Estaba asentado sobre doce bueyes, tres de los cuales miraban al norte, tres al occidente, y tres al sur, y tres al oriente: y el mar descansaba sobre ellos, y las ancas de ellos estaban hacia adentro.
2 Crónicas 4:4
Rico en detalles, el mar de fundición era una auténtica obra de arte.
En este versículo, el cronista nos describe su base, la cual estaba representada con doce bueyes repartidos en grupos de tres. De modo que cada grupo se orientaba hacia un punto cardinal, cubriendo todo su perímetro, mientras sus lomos sostenían equitativamente el peso del recipiente.
El pasaje nos sugiere la descendencia prometida a Jacob a través de las doce tribus y su extensión de bendición a todas las familias de la tierra, en su simiente.
"Será tu descendencia como el polvo de la tierra, y te extenderás al occidente, al oriente, al norte y al sur; y todas las familias de la tierra serán benditas en ti y en tu simiente."
Génesis 28:14
Y ese era el propósito de Dios, que por medio de un pueblo y de su simiente, esto se refiere a un descendiente, pueda beneficiarse toda la humanidad de la gracia de Dios, en Su inconmensurable amor y misericordia, para su rescate en perdón de sus pecados y en reconciliación con Él.
Mientras tanto esto acontecía, Dios iba tratando con Su pueblo haciendo de él una gran nación y consagrándolo mediante Su ley para que, en una clara distinción con respecto a las naciones vecinas, Israel sirviese de luz a las naciones, en testimonio de la gracia de Dios para con el hombre, en obediencia y fidelidad a Su palabra.
Pero Su pueblo no consiguió dar la talla, sino que constantemente se desviaban en pos de la idolatría, aunque Dios, en Su misericordia, iba enviando a hombres en rescate de ellos, en confrontación y disciplina, para hacerlos volver a la ley.
Entonces Dios nos entregó a Su Hijo, Dios Hijo humanado y nacido de virgen en un establo, para crecer y vivir como el resto de los hombres, pero sin pecado.
Llegado el día de Su llamado al ministerio, Jesús, el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo, según lo presentó Juan el bautista, era bautizado y presentado por Su Padre delante del pueblo.
"Y Jesús, después que fue bautizado, subió luego del agua; y he aquí cielos le fueron abiertos, y vio al Espíritu de Dios que descendía como paloma, y venía sobre él. Y hubo una voz de los cielos, que decía: Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia."
Mateo 3:16-17
Y a Su Hijo amado, el Padre entregaba a muerte en sacrificio por nuestros pecados. A fin de satisfacer, en cumplimiento de toda justicia, el pago por el pecado de toda la humanidad, el cual es la muerte.
Para que, por medio de Él y de su obra salvífica en la cruz del Calvario, toda persona que en él cree tenga la oportunidad de hallar perdón en su arrepentimiento y vida eterna por el reconocimiento de Jesús como Su Señor y Salvador personal.
Después de Su muerte y Su resurrección al tercer día, Jesús ascendió a la diestra del Padre y el Espíritu Santo vino a morar en todos los creyentes, dando el nacimiento de Su iglesia.
Ahora viene a ser la iglesia el medio de expansión del evangelio, como la luz a las naciones que podía haber sido Israel con el anuncio del Mesías por medio de la ley, mas ahora la iglesia anuncia al Mesías por medio de la fe, por la gracia de Dios, para el perdón y la vida eterna.
Porque este es el sino de todo cristiano, porque si a Dios no le hubiera placido hacernos partícipes del mayor milagro acontecido al hombre en toda su historia, el cual es el milagro de la regeneración del hombre en Cristo, por el Espíritu Santo, la iglesia no tendría razón de existir en este mundo y tiempo ha que estaríamos disfrutando de Su presencia.
Y así, como dijo Pablo a los Corintios: "¡Ay de mí si no anunciare el evangelio!" , así como añade:
"Por lo cual, si lo hago de buena voluntad, recompensa tendré; pero si de mala voluntad, la comisión me ha sido encomendada."
1 Corintios 9:17
Sea como fuere, como expresa el apostol, esta es la idiosincrasia de todo cristiano.
Portavoces somos del evangelio, y portadores de la luz de Cristo. Por lo que hoy es día de preguntarnos si nuestro diario vivir muestra al mundo un testimonio acorde a nuestra identidad en Cristo o si más bien pasamos desapercibidos entre los incrédulos, como uno más de ellos.
Tomaremos ánimo y voluntad si dejamos que Pablo nos aliente con estas palabras:
"¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique? ¿Y cómo predicarán si no fueren enviados? Como está escrito: ¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian la paz, de los que anuncian buenas nuevas!"
Romanos 10:14-15
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