Asimismo en aquellos días iban muchas cartas de los principales de Judá a Tobías, y las de Tobías venían a ellos. Porque muchos en Judá se habían conjurado con él, porque era yerno de Secanías hijo de Ara; y Johanán su hijo había tomado por mujer a la hija de Mesulam hijo de Berequías. También contaban delante de mí las buenas obras de él, y a él le referían mis palabras. Y enviaba Tobías cartas para atemorizarme.
Nehemías 6:17-19
A Nehemías no le fue fácil mantenerse firme. Pues fueron días muy intensos entre las labores de edificación y el estado de alerta a causa de todas las provocaciones y amenazas. Pero él tenía al Todopoderoso de su parte que le sostuvo en todo momento, así que nada podía fallar.
Finalmente, con el muro terminado, se acabó el libre acceso a los saqueadores y a los extranjeros.
No obstante, en la ciudad se mantenía correspondencia con viejas amistades paganas, con quienes, además mantenían vínculos familiares. Una de estas amistades era ni más ni menos que Tobías.
Tobías fue aquel que juntamente con Sanbalat había confabulado contra Nehemías, para frustrar su cometido.
Aún le tocó, pues, tener que lidiar durante el tiempo de su gobernanza, con los intentos de sabotaje de este hombre, que sabía de cada movimiento de Nehemías, por sus informantes en Jerusalén.
Debió suponer una experiencia muy molesta para él y un auténtico estorbo durante el proceso de la reinstauración de la ley y de la santificación del pueblo.
En la vida de todo individuo existen personas, costumbres o emociones que pueden suponer un obstáculo para con su crecimiento personal y un impedimento de que éste consiga cumplir con sus propósitos u objetivos marcados.
Este Tobías venía a suponer la traba de los que lo mantenían como amigo. Asimismo como le sucedió a Abram, que no le llegaba la bendición mientras éste mantenía a su sobrino Lot consigo, durante su peregrinaje.
"Pero Jehová había dicho a Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré. Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición."
"Y Jehová dijo a Abram, después que Lot se apartó de él: Alza ahora tus ojos, y mira desde el lugar donde estás hacia el norte y el sur, y al oriente y al occidente. Porque toda la tierra que ves, la daré a ti y a tu descendencia para siempre."
Génesis 13:1-2 ,14-15
No fue hasta que Abram y Lot tomaron caminos diferentes, que Dios se pronunció de nuevo sobre esa bendición que quedó pendiente cuando le ordenó que saliera de su tierra y de su parentela.
Pues Dios tuvo en Su voluntad tratar con un sólo hombre para trazar a través de él y de su descendencia, Su plan eterno, y este hombre era Abram.
De la descendecia de Abraham se formó el pueblo de Dios, la nación de Israel, de la que nació el Mesías, el Redentor de la promesa, el Señor Jesucristo.
Jesús, siendo Dios, se hizo hombre y se entregó a Sí mismo en la cruz del Calvario para que, con toda justicia, quedara satisfecho el pago del pecado del hombre, el cual es la muerte.
A partir de la consumación de la obra redentora de Jesús, todo aquel que cree en Él y lo recibe como su Señor y Salvador, es beneficiario de la gracia de Dios por la fe en Cristo, de quien recibe el perdón y una nueva identidad como hijo de Dios.
En esta nueva vida, Dios indica como a Abram: "sal de tu tierra y de tu parentela", ya no en la literalidad de la orden, pero sí conforme Pablo viene a referirlo a los Efesios, para el encaminamiento a su perfección en Cristo y a su recompensa eterna.
"En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad."
Efesios 4:22-24
Personificando a este "viejo hombre" de nuestra pasada manera de vivir como si de Tobías se tratase, más vale que desechemos el mantener correspondencia con él, aquella que nos entretiene y saca a relucir al enemigo nuestras debilidades.
Porque el viejo hombre ya no ha de tener parte en nuestra nueva vida, sino un cada vez más marcado carácter de Cristo, sirvámonos de estos argumentos de Pablo:
"No os unáis en yugo desigual con los incrédulos; porque ¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas? ¿Y qué concordia Cristo con Belial? ¿O qué parte el creyente con el incrédulo? ¿Y qué acuerdo hay entre el templo de Dios y los ídolos? Porque vosotros sois el templo del Dios viviente, como Dios dijo: Habitaré y andaré entre ellos, Y seré su Dios, Y ellos serán mi pueblo. Por lo cual, Salid de en medio de ellos, y apartaos, dice el Señor, Y no toquéis lo inmundo; Y yo os recibiré, Y seré para vosotros por Padre, Y vosotros me seréis hijos e hijas, dice el Señor Todopoderoso."
2 Corintios 6:14-18
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