sábado, 13 de agosto de 2022

REVESTIMIENTO ESPECIAL, 2 Crónicas 3:3-7

REVESTIMIENTO ESPECIAL, 2 Crónicas 3:3-7

Estas son las medidas que dio Salomón a los cimientos de la casa de Dios. La primera, la longitud, de sesenta codos, y la anchura de veinte codos. El pórtico que estaba al frente del edificio era de veinte codos de largo, igual al ancho de la casa, y su altura de ciento veinte codos; y lo cubrió por dentro de oro puro. Y techó el cuerpo mayor del edificio con madera de ciprés, la cual cubrió de oro fino, e hizo realzar en ellas palmeras y cadenas. Cubrió también la casa de piedras preciosas para ornamento; y el oro era oro de Parvaim. así que cubrió la casa, sus vigas, sus umbrales, sus paredes y sus puertas con oro; y esculpió querubines en las paredes.
2 Crónicas 3:3-7

El cronista inicia la descripción del templo conforme lo construyó Salomón.

Primeramente menciona las medidas de lo que será el templo en sí, la parte del habitáculo que comprende el Lugar Santo y el Lugar Santísimo, al margen  del resto de la edificación, que se sumará a ésta, apoyándose con vigas a las paredes del rededor.

Es una edificación de humildes dimensiones, si lo comparamos con palacios y edificios importantes de la época, aunque doblando en medida al tabernáculo que construyó Moisés.

También es de esperar que así sea, puesto que ya no se trata de un elemento que vaya a tener que transportarse de un lugar a otro, como era el caso del tabernáculo en el desierto, por lo que debía primar que fuera un habitáculo práctico y manejable, pero con las medidas justas que permitieran la correcta funcionalidad en su interior.

El templo será construido con la intención de permanecer y resistir el paso del tiempo. Así que, además de que todo el material de su construcción ya será noble y exquisitamente trabajado, también será todo revestido de oro, el metal precioso por excelencia, ofreciendo un extra de protección y añadiendo un grandísimo valor a la obra, con la aleación de los reyes.

Si ya era el mejor revestimiento con el que chapar el inmueble, Salomón buscará lo sublime, haciendo traer un oro de un lugar concreto y determinado como el oro de Parvaim.

Actualmente se desconoce la ubicación del lugar de origen de este oro, pero la intención del cronista no era la de dar a conocer el punto exacto de donde encontrarlo, sino que el lector entienda que se trataba de un oro especial y tomado todo de un mismo lugar.

Luego, Salomón hace esculpir unos querubines, en el dorado revestimiento, que sugieren la presencia de Dios.

En este pasaje vemos cómo, con la elección de un revestimiento especial y sus detalles, Salomón consiguió dar, a un edificio común, el carácter y la esplendidez de una obra sublime.

Dios es inconmensurable en todos Sus sentidos, en Su eternidad, omnipotencia, omnisciencia y omnipresencia.

Pero, por Su interés en darse a conocer al hombre, por su amor hacia él y por la determinación de redimirlo de manera que se cumpla con toda justicia con el acto de la redención, Dios trazó un plan desde Su eternidad que le implicaba comedirse tomando forma y naturaleza de hombre.

"E indiscutiblemente, grande es el misterio de la piedad: Dios fue manifestado en carne, Justificado en el Espíritu, Visto de los ángeles, Predicado a los gentiles, Creído en el mundo, Recibido arriba en gloria."
1 Timoteo 3:16

Rebajándose pues, el Hijo, de Su gloria para llegar a ser, no solamente un hombre común, sino aún más, un siervo, se dio a Sí mismo en pago por nuestro pecado. Para que por medio de Su sacrificio y por la fe en Él, la gracia de Dios alcanzara al hombre en Su reconciliación con él, revistiéndolo de un nuevo hombre en Cristo Jesús, y en su nueva identidad por la acción y morada del Espíritu Santo.

"De manera que la ley ha sido nuestro ayo, para llevarnos a Cristo, a fin de que fuésemos justificados por la fe. Pero venida la fe, ya no estamos bajo ayo, pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús; porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos."
Gálatas 3:24-27

De este modo, en Cristo, lo común es revestido de extraordinario y lo perecedero, de eternidad.

Mientras tanto, y estando en este mundo y en nuestro cuerpo corruptible, vamos siendo formados por el Espíritu en el carácter de Cristo, y puestos por lumbreras de Cristo, para el perdón y la vida eterna en Él.

El oro sugiere la riqueza de quien lo luce. De este modo la iglesia debe sugerir su vida nueva en Cristo, dejando que su revestimiento luzca dejando ver la presencia de Dios en su vida, como aquellos querubines esculpidos en el templo de Salomón.

Y ahora viene la cuestión personal, en cuanto a este especial revestimiento que se nos ha dado en Cristo, de hasta qué punto lo lucimos o lo cubrimos con las lonas de nuestra humanidad.

Hoy es día de dejar que la palabra de Dios confronte nuestro diario vivir, para que fortalezcamos nuestra práctica de la fe, para fruto eterno y para Su gloria y honra.

"En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad."
Efesios 4:22-24

























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