CRECIMIENTO Y SALVAGUARDA, Nehemías 4:16-18.
Desde aquel día la mitad de mis siervos trabajaba en la obra, y la otra mitad tenía lanzas, escudos, arcos y corazas; y detrás de ellos estaban los jefes de toda la casa de Judá. Los que edificaban en el muro, los que acarreaban, y los que cargaban, con una mano trabajaban en la obra, y en la otra tenían la espada. Porque los que edificaban, cada uno tenía su espada ceñida a sus lomos, y así edificaban; y el que tocaba la trompeta estaba junto a mí.
Nehemías 4:16-18
REFLEXIÓN:
Pareciera que el pueblo se debilitaría después de tanta amenaza y ataque. Lo cierto es que todo esto les sirvió para organizarse de la mejor manera imaginable.
Convinando obra y defensa simultáneamente, conseguían continuar con la restauración del muro a pesar de la hostilidad que rodeaba la ciudad.
Quiero recordar que entre los que edificaban se encontraban hijos de plateros, de perfumeros y hasta mujeres. Ellos también se ciñeron como los demás, con su espada.
Una vez más se evidencia cómo Dios capacitaba a Nehemías para que éste llegara a implementar esta tan sabia estrategia de crecimiento y salvaguarda.
APLICACIÓN:
Pasado el tiempo Dios vino a habitar entre los hombres, en la persona del Hijo, para redimir al hombre de sus pecados en la cruz del Calvario y por Su resurrección al tercer día.
Y un "no temáis, manada pequeña" alentaba a los discípulos mientras el Señor Jesucristo los preparaba para la labor que les tocaría desempeñar, más adelante, como apóstoles de su iglesia. Continuando con esta alerta de permanente preparación:
"Estén ceñidos vuestros lomos, y vuestras lámparas encendidas; y vosotros sed semejantes a hombres que aguardan a que su señor regrese de las bodas, para que cuando llegue y llame, le abran en seguida."
Lucas 12:35-36
Y es que la forma en que Nehemías los hizo trabajar en el muro, con la herramienta en una mano y la espada en la otra, indica, a efectos de la iglesia, la importancia del crecimiento personal en Cristo, que es la edificación espiritual por el conocimiento de Dios, de Su voluntad y de cómo opera el Espíritu Santo, en conformación del carácter de Cristo, en cada creyente.
"Por tanto, ceñid los lomos de vuestro entendimiento, sed sobrios, y esperad por completo en la gracia que se os traerá cuando Jesucristo sea manifestado; como hijos obedientes, no os conforméis a los deseos que antes teníais estando en vuestra ignorancia; sino, como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo."
"alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál es la esperanza a que él os ha llamado, y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos, y cuál la supereminente grandeza de su poder para con nosotros los que creemos, según la operación del poder de su fuerza, la cual operó en Cristo, resucitándole de los muertos y sentándole a su diestra en los lugares celestiales, sobre todo principado y autoridad y poder y señorío, y sobre todo nombre que se nombra, no sólo en este siglo, sino también en el venidero; y sometió todas las cosas bajo sus pies, y lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia, la cual es su cuerpo, la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo."
"para que sean consolados sus corazones, unidos en amor, hasta alcanzar todas las riquezas de pleno entendimiento, a fin de conocer el misterio de Dios el Padre, y de Cristo,"
(1 Pedro 1:13-16, Efesios 1:18-23 y Colosenses 2:2)
Este conocimiento es el que hace entender al creyente de dónde ha sido rescatado y dónde ha sido posicionada su alma desde el primer momento en que reconoció y aceptó a Cristo como su Señor y Salvador, para la afirmación y el fortalecimiento de su fe.
Una vez entendido que nuestra naturaleza ha cambiado, habiendo adquirido la espiritual en Cristo por encima de la carnal, viene la necesidad de fortalecernos por el conocimiento de la Palabra de Dios, para el mantenimiento en la verdad y para la defensa de la doctrina, derribando todo argumento que el enemigo venga a poner en contra del evangelio de reconciliación en el Señor Jesucristo.
"Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios;"
"Pues aunque andamos en la carne, no militamos según la carne; porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo, y estando prontos para castigar toda desobediencia, cuando vuestra obediencia sea perfecta."
"Mas también si alguna cosa padecéis por causa de la justicia, bienaventurados sois. Por tanto, no os amedrentéis por temor de ellos, ni os conturbéis, sino santificad a Dios el Señor en vuestros corazones, y estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros; teniendo buena conciencia, para que en lo que murmuran de vosotros como de malhechores, sean avergonzados los que calumnian vuestra buena conducta en Cristo."
(Efesios 6:17, 2 Corintios 10:3-6 y 1 Pedro 3:14-16)
Todos los que hemos experimentado la nueva vida en Cristo queremos dedicarnos cuanto antes a mostrar el evangelio de Jesucristo y Sus bondades a todo el mundo.
Muchos quisimos ser maestros y nos creímos poseer mayor entendimiento de la Palabra que cualquier erudito, aún sin haber llegado a leer por completo un sólo libro de la Biblia.
Este celo y este entusiasmo por servir son muy propios de todo nacido de nuevo en sus primeros pasos en Cristo.
Al tiempo empezamos a sufrir algún que otro contratiempo, como burlas y abandonos de familiares y amigos, o incluso amenazas o continuas tentaciones, trampas y provocaciones.
Pasada esta fase el creyente acaba aprendiendo sobre la imperiosa necesidad de edificarse en Cristo y en Su palabra por tal de crecer en el conocimiento del evangelio de la Salvación, de la doctrina de Jesucristo y de la voluntad de Dios para con la humanidad y para con el cometido de la iglesia en la tierra.
Así conocemos que solamente es posible nuestro crecimiento y salvaguarda en Cristo a través de Su Palabra y en sometimiento a Él.
ACCIÓN:
La lectura y reflexión de hoy me lleva a la confrontación, en el sentido en que se evidencia mi necesidad de llevar una vida devocional activa, con una lectura constante de la Palabra, su estudio y reflexión correspondiente y sobretodo, reforzar mis tiempos de oración, que son los que me llevan a mantener la comunión con el Padre, El que me mantiene, me fortalece y me aporta la sabiduría necesaria para poder poner en práctica lo recibido en Su palabra.
Pues si el día y la noche de una jornada suman veinticuatro horas, ¿cuántas de ellas las dedico al Señor, a Su palabra y a mi labor como miembro del cuerpo de Cristo? ¿Cuántas horas las dedico para lo que no aprovecha, para el ocio y para mi propio interés terrenal?
Sírvanme estas preguntas para examinar si es que tengo o no, como los de Nehemías, la herramienta en una mano y la espada en la otra.
Hoy es día de ponernos manos a la obra, en crecimiento y salvaguarda para la gloria de Dios.
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