PLAN DE CONTINGENCIA, Nehemías 4:12-15.
Pero sucedió que cuando venían los judíos que habitaban entre ellos, nos decían hasta diez veces: De todos los lugares de donde volviereis, ellos caerán sobre vosotros. Entonces por las partes bajas del lugar, detrás del muro, y en los sitios abiertos, puse al pueblo por familias, con sus espadas, con sus lanzas y con sus arcos. Después miré, y me levanté y dije a los nobles y a los oficiales, y al resto del pueblo: No temáis delante de ellos; acordaos del Señor, grande y temible, y pelead por vuestros hermanos, por vuestros hijos y por vuestras hijas, por vuestras mujeres y por vuestras casas. Y cuando oyeron nuestros enemigos que lo habíamos entendido, y que Dios había desbaratado el consejo de ellos, nos volvimos todos al muro, cada uno a su tarea.
Nehemías 4:12-15
REFLEXIÓN:
Hubo el momento en que los enemigos pasaron de las amenazas a la acción, y no era poco el aviso del peligro inminente.
Pero a aquel copero del rey que en su día se humilló por Israel y dispuso su corazón, pidiendo por la restauración de la ciudad, Nehemías, Dios lo capacitó no solo para encabezar la restauración, sino también le dio la sabiduría para entender cuándo tocaba parar la obra y organizar un plan de contingencia.
Y este era el plan: ninguna familia quedaba desarmada ni desprovista de protección, mirando cada una por su propia seguridad, mientras que los de la nobleza y los oficiales hacían también lo propio.
Jerusalén se encontraba en medio, de modo que todo lo que le rodeaba de muros hacia afuera era territorio enemigo.
Con todo esto y contra todo pronóstico, a los adversarios no les quedó más que reconocer la mano de Dios echando por tierra sus planes, y desistiendo, dejaron continuar las obras en Jerusalén.
APLICACIÓN:
Así como a los retornados les tocó vigilar por su seguridad y estar preparados para afrontar cualquier ataque fortuito, la iglesia debe tener en cuenta que, durante su edificación, también va estar el adversario enviando atacantes por tal de que su cometido en la tierra no se pueda llevar a cabo.
Primeramente se inician las burlas y las amenazas verbales contra el que profesa su fe en Cristo. Más adelante se agravan los ataques introduciendo entre la iglesia a falsos maestros y falsos cristianos, de manera que procede activar el plan de contingencia, del cual, en este caso, advierte Pablo a los ancianos de Éfeso:
"Por tanto, mirad por vosotros, y por todo el rebaño en que el Espíritu Santo os ha puesto por obispos, para apacentar la iglesia del Señor, la cual él ganó por su propia sangre. Porque yo sé que después de mi partida entrarán en medio de vosotros lobos rapaces, que no perdonarán al rebaño. Y de vosotros mismos se levantarán hombres que hablen cosas perversas para arrastrar tras sí a los discípulos."
Hechos 20:28-30
Pues no solo por los hermanos, sino también por ellos mismos, tendrán que mirar los ancianos de la iglesia por tal de detectar al enemigo que se hace pasar por uno de ellos.
A veces Satanás obra usándose de falsos maestros en medio de la congregación, aunque también los mismos cristianos podemos dar pie a tropiezos y divisiones en la iglesia a causa de nuestra reminiscencia orgullosa en la carne.
Sobre este caso también instruye Pablo, a los de Tesalónica que, por haberse creído la falsa noticia de que ya se había dado la segunda venida del Señor Jesucristo, se creó una gran controversia en medio de la congregación.
"Por lo cual, animaos unos a otros, y edificaos unos a otros, así como lo hacéis. Os rogamos, hermanos, que reconozcáis a los que trabajan entre vosotros, y os presiden en el Señor, y os amonestan; y que los tengáis en mucha estima y amor por causa de su obra. Tened paz entre vosotros. También os rogamos, hermanos, que amonestéis a los ociosos, que alentéis a los de poco ánimo, que sostengáis a los débiles, que seáis pacientes para con todos. Mirad que ninguno pague a otro mal por mal; antes seguid siempre lo bueno unos para con otros, y para con todos."
1 Tesalonicenses 5:11-15
Por lo que vemos, nuestras malas actitudes hacia los hermanos son la puerta abierta al enemigo, por ende, nos toca desechar el orgullo en busca de la reconciliación.
Ya que mientras haya orgullo entre los hermanos no habrá lugar a reconciliaciones. Por esto, alguno debe desechar el orgullo y humillarse, para que la reconciliación sea posible.
Porque la restauración de la relación del creyente para con el Padre no se efectúa mientras existan pleitos y rencores en su corazón.
ACCIÓN:
Mi lectura y reflexión devocional de hoy me lleva a la autoconfrontación, llegándome directamente la redargución en el sentido en que suelo bajar la guardia en tiempos de aparente calma. Esto me supone dar lugar al orgullo propio, aquel que me hace caer fácilmente en las provocaciones del enemigo.
Aún me vienen a la mente un par de versículos que quiero añadir, los que me servirán para mantener la guardia, mirando no solo por mí, sino por los míos, para continuar con nuestra edificación mutua en Cristo.
"Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros. Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros."
"No seas vencido de lo malo, sino vence con el bien el mal."
(Santiago 4:6-7 y Romanos 12: 21)
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