(La armadura de Dios).
"Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes."
"Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad, y vestidos con la coraza de justicia,"
Efesios 6:12 y 14.
La coraza que compone esta armadura de Dios, descrita por Pablo, nos lleva a la justicia de Cristo sobre la vida de cada creyente, siendo Él la causa de la justificación, haciendo pasar por alto todos nuestros pecados desde el primer momento en que reconocemos a Jesús, como Señor y Salvador, y nos arrepentimos de nuestra pasada forma de vivir, para vivir a Cristo.
"Pero ahora, aparte de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios, testificada por la ley y por los profetas; la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen en él. Porque no hay diferencia, por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios, siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús, a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados, con la mira de manifestar en este tiempo su justicia, a fin de que él sea el justo, y el que justifica al que es de la fe de Jesús."
Romanos 3:21-26
Pero no se trata de una justicia humana, sino una mayor, es decir, la verdadera justicia. Porque los hombres pagamos mal por mal, es algo que hacemos prácticamente sin pensar, nos sale automático el acto de devolver según lo que hemos recibido.
Esta justicia humana no es verdadera, sino marcada por la hipocresía del desquite de nuestro orgullo personal, lo que viene a ser un: "ahora vas a probar de tu propia medicina", mientras imaginamos cómo se manifestará la molestia del receptor de nuestra respuesta.
El hecho de acorazarnos con la justicia de Cristo no se trata de una sugerencia de Pablo, sino que imperativamente recalca esta coraza y la necesidad de su uso, para todo cristiano.
Para vestirnos la coraza de justicia es necesario, primeramente, haber reconocido a Cristo como Señor y Salvador, el Único por quien somos justificados delante de Dios:
"Pero cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador, y su amor para con los hombres, nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo, el cual derramó en nosotros abundantemente por Jesucristo nuestro Salvador, para que justificados por su gracia, viniésemos a ser herederos conforme a la esperanza de la vida eterna."
Tito 3:4-7
Porque el adversario está pronto para tratar de engañarnos pintando una salvación incompleta, algo así como un mantenimiento de la justificación que dependa de obras humanas, lo cual pretende anular la perfecta acción salvífica de Cristo en la cruz del Calvario y en Su resurrección al terecer día.
Vistámonos pues, y mantengámonos acorazados con la justicia de nuestro Señor Jesucristo, recordando la perfecta obra del "consumado es" en Cristo Jesús.
"Entonces dije: He aquí que vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad, Como en el rollo del libro está escrito de mí."
"En esa voluntad somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre."
Hebreos 10: 7 y 10.
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