas veces desde el principio del mundo; pero ahora, en la consumación de los siglos, se presentó una vez para siempre por el sacrificio de sí mismo para quitar de en medio el pecado."
Hebreos 9:24-26


























































































































































































































































sábado, 16 de abril de 2022

UNIDAD, ORACIÓN Y FE, 1 Crónicas 5:18-20

UNIDAD, ORACIÓN Y FE, 1 Crónicas 5:18-20

Los hijos de Rubén y de Gad, y la media tribu de Manasés, hombres valientes, hombres que traían escudo y espada, que entesaban arco, y diestros en la guerra, eran cuarenta y cuatro mil setecientos sesenta que salían a batalla. Estos tuvieron guerra contra los agarenos, y Jetur, Nafis y Nodab. Y fueron ayudados contra ellos, y los agarenos y todos los que con ellos estaban se rindieron en sus manos; porque clamaron a Dios en la guerra, y les fue favorable, porque esperaron en él.
1 Crónicas 5:18-20

Por el bien común Rubén, Gad y la media tribu de Manasés son contados en unidad.

Porque éstos, a diferencia del resto de Israel, se hicieron con las tierras al oriente del Jordán, porque eran aptas para el mantenimiento de sus ganados.

No es que por ello se fueran a zafar de apoyar al resto de las tribus en la posesión de su heredad al otro lado del Jordán, ya que para la concesión de las tierras de Galaad a éstos tres, Moisés no permitió que los varones las disfrutaran hasta que se diera el reparto a la totalidad de Israel.

"Y os mandé entonces, diciendo: Jehová vuestro Dios os ha dado esta tierra por heredad; pero iréis armados todos los valientes delante de vuestros hermanos los hijos de Israel. Solamente vuestras mujeres, vuestros hijos y vuestros ganados (yo sé que tenéis mucho ganado), quedarán en las ciudades que os he dado, hasta que Jehová dé reposo a vuestros hermanos, así como a vosotros, y hereden ellos también la tierra que Jehová vuestro Dios les da al otro lado del Jordán; entonces os volveréis cada uno a la heredad que yo os he dado."
Deuteronomio 3:18-20

Las tierras de Galaad eran suculentas en cuanto a los abundantes pastos, que aseguraban la provisión de las tres tribus interesadas. Pero también eran unas tierras muy peligrosas, ya que lindaban con los pueblos paganos.

Este aspecto no les preocupó mucho, pues los Rubenitas, los Gaditas y los de Manasés presumían, además de ser buenos ganaderos, de ser también valientes guerreros.

Y en la ocasión descrita por el cronista se vieron atacados por tres pueblos colindantes con Manasés, desde el norte, apoyados por los Agarenos.

Se presume que los Agarenos eran los descendientes de Agar, por lo que serían los Ismaelitas, principales enemigos de Israel.

Y aunque ellos eran valerosos y estaban unidos y preparados para la guerra, clamaron a Dios para la oportuna ayuda, y esperaron su instrucción con fe en que la victoria les sería dada.

A resaltar, pues, entre estas tribus, la unidad, la oración y la fe en Dios, que supusieron las claves de su victoria.

Y en unidad, mismamente, se dió el inicio del nacimiento de la iglesia, después de la resurección de Cristo y de su ascensión a la diestra del Padre tras haber pasado cuarenta días compartiendo con sus discípulos y capacitándolos para su nuevo menester. Pues el Señor les ordenó que no salieran de la ciudad, sino que esperaran en el aposento alto hasta que hubieran recibido el Espíritu Santo.

"Todos éstos perseveraban unánimes en oración y ruego, con las mujeres, y con María la madre de Jesús, y con sus hermanos."
Hechos 1:14

Durante esta perseverancia en oración es cuando, a los diez días de la ascensión del Señor, justamente durante la celebración del día de Pentecostés, descendió sobre ellos el Espíritu Santo, dando a luz a la iglesia de Cristo.

Una iglesia contada por unidad según su bien común, que es Cristo y en Él, su armadura. Porque como dijo el apóstol Pablo, no tenemos lucha contra sangre y carne, sino que es espiritual.

Y, colindando nuestra nueva vida, eterna,en Cristo, con nuestra vieja naturaleza, la cual subsiste hasta que el cuerpo corruptible acabe colapsando en su muerte, es necesario que estemos listos para la batalla, tal como los tres de las tierras de Galaad, para afrontar exitosamente la defensa de nuestra posición en victoria por Cristo Jesús.

"Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo."

"Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes."

"orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos;"
Efesios 6:11, 13 y 18

Conforme medito sobre lo extraído a través del pasaje, me pregunto cuán importante es para mí mantener la unidad del Espíritu para con mis hermanos, cómo y hasta qué punto preparo mi alma para mantenerme firme tras la batalla y cuánto me cuesta esperar la voluntad del Padre antes de moverme por mis propios medios.

De lo que no debo dudar es de que el favor de Dios está sobre todo aquel que clama Su nombre, y en Él espera. Pero claro, siempre y cuando lo haga con fe.

"Pero pida con fe, no dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra. No piense, pues, quien tal haga, que recibirá cosa alguna del Señor."
Santiago 1:6-7





















ACTITUD VICTORIOSA, 2 Crónicas 20:15-17

ACTITUD VICTORIOSA, 2 Crónicas 20:15-17 Y dijo: Oid, Judá todo, y vosotros moradores de Jerusalén , y tú, rey Josafat. Jehová os dice así: N...