martes, 25 de enero de 2022

TEMPLE ANTE LAS CALUMNIAS, Nehemías 6:5-9.

TEMPLE ANTE LAS CALUMNIAS, Nehemías 6:5-9

Entonces Sanbalat envió a mí su criado para decir lo mismo por quinta vez, con una carta abierta en su mano, en la cual estaba escrito: Se ha oído entre las naciones, y Gasmu lo dice, que tú y los judíos pensáis rebelaros; y que por eso edificas tú el muro, con la mira, según estas palabras, de ser tú su rey; y que has puesto profetas que proclamen acerca de ti en Jerusalén, diciendo: ¡Hay rey en Judá! Y Ahora serán oídas del rey las tales palabras; ven, por tanto, y consultemos juntos. Entonces envié yo a decirle: No hay tal cosa como dices, sino que de tu corazón tú lo inventas. Porque todos ellos nos amedrentaban, diciendo: Se debilitarán las manos de ellos en la obra, y no será terminada. Ahora, pues, oh Dios, fortalece tú mis manos.
Nehemías 6:5-9

Según se ha ido leyendo durante el transcurso del relato de Nehemías, a cada provocación del enemigo, Dios le ha dado la templanza necesaria para ofrecer la óptima resistencia, para continuar con su labor encomendada.

Y aunque pareciera que el enemigo desiste, lo vemos continuamente a la carga, probando cada vez una mayor dosis de instigación al abandono de su obra.

Porque desde que Satanás se hiciera con el principado de este mundo, tras la caída de Adán, no ceja en su empeño de entorpecer y tratar de evitar que el plan de Dios se lleve a cabo.

Así que vemos de nuevo al hombre de Sanbalat entrando a escena, esta vez con una carta del rey que arroja grandes calumnias contra Nehemías, en busca de provocarlo a guerra, para su destrucción.

A partir de aquí, podría imaginarme el cántico de Moisés, entonándose en la mente de Nehemías, justamente en esta estrofa:

"Mía es la venganza y la retribución; A su tiempo su pie resbalará, porque el día de su aflicción está cercano, y lo que les está preparado se apresura."
Deuteronomio 32:35

Y en una inhalación profunda, dejar soltar en la exhalación toda la posibilidad de ira que pudiera contener su respuesta, mostrándonos nuevamente cómo Nehemías no se estaba dejando llevar por sí, sino que tenía presente, en todo momento, que la contínua provocación no se daba contra su persona, sino contra Dios mismo, quien lo envió.

Responde pues, el hombre al hombre. Si uno vino con calumnias, según el maligno que lo envía, el otro responde desde la serenidad, por cuanto es guiado por Dios.

El descrédito y la calumnia son las armas arrojadizas más recurrentes contra los creyentes, porque éstas tratan de hacer mella en el orgullo de cada persona, sabiendo, el enemigo, que el cristiano aún mantiene su naturaleza carnal, aquella que mira lo suyo y se duele en autocomplacencia.

Si no se trabaja en este área, sometiéndola a la voluntad del Espíritu y dejándose guiar por Él, el adversario halla aquí un punto débil, en el que todo hombre puede caer fácilmente.

Por eso a Pablo le fue necesario recordarlo en varias ocasiones como, por ejemplo, a los creyentes sitos en Roma, que venían defendiendo, gentiles y judíos, cada cual su propio orgullo, en una contienda que les hacía estorbarse mutuamente en la sana congregación. Si, pues, entre ellos ya habían desencuentros, ¿cómo irían a responder ante los incrédulos?

"No paguéis a nadie mal por mal; procurad lo bueno delante de todos los hombres. Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres. No os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios; porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor. Así que, si tu enemigo tuviere hambre, dale de comer; si tuviere sed, dale de beber; pues haciendo esto, ascuas de fuego amontonarás sobre su cabeza. No seas vencido de lo malo, sino vence con el bien el mal."
Romanos 12:17-21

Porque es sumamente difícil no caer en un mal proceder, cuando se nos hiere el ego, manchando nuestra reputación a base de mentiras, recordemos al Señor hablando con Samuel, cuando el pueblo le pidió ser gobernado por un rey como el resto de las naciones.

"Y dijo Jehová a Samuel: Oye la voz del pueblo en todo lo que te digan; porque no te han desechado a ti, sino a mí me han desechado, para que no reine sobre ellos."
1 Samuel 8:7

Un día más, Dios nos enseña a través de la actitud de Nehemías y de su proceder ante las adversidades. En este caso, cómo debemos actuar cuando la injuria viene a atacarnos para que cesemos la obra.

Sin entrar en la provocación, expondremos nuestra causa al Padre, cual Nehemías en su momento, para clamar:

"Ahora, pues, oh Dios, fortalece tú mis manos."
Nehemías 6:9b
































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