jueves, 4 de agosto de 2022

VISIÓN A PERPETUIDAD, 2 Crónicas 2:4

VISIÓN A PERPETUIDAD, 2 Crónicas 2:4

He aquí, yo tengo que edificar casa al nombre de Jehová mi Dios, para consagrársela, para quemar incienso aromático delante de él, y para la colocación continua de los panes de la proposición, y para holocaustos a mañana y tarde, en los días de reposo, nuevas lunas, y festividades de Jehová nuestro Dios; lo cual ha de ser perpetuo en Israel.
2 Crónicas 2:4

Puesto en contacto Salomón con Hiram, el rey de Tiro, presenta su petición  desarrollando su deber y determinación adquiridos con respecto a la edificación del templo.

En este versículo detallará brevemente la suma importancia de la casa que ha de construir y la necesidad de buenos materiales, ya que se tiene la intención de que la construcción dure, aunque no tanto como ha de durar la presentación de los actos solemnes en sus instalaciones, por ser de carácter perpetuo, pero sí el máximo posible en unas óptimas condiciones.

Dios creó al hombre con el propósito de reinar a través de él sobre la tierra, poniendo a Adán en estos menesteres. Pero no pasó de su generación que el hombre pecara en transgresión del único mandamiento con condena de muerte, el cual no parecía nada difícil de cumplir, desde el punto de vista del lector:

"Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer; mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás."
Génesis 2:16-17

Con todo y eso, Adán pecó y le sobrevino la muerte a él y, en consecuencia, a toda la humanidad.

El pecado contra un hombre se puede solucionar con una petición de disculpa y un perdón, con el pago de una multa de menor o mayor cuantía, o con tiempo de cárcel.

Pero cuando el pecado es contra Dios, que es Santo y Eterno, se hace imprescindible un pago a la altura de la santidad y la eternidad de Dios para que, por medio de éste, el hombre quede redimido.

Y Dios, en Su inconmensurable amor y misericordia, trazó un plan desde antes de la fundación del mundo, para la salvación del hombre y para tomar Su trono perpetuo sobre toda la creación.

Porque, aunque no fue hasta hace poco más de dosmil años que Dios se hizo hombre para vivir entre nosotros, mostrándose en la persona del Hijo, el Señor Jesucristo, ya nos había sido dado desde el principio de los tiempos para que, por medio de la fe, el hombre sea salvo por gracia de Dios.

Y de este modo fue anunciado, por primera vez, el Mesías Redentor:

"Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar."
Génesis 3:15

Estas fueron las palabras que dirigió Dios contra la serpiente antigua, justo después de la caída de Adán. Palabras que suponían la salvación para quien creyera en el que había de venir por la simiente de la mujer, que es Cristo.

Pero la dureza del corazón del hombre, a causa del pecado, hizo necesario que Dios tratara con la humanidad por medio de un pueblo, Israel, que consagró dándole Su ley y estableciendo con él pacto perpetuo de sacrificios, ceremonias y días de descanso, en mantenimiento del anuncio del Salvador.

Porque esta era la finalidad de la ley de Moisés: conducir a Cristo. Por cuanto no ha habido nunca un sólo hombre en el mundo capaz de cumplir la ley, sino que por ella recibimos, más bien, condena, Cristo vino dando el cumplimiento total de la misma.

Para que, por medio de Él, podamos ser justificados delante de Dios.

Y es que nunca salvó la ley, sino que fue el ayo para la Salvación, dada por gracia de Dios, mediante la fe, desde Adán y hasta el fin de los tiempos.

Y de este modo lo explicó Pablo a la iglesia congregada en Roma, donde los judeocristianos tintaban aires de superioridad sobre los gentiles, creyéndose más dignos de salvación, por la ley de Moisés.

"Porque el fin de la ley es Cristo, para justicia a todo aquel que cree. Porque de la justicia que es por la ley Moisés escribe así: El hombre que haga estas cosas, vivirá por ellas."
Romanos 10:4-5

Y diciendo así de la justicia que es por la fe:

"Mas ¿qué dice? Cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón. Esta es la palabra de fe que predicamos: que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo."
Romanos 10:8-9

En tiempos de Salomón regía en Israel el antiguo pacto, el de la ley, con señal perpetua de ceremonias, fiestas y sacrificios, en sacerdocio de hombre, el cual debía ser sucedido generación tras generación.

Pero en Cristo y por Él se ha establecido un nuevo pacto, ya no sólo con el judío, sino con toda la humanidad, viniendo a ser, Él mismo, el sacrificio, el Sumo Sacerdote y el Rey que volverá para tomar Su trono.

"Y los otros sacerdotes llegaron a ser muchos, debido a que por la muerte no podían continuar; mas éste, por cuanto permanece para siempre, tiene un sacerdocio inmutable; por lo cual puede también salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos."
Hebreos 7:23-25

Pacto eterno de salvación para todo creyente en el Señor Jesucristo, pasado de muerte a vida por la fe en Él, sellado por el Espíritu Santo, justificado y puesto por hijo.

Y si Salomón, estando bajo la ley, podía tener la vista puesta en la perpetuidad de su consagración a Dios, ¿cuánto no la vamos a tener ahora, morando el Espíritu Santo en nosotros?

Hoy es día de reconocer los momentos en que la adversidad nos turbia la mirada y fortalecer nuestra fe. Para que estos momentos de debilidad sean cada vez menos y seamos cada vez más forjados en el carácter de Cristo.

Sírvannos los versos de este Salmo en gratitud eterna a nuestro Padre celestial.

"Alabaré a Jehová con todo el corazónEn la compañía y congregación de los rectos. Grandes son las obras de Jehová,Buscadas de todos los que las quieren. Gloria y hermosura es su obra,Y su justicia permanece para siempre."
Salmos 111:1-3


















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