(La armadura de Dios).
"Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza."
"orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos;"
Efesios 6:10 y 18.
La oración y la vigilia son un mandamiento concurrente, para la iglesia, que podemos ir viendo a lo largo de la lectura neotestamentaria, incluídos los evangelios, durante el discipulado de los que seguían al Señor Jesucristo en Su ministerio.
"Vino luego a sus discípulos, y los halló durmiendo, y dijo a Pedro: ¿Así que no habéis podido velar conmigo una hora?
Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil."
Mateo 26:40-41
"Perseverad en la oración, velando en ella con acción de gracias; orando también al mismo tiempo por nosotros, para que el Señor nos abra puerta para la palabra, a fin de dar a conocer el misterio de Cristo, por el cual también estoy preso,"
Colosenses 4:2-3
Pero con los tiempos que corren, en que la gran mayoría de miembros de la iglesia se ve inmerso en un estilo de vida frenético, con jornadas maratonianas de trabajo o estudio secular. ¿Cómo conseguir una constante en la oración y la vigilia?
Porque es mandamiento de Dios que exista la práctica habitual, constante y generosa, de la oración, como ordenara Pablo, a los Tesalonicenses, entre las instrucciones propias de la edificación mutua en Cristo: "Orad sin cesar".
Perseverando en la fe y en la sana doctrina, ya que es la seña irrefutable del hijo de Dios.
"Cualquiera que se extravía, y no persevera en la doctrina de Cristo, no tiene a Dios; el que persevera en la doctrina de Cristo, ése sí tiene al Padre y al Hijo."
2 Juan 1:9
Con toda súplica, desechando los afanes, en oración, gratitud y ruego.
"Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias."
Filipenses 4:6
Se puede reconocer que la práctica de la intercesión, esto es, la acción de orar los unos por los otros, se hace inevitablemente presente conforme se practica la perseverancia en la vigilia y la oración.
Este hecho causa un fortalecimiento en el Señor, no solamente al individuo que ora y vela, sino al resto del cuerpo de Cristo. Que se va a ir viendo edificado, también, por el efecto colateral de las intercesiones y de la edificación del propio hermano.
Hay que reconocer que son muchas las veces que no obedecemos a este otro mandamiento de Pablo, ya sea que se nos olvida o por caso omiso, para el fomento de la buena práctica general de la vigilia y la oración:
"También os rogamos, hermanos, que amonestéis a los ociosos, que alentéis a los de poco ánimo, que sostengáis a los débiles, que seáis pacientes para con todos."
1 Tesalonicenses 5:14
A veces sucede que hemos adquirido una educación muy ligada al pensamiento social contemporáneo del mundo, aquel que tacha de políticamente incorrecto el hecho de corregir, o de interferir en la vida de los demás, aún sea para su bien.
El resultado de un corazón que vela y ora, perseverando con toda oración y súplica por todos los santos, lo podemos ver claramente en los hermosos deseos de Juan a Gayo, y en el reconocimiento de las labores a este último, que no dejan de ser el buen fruto de una vida de oración.
Si estas palabras nos las aplicáramos, a cada miembro de la iglesia actual, tanto en los buenos deseos hacia los hermanos como en el servicio a Dios, en el cuerpo de Cristo, teniendo en cuenta que el evangelio está extendido prácticamente por todo el mundo, sin duda estaríamos viviendo en la etapa más fortalecida y potente de toda la era cristiana:
"Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma."
"Amado, fielmente te conduces cuando prestas algún servicio a los hermanos, especialmente a los desconocidos, los cuales han dado ante la iglesia testimonio de tu amor; y harás bien en encaminarlos como es digno de su servicio a Dios, para que continúen su viaje."
3 Juan 1:2, 5-6
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