domingo, 28 de agosto de 2022

DEDICACIÓN AL PADRE, 2 Crónicas 4:11

DEDICACIÓN AL PADRE, 2 Crónicas 4:11

Hiram hizo también calderos, y palas, y tazones; y acabó Hiram la obra que hacía al rey Salomón para la casa de Dios;
2 Crónicas 4:11

Todo lo que se ha ido nombrando hasta ahora, en cuanto a mobiliario y utensilios del templo, fue fundido, trabajado y supervisado por Hiram Abi.

Hiram Abi era un experto y hábil escultor y fundidor de Tiro enviado por su rey, también llamado Hiram, por petición de Salomón.

Aunque el hombre era natural de Tiro, igual que su padre, su madre era Hebrea, de la tribu de Neftalí. Su nombre viene a significar "Dedicación al Padre", "Padre dedicado" o "Padre ensalzado".

Y Dios permitió que sus virtudes resaltaran sobre las de los demás, para que su rey Hiram lo enviara a Jerusalén y lo hiciera partícipe de tan importante obra como lo fue el primer templo de Dios, el cual se construyó esperando que perdurara hasta la llegada del Mesías.

A estas alturas todos sabemos que este templo sólo existió hasta el tiempo en que los Babilonios destruyeron Jerusalén y se llevaron deportados a los israelitas de la zona.

Pero mientras se construía solamente se pensaba en plasmar la máxima majestuosidad con los mejores materiales y los más bonitos detalles y grabados, en una gran muestra de la soberanía y la potencia de Dios.

Es en esta obra tan importante en la historia de Israel donde Hiram Abi desempeñará un papel a la misma altura. No sólo por el trabajo de sus propias manos, sino por el que delegará en virtud de jefe de obra, solamente por debajo de Salomón.

En toda la historia de la humanidad, desde que Adán pecara en adelante, somos testigos de nuestra existencia por la pura gracia de Dios, en Su inconmensurable amor y misericordia.

Además de permitirnos la subsistencia, a pesar de nuestro pecado, a Dios le plació destacar a algunos hombres que sirvieron como testimonios andantes de su dedicación a Dios, en resultado de su fe.

El primer agraciado más significativo después de Adán fue Noé, quien halló gracia a ojos de Dios por entre toda la humanidad.

Muchas veces escuchamos súplicas a Dios rogando que haga desaparecer por completo la maldad en la tierra. Bien, pues si esto acontecira el hombre dejaría de existir ipso facto por su naturaleza caída.

Ya Dios lo quiso destruir todo y delegó en Noé el nuevo comienzo de la humanidad. Y este inicio sólo pudo demostrar que los pasos del hombre están naturalmente encaminados a hacer el mal, pues es al primero que vemos pecando después de que atracara el arca, en su embriaguez.

Luego Abraham vivía en medio de la idolatría, pero Dios lo sacó de ahí para hacer de él el patriarca de la nación de Israel, que expandirá la bendición de Dios a todo el mundo por medio de Su Hijo.

Todos los grandes hombres de Dios eran, en realidad, personas comunes que lidiaban con sus pecados, como todo el mundo. Pero se distinguieron de los demás a causa de su fe, dedicada a Dios en respuesta de Su gracia.

Y es que ya lo dijo Juan claramente:

"Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero."
1 Juan 4:19

Tanto nos amó que se dió a Sí mismo en pago por nuestros pecados para que, por medio del Hijo, a todo aquel que en Él cree le sea aplicada Su redención en toda justicia.

Durante el ministerio del Señor Jesucristo, Él se hizo una selección personal de doce  discípulos que ejercerán su apostolado después de que el Señor ascienda al Padre, a excepción de uno de ellos, que fue quien lo traicionó, entregándolo a los fariseos, quienes a su vez lo entregaron a muerte a la cruz del Calvario.

A partir de la obra salvífica en la cruz, y por Su resurrección y ascensión a la diestra del Padre, Dios hizo morar el Espíritu Santo en todo creyente, dando inicio así a la iglesia de Cristo. Iglesia cuya cimentación en Cristo fue labor exclusiva de los apóstoles, delegando la obra del evangelio en toda doctrina y práctica de la fe cristiana, solamente por debajo de Dios el Padre y del Señor Jesucristo.

Y no es que fueran dignos de ser escogidos, pues cada cual tenía su qué de que avergonzarse. Pero aún conociendo que Jesús decía de ellos "hombres de poca fe", fue esta poca fe lo que los mantuvo, por pura gracia de Dios.

Es esta misma gracia la que experimentamos todos los creyentes, cuando somos pasados de muerte a vida y puestos a la mayordomía de Su inconmensurable amor y misericordia, en testimonio de reconciliación con Dios y salvación, por medio de Jesucristo.

Así como Salomón hizo traer de Tiro a Hiram Abi y lo dispuso en obras que trascendieron la historia e identidad de Israel, Dios nos ha dispuesto como hijos suyos a causa de Cristo y por Su vida en nosotros, en participación de esta obra que trasciende a la eternidad, cuyo éxito ya fue asegurado antes, incluso, que la fundación del mundo.

Hoy es día de prestar atención a la dedicación al Padre de todos nuestros pasos, para que no sea la improvisación la que tome parte en los asuntos del Señor  sino que, preparados enteramente por la Palabra y fortalecida nuestra relación con Él en oración, sea el Espíritu encaminándonos en Sus designios.

"Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe. Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas."
Efesios 2:8-10




















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