domingo, 7 de agosto de 2022

GRACIA EXTENDIDA, 2 Crónicas 2:7-10

GRACIA EXTENDIDA, 2 Crónicas 2:7-10 

Envíame, pues, ahora un hombre hábil que sepa trabajar en oro, en plata, en bronce, en hierro, en púrpura, en grana y en azul, y que sepa esculpir con los maestros que están conmigo en Judá y Jerusalén, los cuales dispuso mi padre. Envíame también madera del Líbano: cedro, ciprés y sándalo; porque yo sé que tus siervos saben cortar madera en el Líbano; y he aquí, mis siervos irán con los tuyos, para que me preparen mucha madera, porque la casa que tengo que edificar ha de ser grande y portentosa. Y he aquí, para los trabajadores tus siervos, cortadores de madera, he dado veinte mil coros de trigo en grano, veinte mil coros de cebada, veinte mil batos de vino, y veinte mil batos de aceite. 

2 Crónicas 2:7-10 

La palabra de Dios es viva y eficaz, de modo que cada vez que la escudriñamos encontramos la enseñanza y la confrontación necesarias para la formación de nuestro diario vivir en Cristo, sea cual fuere el escenario circunstancial que nos rodea en cada momento. 

Hoy ultimaremos la lectura y reflexión devocional de los primeros diez versículos del capítulo dos de este segundo libro de Crónicas, donde, hasta el verso seis Dios ya nos ha llevado a confrontar nuestra actitud como hijos de Dios, nuestra labor en el cuerpo de Cristo y nuestro amor por las almas. 

Después de presentar la obra a realizar y de exaltar la grandeza de Dios, a quien va dirigida ésta, leemos a Salomón concretando a Hiram el detalle de su solicitud. 

Primeramente Salomón pide al mejor de los artesanos de Tiro para que trabaje con los maestros escultores de Judá y Jerusalén. 

Este hombre ha de dar la talla con los requisitos, que no son pocos, pero si Salomón así lo solicita es porque debía existir este tipo de artesanos tan polivalentes en la época y en la demografía Fenicia. 

Además también pide madera del Líbano, trabajada por sus manufactureros fenicios, a quienes les acompañarán los siervos del rey Salomón en la preparación de la misma. 

Los siervos de Hiram no trabajarán en vano, sino que Salomón les dará a cambio una cantidad ingente de provisiones a repartir, salario que asegurará el futuro de cada trabajador y su familia. 

Para hacernos una idea del generoso pago de Salomón, cada coro suponía diez batos, lo que equivale a doscientos veinte litros en el sistema de medidas contemporáneo y occidental. Por lo que veinte mil coros de trigo y de cebada vienen a ser cuatro millones, cuatrocientos mil litros de cada grano, mientras que los veinte mil batos en vino y en aceite suponen cuatrocientos cuarenta mil litros de cada líquido. 

Serán, pues, estos fenicios, no solamente partícipes en las labores de construcción del templo, sino además beneficiarios de gran recompensa por su trabajo. 

Hay muchos detalles en la historia de Israel que los religiosos judíos quisieron borrar de su memoria. Los dos más destacados son el hecho de haber sido esclavos y, por ende, rescatados y puestos como una gran nación por pura misericordia de Dios y la participación extranjera en eventos tan importantes como la genealogía del linaje real, este es el de Judá, de donde Dios prometió dar el Mesías, y la construcción del templo de Salomón.  

Y es que los principales de Israel llegaron a determinar que seleccionar recuerdos y borrar los más humillantes, a su conveniencia, harían de Israel una nación poderosa sin tener de qué avergonzarse. 

Pero esta falta de memoria histórica provocó el efecto contrario, creando en Israel un corazón soberbio y débil a causa de este orgullo que lo alejaba de Dios, el Sustentador de Su pueblo. 

Cuando Dios creó a Adán lo puso como virrey sobre la tierra, señoreando sobre toda criatura conforme a la voluntad de Dios. Adán y Eva podían hacer todo cuanto quisieran y disponer de todo lo habido y por haber en Edén, a excepción de un único mandamiento, que prohibía tomar de determinado árbol, bajo pena de muerte. 

"Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer; mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás."
Génesis 2:16-17 

Aún así Adán pecó transgrediendo este único mandamiento negativo, trayendo la muerte a sí mismo y, por su simiente corrompida, a toda la humanidad. 

Pues ya que por un sólo hombre el pecado y la muerte entraron en acción sobre la tierra, Dios determinó que por un hombre volviera la vida en reconciliación con Dios. 

Este hombre, que debía ser santo y libre de pecado, no podía ser otro que Dios mismo, en la persona del Hijo, humanado y entregándose a Sí mismo en pago por el pecado de toda la humanidad. 

El Mesías no nacería de cualquier manera, sino que habiendo sido anunciado desde que Adán pecara, como la simiente de la mujer, su linaje fue totalmente planificado desde su inicio. 

Para ello Dios trató con un hombre, Abraham, y de él hizo una gran nación llamada Israel, para que de Judá, una de sus doce tribus, y concretamente del linaje del rey David, naciera el Redentor. 

Es así como Dios quiso extender Su gracia al hombre, no solo al judío, sino a toda lengua, tribu y nación, que por fe reconozca a Cristo como su Señor y Salvador personal, para el perdón y la vida eterna en Él. 

Y con la muerte, resurrección y ascensión del Señor a la diestra del Padre, Dios nos ha dado el Espíritu Santo a todo creyente en Cristo, haciéndonos sus hijos y  miembros los unos de los otros en un sólo cuerpo, esto es, la iglesia de Cristo. 

Una iglesia que no se rige por lengua, tribu y nación, sino que a través de la diversidad resalta la evidencia de la hermandad en Cristo, en un mismo sentir y en unión por el Espíritu Santo. 

"Porque él es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación, aboliendo en su carne las enemistades, la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas, para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz, y mediante la cruz reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo, matando en ella las enemistades."
Efesios 2:14-16 

Ya lo revelaba Dios a Su pueblo, cada vez que permitía al extranjero formar parte de Israel, que su gracia no se limitaría a una sola nación. Y así lo entendió Salomón, al igual que su padre David, permitiendo la participación de Hiram y de sus siervos en la historia de Israel. 

Y aunque en los inicios de la iglesia costó asimilar que la gracia de Dios ya no iba a ser un don exclusivo para el judío, supieron, los apóstoles, obedecer al Espíritu Santo en virtud de la unión en Cristo. 

"Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús."
Gálatas 3:28 

Igual que el judío se sentía superior que el gentil tocante al favor de Dios y a su derecho de salvación en Cristo, por el mero hecho de su origen, toca reconocer que una vez fuimos rescatados y pasados de muerte a vida, no es poca la tentación de mirar a los incrédulos con arrogancia por haber gustado de la gracia y de la misericordia de Dios. 

¿No éramos acaso nosotros como ellos antes de ser alcanzados por el evangelio de Jesucristo? 

Hoy es día de meditar seriamente en si  nuestra actitud frente a los incrédulos está siendo compasiva y generosa, en favor de que puedan conocer a Cristo o si guardamos la bendición de Dios y Su gracia para nosotros mismos. 

Y por si en algún momento sentimos la tentación de creer que la acción salvífica de Cristo es exclusiva para unos privilegiados escogidos, grupo al cual pensamos pertenecer, roguémosle a Dios que nos dé un corazón humilde y amoroso para con toda la humanidad, y no solamente para los que creemos que son salvos o dignos de serlo. 

Nos sirvan estas dos notas, de los apóstoles Juan y Pablo, en ejercicio de humildad y amor por las almas. 

"Y él es la propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo." 

"Palabra fiel y digna de ser recibida por todos: que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero."
(1 Juan 2:2 y 1 Timoteo 1:15)



















No hay comentarios:

Publicar un comentario

ACTITUD VICTORIOSA, 2 Crónicas 20:15-17

ACTITUD VICTORIOSA, 2 Crónicas 20:15-17 Y dijo: Oid, Judá todo, y vosotros moradores de Jerusalén , y tú, rey Josafat. Jehová os dice así: N...