Además hizo diez mesas y las puso en el templo, cinco a la derecha, y cinco a la izquierda: igualmente hizo cien tazones de oro.
2 Crónicas 4:8
Por lo que llevamos leído en este capítulo y según el orden de entrada a las instalaciones, vemos la redención, la regeneración y el lavamiento, en la parte exterior del templo, y la iluminación interna con los candeleros de oro.
Además de los candeleros, se dispusieron diez mesas, entre más mobiliario dentro de esta sala, la cual correspondía al Lugar Santo del modelo inicial del tabernáculo de Moisés.
Las mesas eran destinadas a la consagración a Dios del pan de la proposición.
Con estas mesas vienen descritos, también, cien tazones de oro, que se usarán para el reparto y consumo de la libación dentro del templo.
El pan suponía el sustento básico en la cultura Hebrea. Estos panes en concreto los hacían los sacerdotes. Receta de los cuales era sin levadura, tal como Dios ordenó que hiciera Su pueblo, en preparativos de su huída de Egipto.
Estos panes debían sustituirse cada día de reposo por panes nuevos recién hechos, y los panes sustituídos debían ser partidos y comidos dentro del templo entre los sacerdotes hijos de Aarón, igual como se dictó que se hiciera en el tabernáculo de Moisés.
El significado figurado de estos panes nos lleva a la consagración y al sustento del pueblo, por parte de Dios.
De modo que, siendo doce panes, vemos la provisión de Dios para con cada una de las doce tribus. Y además, en el partimiento del pan sustituído, llega a verse representada la expansión de esta consagración, ya que los levitas no contaban entre las doce, al ser ordenados al sacerdocio.
Israel, habiendo sido rescatado de la esclavitud en Egipto, experimentó el sustento Divino por más de cuarenta años, que es el tiempo que estuvieron vagando por el desierto, a causa de su incredulidad.
El desierto es un lugar hostil, por su clima seco, por su escasa o carente vegetación y fauna, y por su temperatura, pudiendo haber diferencias térmicas entre el día y la noche como de veinte grados Celsius.
A pesar de ello, al aproximado de dos millones de personas que conformaban el campamento no les faltó sustento alguno. Tanto así, que hasta el vestuario les aguantó y les continuó sirviendo a los nacidos en ese tiempo.
Una roca donde brotaba agua y un pan caído del cielo eran el alimento principal, único y básico del pueblo de Dios en aquellos tiempos, sólo variado a causa de peticiones especiales, como la ocasión que Dios les hizo "llover" codornices, porque el pueblo pidió carne.
Con el sustento venía también la consagración, con la ley de Moisés. Para llegar a ser la luz entre las naciones, que expandiera la gracia de Dios por medio de ella.
En sinopsis de lo dicho y para su avance: Dios trató con un pueblo, Israel, haciéndolo suyo a partir de un hombre, Abraham, a quien dio descendencia cuando jamás la iba a tener en su propia disposición, mas la tuvo por la gracia del Omnipotente; para que por medio de este se llevara a cabo el plan eterno de salvación a toda la humanidad.
Así sucedió que, con la llegada de Cristo al mundo y con la consumación de Su obra salvífica en la cruz del Calvario, y no sólo eso, sino con Su resurrección al tercer día y Su ascensión a la diestra del Padre, ese pueblo compactado por la ley se partía expandiéndose a toda lengua, tribu y nación, formando en Cristo un solo cuerpo. Como esos panes de la proposición, presentados en las diez mesas del templo de Salomón y partidos luego por los levitas hijos de Aarón.
Cuando alguien recibe el evangelio y cree en el Señor Jesucristo, en su arrepentimiento le es dado el Espíritu Santo, haciendo del pecador arrepentido una nueva criatura y adoptándolo como hijo de Dios en un cuerpo del cual Cristo es cabeza.
Y esta es la descripción dada por Pablo a los Corintios, del cuerpo de Cristo, formado por todos y cada uno de los creyentes.
"Porque así como el cuerpo es uno, y tiene muchos miembros, pero todos los miembros del cuerpo, siendo muchos, son un solo cuerpo, así también Cristo. Porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo, sean judíos o griegos, sean esclavos o libres; y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu. Además, el cuerpo no es un solo miembro, sino muchos."
1 Corintios 12:12-14
Y es que en Corinto se acostumbraron a mirar cada uno para sí mismo, a pesar incluso de estar congregados. Ya que cuando se congregaban era más evidente el ensimismamiento en cada miembro, no mirando ninguno la necesidad de su hermano.
Pablo, pues, les tuvo que recordar cómo Jesús mostró en Su última cena, su cuerpo en forma de un pan que es partido para el sustento de muchos.
"Porque yo recibí del Señor lo que también os he enseñado: Que el Señor Jesús, la noche que fue entregado, tomó pan; y habiendo dado gracias, lo partió, y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo que por vosotros es partido; haced esto en memoria de mí."
1 Corintios 11:23-24
En Cristo venimos a ser el pan que por Su Santo Espíritu es puesto en la mesa de oro, consagrado en Él. Y además, cual a hijos de Aarón con los panes de la sustitución, recibimos el sacerdocio y su misión del partimiento de este pan, el cuerpo de Cristo, en virtud de ser repartido por todo el mundo, para la consagración y el sustento a muchos.
Un pan fresco es fácil de partir, pero un pan seco sólo puede partirse a base de golpes secos, o se desintegra en migajas que caen al suelo.
De ahí la importancia del buen sustento del cuerpo en Cristo de todos los miembros, manteniéndonos en la correcta hidratación por Su palabra y en el Espíritu.
Hoy las mesas del templo de Salomón vienen a confrontarnos, haciéndonos valorar hasta qué punto nos implicamos en la necesidad del hermano y qué efecto tiene en los demás la exhibición de nuestras virtudes.
Y para que el efecto de nuestras virtudes sirva en pos de la buena hidratación de este pan y así, también, su partimiento, tengamos presente el siguiente consejo:
"Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno. Porque de la manera que en un cuerpo tenemos muchos miembros, pero no todos los miembros tienen la misma función, así nosotros, siendo muchos, somos un cuerpo en Cristo, y todos miembros los unos de los otros."
Romanos 12:3-5
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