domingo, 30 de enero de 2022

INCRISTOS EN EL LIBRO, Nehemías 7:5-6, 66-67.

INSCRITOS EN EL LIBRO, Nehemías 7:5-6, 66-67.

"Entonces puso Dios en mi corazón que reuniese a los nobles y oficiales y al pueblo, para que fuesen empadronados según sus genealogías. Y hallé el libro de la genealogía de los que habían subido antes, y encontré en él escrito así: Estos son los hijos de la provincia que subieron del cautiverio, de los que llevó cautivos Nabucodonosor rey de Babilonia, y que volvieron a Jerusalén y a Judá, cada uno a su ciudad,"

"Toda la congregación junta era de cuarenta y dos mil trescientos sesenta, sin sus siervos y siervas, que eran siete mil trescientos treinta y siete; y entre ellos había doscientos cuarenta y cinco cantores y cantoras."
Nehemías 7: 5-6, 66 y 67.

Llegó la hora de formalizar la residencia de los habitantes de la ciudad por medio del empadronamiento.

Esta gestión se vió muy atajada gracias a que Esdras ya dejó enlistados a los primeros retornados con Zorobabel, estos que volvían a constar ahora de nuevo en las memorias de Nehemías.

Nombres de personas que pudieron ser más o menos conocidas entre el pueblo de la época, pero de las que, en la actualidad, sólo nos queda su doble constancia en las Sagradas Escrituras.

¡Qué privilegio que sus nombres hayan quedado plasmados entre las letras que forman la santa y perfecta palabra de Dios!

A lo largo de la historia se han ido recogiendo nombres de personas que tuvieron parte en momentos históricos importantes, que influyeron para bien o para mal a toda la humanidad.

Existe también el libro "Guiness" de los  récords, para aquellos que destacan por sus extravagantes hazañas o particularidades especiales.

Aunque hoy día se ha tornado más fácil encontrar la fama a través de las redes sociales y las plataformas de Streaming.
Sólo basta con ofrecer un contenido atractivo a las masas, para ser mundialmente famoso en poco tiempo.

Pero como dijo el Señor Jesucristo:

"Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?"
Mateo 16:26

De nada sirve la fama en el mundo si el destino es la muerte. Pues estas palabras las dijo después de haber anunciado a sus discípulos que le era necesario morir y resucitar al tercer día, pues de esto constaba Su plan de salvación al hombre.

Sus discípulos no acababan de entender el concepto de la muerte física y de la vida eterna. Por lo que Pedro, de entre ellos, no entendiendo la finalidad de lo que le debía acontecer al Señor, se dejó guiar por el razonamiento humano intentando convencerle de que no permitiera que lo entregaran a muerte.

Claro, quizá nos puede impactar cómo, en respuesta, Jesús llama Satanás a Pedro. Lo cierto es que Satanás era el primer interesado en que Jesús jamás llegara a morir, ya que Su muerte y resurrección han supuesto el acceso al perdón y la vida eterna a toda la humanidad.

De manera que todo aquel que cree que Jesús es su Señor y Salvador y acepta Su perdón en arrepentimiento, es hecho una nueva criatura, recibiendo a través del Espíritu Santo una nueva identidad y una naturaleza espiritual por sobre la natural, que tenía, la cual estaba atada al pecado y a la muerte.

"El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que venciere, daré a comer del maná escondido, y le daré una piedrecita blanca, y en la piedrecita escrito un nombre nuevo, el cual ninguno conoce sino aquel que lo recibe."
Apocalipsis 2:17

En su nueva identidad, el nombre del creyente consta en el libro de la vida para toda la eternidad, pues es avalada con cada gota de sangre que derramó Cristo en la cruz del Calvario por cada uno de nosotros.

El libro de la vida es el registro oficial de todos los santos, los que por la fe han sido justificados en Cristo delante de Dios.

Pablo nombra el libro de la vida mientras se refiere a Evodia y Síntique, dos hermanas congregadas en Filipos, de las cuales el apóstol enfatizaba sobre su verdadera conversión a pesar de los conflictos que estaban atravesando.

"Asimismo te ruego también a ti, compañero fiel, que ayudes a éstas que combatieron juntamente conmigo en el evangelio, con Clemente también y los demás colaboradores míos, cuyos nombres están en el libro de la vida."
Filipenses 4:3

Que nuestros nombres estén escritos en el libro de la vida es, pues, la muestra de que hemos sido empadronados en Cristo. Sello del cual es puesto con el Espíritu Santo desde el momento en que se ha creído en Su santo nombre.

Ahora, el hecho de creer en Cristo conlleva acciones que lo acreditan, las cuales evidencian un cambio en la vida del creyente y un proceder cada vez más acorde con el carácter de Cristo.

Pues hay aquellos que dicen creer en Dios o en el Señor Jesucristo, pero no muestran la contrición que les lleva a reconocer sus pecados por no perder su prestigio en el mundo, e incluso se atreven a mostrar sin tapujos sus vidas pecaminosas, como si fueran aprobadas por Dios.

Dios es claro y contundente contra el pecado y nos lo ha dejado escrito desde el Génesis y hasta el Apocalipsis. Y el fin del que lo practica es este:

"Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego."
Apocalipsis 20:15

Hay muchos archivos, libros y registros donde pueden acabar plasmados nuestros nombres. Sea donde fuere que estén escritos en este mundo, procuremos que primeramente consten en el libro de la vida. 

















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