Acabada toda la obra que hizo Salomón para la casa de Jehová, metió Salomón las cosas que David su padre había dedicado; y puso la plata, y el oro, y todos los utensilios, en los tesoros de la casa de Dios.
2 Crónicas 5:1
Finalizaba la obra y llegaba el momento de llenar las instalaciones del templo con todos los utensilios y con los tesoros que fue recopilando David durante su reinado, los cuales dispuso para este menester.
A David le quedaron las ganas de construir el templo y aunque ya le hizo saber Dios que esa misión no estaba entre sus ocupaciones, y aún no teniendo participación directa en la obra, todo el material recopilado en cada una de sus victorias constituyó el aporte principal con el que Salomón pudo construir los elementos más importantes en la casa de Dios.
Salomón colocaba, pues, todo el utillaje según dispuso David, su padre, y los utensilios habidos en el tabernáculo.
De oro, plata y bronce constaba la mayoría de los bienes que David atesoró. Metales preciosos que más de uno hubiera usado para sí, que en este caso el rey supo dar el uso en vistas al porvenir para la gloria y la honra de Dios, quien lo bendijo con trono y linaje real para toda la eternidad.
Todo lo concerniente al templo, desde el proyecto hasta su contenido, fue minuciosamente cumplido por Salomón, según el plan establecido por su padre.
Establecido y trazado también, pero desde la eternidad, desde antes de la fundación del mundo, es el plan de Dios para la salvación del hombre.
Porque desde que Adán pecara no existe modo alguno de que el hombre pueda justificarse a sí mismo delante de Dios, por su naturaleza corrompida a causa del pecado.
Era necesario que un hombre perfecto, sin tacha alguna ni pecado, se entregara en sacrificio por toda la humanidad, sufriendo en su persona todo el peso de la ley, la cual es la ira de Dios contra todo el pecado del mundo.
Pero como dice el predicador en Eclesiastés 7:20: Ciertamente no hay hombre justo en la tierra, que haga el bien y nunca peque.
Entregaba, pues, Dios a Su Hijo. Quien despojándose de Su gloria Divina, adquiría forma de hombre para vivir como tal, pero sin pecado y, sujetándose al Padre según lo dispuesto por Él desde la eternidad, cumplió con lo establecido, con todas sus consecuencias.
La mayor muestra de amor y misericordia de Dios que, habiendo podido destruir al hombre en el mismo momento en que Adán pecó, lo mantuvo. Soportando con paciencia toda la maldad en aumento del mundo, que será destruída enteramente y para siempre con la segunda venida del Señor.
Mientras tanto, Dios ha entregado de Sí al Hijo para que, experimentando en Su persona toda humillación y sufrimiento, constituyera el Único medio posible delante de Dios, para la salvación del hombre.
Jesús es la base del evangelio, el centro y el sino de vida para el hombre. Sólo en Él está la vida y a todo aquel que en Él cree le es dada, según lo que dispuso el Padre desde la eternidad, en confirmación con el Espíritu Santo.
Y he aquí el evangelio:
"Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él. El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios. Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean reprendidas. Mas el que practica la verdad viene a la luz, para que sea manifiesto que sus obras son hechas en Dios."
Juan 3:16-21
Evangelio que se expande fielmente a través de los tiempos y por todo lugar, por medio de la iglesia, a quien Dios le ha placido hacer partícipe del mensaje de salvación al hombre para el perdón y la vida eterna en Cristo, el fundamento indestructible.
Igual que no puede haber edificación sin la base que la fundamenta, así el salmista afirma con su pregunta:
"Si fueren destruidos los fundamentos, ¿Qué ha de hacer el justo?"
Salmos 11:3
Y es que la tentación al hombre, de pretenderse justificar por sus propios medios según sus obras, lo persigue desde aquel delantal con hojas de higuera, con las que pretendía tapar sus vergüenzas delante de Dios.
Y en este punto es donde la reflexión nos lleva a examinar nuestra labor en la edificación, según el mensaje de salvación que emitimos al mundo, y conforme a nuestro testimonio de vida en Cristo.
Porque esta es la gracia, que el creyente predica con su hecho antes que con su boca, la cual sirve para la confirmación de la práctica de la vida de fe en Cristo.
Y como Salomón respetó todo lo que dispuso David para el templo, hoy es día de preguntarnos, como iglesia e individualmente, como redimidos por gracia de Dios por medio de la fe, si estamos respetando, con nuestro ejemplo de vida, el Santo, Perfecto e Inamovible fundamento de Dios para la salvación del hombre.
Sírvanos personalmente la advertencia de Pablo a los Corintios:
"Conforme a la gracia de Dios que me ha sido dada, yo como perito arquitecto puse el fundamento, y otro edifica encima; pero cada uno mire cómo sobreedifica. Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo."
1 Corintios 3:10-11
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