También en la obra de este muro restauré mi parte, y no compramos heredad; y todos mis criados juntos estaban allí en la obra. Además, ciento cincuenta judíos y oficiales, y los que venían de las naciones que había alrededor de nosotros, estaban a mi mesa. Y lo que se preparaba para cada día era un buey y seis ovejas escogidas; también eran preparadas para mí aves, y cada diez días vino en toda abundancia; y con todo esto nunca requerí el pan del gobernador, porque la servidumbre de este pueblo era grave. Acuérdate de mí para bien, Dios mío, y de todo lo que hice por este pueblo.
Nehemías 5:16-19
En el pasaje resaltan cuatro cualidades de Nehemías que evidencian la aptitud del buen siervo de Dios.
Abnegación: renunciando voluntariamente a la posibilidad de beneficiarse personalmente con alguna propiedad en pos del bien de los demás.
"Así que, los que somos fuertes debemos soportar las flaquezas de los débiles, y no agradarnos a nosotros mismos. Cada uno de nosotros agrade a su prójimo en lo que es bueno, para edificación. Porque ni aun Cristo se agradó a sí mismo; antes bien, como está escrito: Los vituperios de los que te vituperaban, cayeron sobre mí."
Romanos 15:1-3
Hospitalidad: para con todo aquel que venía sin aún tener dónde establecerse o para quienes, por su menester, lo requirieran.
"No os olvidéis de la hospitalidad, porque por ella algunos, sin saberlo, hospedaron ángeles."
Hebreos 13:2
Generosidad: reconociendo en Dios al Proveedor de todos sus bienes.
"Porque la ministración de este servicio no solamente suple lo que a los santos falta, sino que también abunda en muchas acciones de gracias a Dios; pues por la experiencia de esta ministración glorifican a Dios por la obediencia que profesáis al evangelio de Cristo, y por la liberalidad de vuestra contribución para ellos y para todos;"
2 Corintios 9:12-13
Solidaridad: teniendo en cuenta las necesidades y la situación del pueblo.
"Sobrellevad los unos las cargas de los otros, y cumplid así la ley de Cristo."
Gálatas 6:2
El proceder de todo cristiano ha de ser como lo descrito en Nehemías que, aún en su calidad de gobernador, supo dar ejemplo con su servicio, para la gloria de Dios.
Unas buenas instrucciones al respecto recibieron los creyentes en Roma por parte del apóstol a los gentiles:
"Amaos los unos a los otros con amor fraternal; en cuanto a honra, prefiriéndoos los unos a los otros. En lo que requiere diligencia, no perezosos; fervientes en espíritu, sirviendo al Señor; gozosos en la esperanza; sufridos en la tribulación; constantes en la oración; compartiendo para las necesidades de los santos; practicando la hospitalidad."
Romanos 12:10-13
Y así como Pablo lanzara, retóricamente, las siguientes preguntas a los Gálatas, Nehemías tampoco buscaba la recompensa terrenal, sino la celestial, esperándola en Dios y no en los hombres.
"Pues, ¿busco ahora el favor de los hombres, o el de Dios? ¿O trato de agradar a los hombres? Pues si todavía agradara a los hombres, no sería siervo de Cristo."
Gálatas 1:10
Pues si Nehemías, siendo laico tuvo esta disposición por servir al pueblo, por amor y temor de Dios, ¿cuánto mayor ha de ser nuestra disposición al servicio, como hijos de Dios que somos en Cristo Jesús, para con todos los hombres y aún más para con los hermanos en la fe?
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