Entonces lo medité, y reprendí a los nobles y a los oficiales, y les dije: ¿Exigís interés cada uno a vuestros hermanos? Y convoqué contra ellos una gran asamblea, y les dije: Nosotros según nuestras posibilidades rescatamos a nuestros hermanos judíos que habían sido vendidos a las naciones; ¿y vosotros vendéis aun a vuestros hermanos, y serán vendidos a nosotros? Y callaron, pues no tuvieron qué responder. Y dije: No es bueno lo que hacéis. ¿No andaréis en el temor de nuestro Dios, para no ser oprobio de las naciones enemigas nuestras?
Nehemías 5:7-9
La muralla de Jerusalén se levantó en tiempo récord, ya que se consiguió hacer en menos de dos meses desde el inicio de la obra.
Para lograr la hazaña fue necesario que muchos en el pueblo lo dejasen todo, para dedicarse en exclusiva al proyecto de restauración.
Y aunque ultimar la obra les llevó, tan sólo, unos milagrosos cincuenta y dos días, en ese lapso de tiempo toda familia implicada había dejado sus negocios aparcados. Pero los impuestos los debían seguir pagando, como todos los meses.
Entre los que restauraban habían personas de todo nivel adquisitivo, desde gobernadores o hijos de ellos, hasta los que vivían a base de préstamos para mantener su casa.
Estos últimos, al ver sus negocios pospuestos por cerca de dos meses, para poder cumplir con sus impuestos, dejaron de pagar sus deudas a los prestamistas.
Como consecuencia, muchos de ellos perdieron sus tierras y hasta sus hijas, que fueron dadas en servidumbre, ya que en su día las presentaron como aval de garantía para solicitar el préstamo.
Estas familias se encontraban en una situación muy mala, aunque lo peor era saber que los causantes de esta usura eran sus propios compatriotas.
El caso se denunció a Nehemías y éste aunque muy molesto por la situación, meditó antes de actuar al respecto.
Por el celo que tenía Nehemías para con su patria, pudiera ser que tuviera presente este mandamiento de Dios sobre Su pueblo:
"No exigirás de tu hermano interés de dinero, ni interés de comestibles, ni de cosa alguna de que se suele exigir interés. Del extraño podrás exigir interés, mas de tu hermano no lo exigirás, para que te bendiga Jehová tu Dios en toda obra de tus manos en la tierra adonde vas para tomar posesión de ella."
Deuteronomio 23:19-20
Fueron expuestos y reprendidos, pues, los autores de esta usura, que eran los acomodados nobles y oficiales de Israel.
Por cuanto Dios es justo, la injusticia no tiene cabida en Él.
"Hijitos, nadie os engañe; el que hace justicia es justo, como él es justo."
1 Juan 3:7
Además, fue la reiterada práctica de la injusticia la detonante para que Dios permitiera la destrucción de los dos reinos de Israel y la deportación a Babilonia, no sin antes haberlos advertido por medio del profeta Miqueas:
"¿Daré por inocente al que tiene balanza falsa y bolsa de pesas engañosas? Sus ricos se colmaron de rapiña, y sus moradores hablaron mentira, y su lengua es engañosa en su boca."
Miqueas 6:11-12
Desde que Adán cayera de la presencia de Dios por su pecado, toda la humanidad ha adquirido una naturaleza sentenciada a muerte, viviendo de prestado y empeñados sus bienes al pecado, por cuanto adquirió una deuda con Dios que jamás podrá pagar.
Pero Dios que es Juez justo y verdadero, también es inconmensurable amor y misericordia. Y en este amor mandó a Su Hijo para conmutar, con Su vida, Su justicia por nuestra injusticia. Y así, rescatados con Su vida, poder ser hallados justos delante de Dios.
"Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios."
1 Corintios 6:20
Habiendo sido hechos hijos suyos, por medio de la fe en el Hijo, el Señor Jesucristo, ya no tenemos deuda para muerte. Sino que, habiendo pagado Cristo Su vida por nosotros, suyos somos todos los que en Él hemos creído y lo hemos reconocido como Señor y Salvador nuestro.
Recibiendo en Cristo el regalo de la vida eterna, ya no hay préstamo a retornar. Y del mismo modo que hemos sido perdonados, hemos sido puestos en la familia de Dios, como miembros de un sólo cuerpo en Cristo Jesús.
Ahora pues, si el pueblo de Dios, que estaba unido por la ley de Moisés, tenía por mandamiento ampararse justamente entre ellos. ¿Cuánto no nos ampararemos en justicia, los que estamos unidos en Cristo, en un mismo Espíritu?
"En esto hemos conocido el amor, en que él puso su vida por nosotros; también nosotros debemos poner nuestras vidas por los hermanos. Pero el que tiene bienes de este mundo y ve a su hermano tener necesidad, y cierra contra él su corazón, ¿cómo mora el amor de Dios en él? Hijitos míos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad."
"Así que, según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe."
1 Juan 3:16-18 y Gálatas 6:10
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