Luego que el muro fue edificado, y colocadas las puertas, y fueron señalados porteros y cantores y levitas, mandé a mi hermano Hanani, y a Hananías, jefe de la fortaleza de Jerusalén (porque éste era varón de verdad y temeroso de Dios, más que muchos); y les dije: No se abran las puertas de Jerusalén hasta que caliente el sol; y aunque haya gente allí, cerrad las puertas y atrancadlas. Y señalé guardas de los moradores de Jerusalén, cada cual en su turno, y cada uno delante de su casa. Porque la ciudad era espaciosa y grande, pero poco pueblo dentro de ella, y no había casas reedificadas.
Nehemías 7:1-4
Dios cumplió con su promesa de la restauración de Jerusalén pasado el tiempo establecido de la deportación a Babilonia.
Una vez levantada la totalidad del enmurallado de la ciudad, no por mérito humano, sino que por gracia de Dios esto se hizo posible en tan sólo cincuenta y dos días, ahora le era delegada al pueblo su parte de responsabilidad.
El muro fue edificado, obra completada. Llegó el momento, pues, de consolidar la fortaleza de la ciudad, guardando la muralla y vigilando día y noche que no se aproximaran los intrusos para tratar de traspasar sus puertas.
Siglos después, Dios cumplió también con su promesa de darnos un Redentor, el Señor Jesucristo, quien entregándose a Sí mismo en la cruz y con su resurrección al tercer día, vino a restaurar al hombre de su caída, dándole una nueva vida en Él, libre de las ataduras del pecado.
"Entonces dije: He aquí que vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad, Como en el rollo del libro está escrito de mí."
"En esa voluntad somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre."
"porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados."
Hebreos 10:7, 10 y 14
Aunque la salvación en Cristo es un obra completa, por Su perfecto sacrificio y por el sello del Espíritu Santo que nos la confirma, ninguno de los creyentes estamos exentos de caer en tentaciones o de deslizarnos por los engaños de las falsas doctrinas.
De ahí que estamos llamados a no bajar la guardia sino que, desde nuestros primeros pasos con el Señor, Él nos dice como dijera a sus discípulos en el Getsemaní:
"Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil."
Marcos 14:38
Porque cualquier momento es bueno en que la tentación rodee nuestra muralla buscando el pórtico abierto por donde entrar y hacer el estrago.
Nuestro tiempo de consolidación como iglesia, y como miembros en particular del cuerpo de Cristo, abarca desde el primer momento de la conversión y hasta nuestro último día de vida en esta tierra.
Si bien es cierto que en más de una ocasión nos puede sobrevenir algún sentimiento de desánimo, a causa de alguna dificultad en nuestro diario vivir, también es cierto que el Espíritu Santo que mora en nosotros nos inquieta para continuar adelante.
De modo que sin Él nuestro esfuerzo sería inútil.
Daremos gracias a Dios por el privilegio de poder participar en la consolidación y en la santificación en Cristo.
"Si Jehová no edificare la casa, en vano trabajan los que la edifican; Si Jehová no guardare la ciudad, en vano vela la guardia."
Salmos 127:1
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